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La ciencia de tu interior IV
Un día de julio de hace 80 años era enterrado en su pueblo natal de Alton, Illinois, un singular individuo llamado Robert Pershing Wadlow un notable en un único sentido, pero ¡vaya si era notable! Robert Wadlow medía al momento de su deceso 2.72 m, el hombre más alto de que tengamos noticia en la historia reciente.
Hijo de padres a los que mirar a los ojos no hacía que te doliera la nuca, Robert no heredó esa altura de sus padres sino que era lo que hoy llamamos un caso de gigantismo pituitario, un padecimiento sumamente raro donde un tumor presiona una pequeña glándula no mayor que un garbanzo ubicada en la base del cerebro: la pituitaria o hipófisis, lo que provocó que el cuerpo de Robert recibiera una descarga continuada de la hormona del crecimiento, desencadenando su inusual estatura y su temprana muerte 22 años después respirar su primer bocanada de aire. Así de importante es la acción de las hormonas en el cuerpo humano, los mensajeros químicos que utiliza nuestro sistema endocrino, el segundo jefe en control del cuerpo junto al sistema nervioso.
Mientras que éste se comunica mediante señales eléctricas a través de una vasta red de neuronas que se comunican con órganos y células específicas de manera casi inmediata, el sistema endocrino lo hace de manera más lenta y persistente a través del torrente sanguíneo mediante hormonas que se comunican con el resto de los órganos del cuerpo, incluyendo otras glándulas desperdigadas desde la cabeza a la garganta, los riñones y los órganos reproductivos; y regula funciones como el metabolismo, la reproducción, el sistema inmune, el ciclo del sueño, etcétera.
Entre las glándulas más relevantes de arriba hacia abajo, podemos mencionar la glándula pineal cuya principal hormona es la melatonina y que funciona como reloj interno y control del ciclo del sueño; el hipotálamo que es la conexión entre el sistema endocrino y el nervioso, el vínculo que integra a ambos y controla desde la sed y la temperatura corporal hasta la producción de leche en las madres.
En la base del cuello, con forma de mariposa, se ubica la tiroides, señora del metabolismo cuyos desequilibrios son la causa de muchos padecimientos; las adrenales o suprarrenales (sí, justo arriba de los riñones) producen adrenalina y testosterona, regulan la sudoración, frecuencia cardíaca, la presión arterial y la producción de hormonas sexuales; mientras que en las gónadas, además de producirse los gametos sexuales, óvulos y espermatozoides, se controlan los caracteres sexuales, el crecimiento del niño y el inicio de la pubertad y la madurez reproductiva.
El sistema endocrino también está conformado por otros órganos que no sólo cumplen funciones hormonales como el páncreas y la placenta, de igual forma el hipotálamo realiza una importante labor neuronal además de producir hormonas.
Todas tus glándulas están repletas de vasos sanguíneos de los que reciben y en los que vierten las hormonas, estas pueden unirse a células específicas de todo tu cuerpo u otras glándulas específicas y producir lo que llamamos una cascada hormonal, un fenómeno que involucra diferentes glándulas, órganos y células específicas. Por dar un ejemplo, una madre al escuchar el llanto de su recién nacido recibe un estímulo auditivo que hace que su hipotálamo envíe un mensaje a la hipófisis, que a su vez secreta prolactina, la hormona que hace que sus senos produzcan y secreten leche para alimentarlo.
La hipófisis también genera un caudal de hormonas dirigidas directamente a la tiroides para controlar tu apetito, metabolismo y función muscular; así como a las adrenales que regulan el nivel de sal disuelto en la sangre y por ende la presión arterial, y la respuesta de tu cuerpo al estrés. Cuando llevas mucho tiempo sin comer, la hipófisis le ordena al páncreas secretar glucagón al torrente sanguíneo, éste hace que tus células cesen el almacenamiento de glucosa en su interior y la suelten en la sangre, llegando así a las células de tu cuerpo que la necesitan para mantenerte en funcionamiento. Cuando el hipotálamo detecta que tu nivel de agua en la sangre es muy bajo ordena a la hipófisis liberar hormona antidiurética en la sangre, esta va a los riñones que cesan la producción de orina para evitar la salida del agua de tu cuerpo, cuando tomas agua el hipotálamo avisa a la hipófisis cesar la producción de esta hormona, con lo que la producción de orina continúa de manera normal.
El mal funcionamiento del sistema endocrino puede producir una cantidad enorme de padecimientos en los humanos. El ejemplo más conocido es la tiroides cuya inflamación (o tiroiditis) a menudo causada por el propio sistema inmune, puede provocar el cese de la respuesta hormonal en dicha glándula (hipotiroidismo) lo que puede causar trastornos del sueño o de peso, bajos niveles de energía y cambios repentinos en el estado ánimo.
La diabetes, una de las principales causas de muerte hoy en día es también una enfermedad hormonal, causada por la deficiencia en la producción de insulina, una de las dos principales hormonas pancreáticas que regulan la síntesis de glucosa en el organismo. Para tratar estas enfermedades utilizamos principalmente hormonas sintéticas, en cuya producción nos estamos volviendo unos expertos, así como el amplísimo conocimiento que nos han dado ya cientos de años de investigación anatómica, biológica, química y biomolecular. Esto nos ha permitido mejorar la calidad de vida de millones de personas, e incluso utilizamos este conocimiento en otras áreas de la medicina como la oncología, por citar una.
Nuestro sistema endocrino puede convertirnos en unos gigantes o unos diabéticos, pero también está ahí para asegurarse de que nuestro cuerpo reaccione de la manera adecuada, ya sea para transformarnos de niños en adultos listos para procrear, o simplemente para digerir ese pedazo de pastel con helado que tomamos de postre. Para bien o para mal, nuestras glándulas desempeñan un papel fundamental en nuestra vida diaria, y lo menos que podemos hacer es pensar en ellas de vez en cuando.