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Opinión

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Inhibir la movilidad social

México es un país con baja movilidad social, como lo atestiguan los excelentes estudios que realiza el CEEY (Centro de Estudios Espinosa Yglesias). De acuerdo con dicha institución, la movilidad social es el cambio en la condición socioeconómica de las personas que puede implicar mejoras o retrocesos en  su riqueza, educación, ocupación, ingresos y salud, entre otras dimensiones sociales y económicas. Nos indican un dato aterrador: el 74 de cada 100 personas que nacen en los hogares más pobres, no logran superar la condición de pobreza en su vida adulta.

La igualdad de oportunidades es sólo una parte de la historia para propugnar por una mayor movilidad social ascendente. Las oportunidades por sí solas no lo logran. Se requiere por parte de las personas un afán de progreso, de aspiracionismo, para aprovechar esas oportunidades. En nuestro entorno nos encontramos cada vez con más frecuencia historias de superación que logran derribar la predestinación general de que aquel que nace pobre se mantendrá en la pobreza. Todos conocemos ejemplos. Tengo a la mano el del taxista cuyas hijas estudiaron leyes y hoy trabajan en prestigiosos bufetes de abogados, y así hay más casos. Esta movilidad social lleva a que cada vez más se expanda la clase media que tanto critica y ataca López Obrador. La historia de vida de Xóchitl Gálvez se inscribe en ese éxito de movilidad social ascendente. Vender gelatinas y tamales fue un medio para el acceso a una carrera universitaria, pero el éxito final dependió del esfuerzo y tesón para lograr la meta.

Supongamos que la contienda presidencial se diera entre Claudia y Xóchitl. Claramente se enfrentarían dos visiones opuestas para lograr mayor movilidad social: el asistencialismo y las dádivas como paliativos que perpetúan la pobreza  frente a la visión de que los hijos pueden salir adelante mediante el esfuerzo propio para superarse. La primera visión implica la negación de que por sí solas las personas puedan aspirar a una vida mejor, mientras que la segunda enfatiza que la movilidad social es posible a partir de logros personales. Pero un ingrediente importante para ello es contar con una educación adecuada y de calidad en todos los niveles  para incentivar a los niños desde su etapa escolar. Se reconoce que la promoción de la movilidad social logra, entre otros factores, reducir la pobreza, y aumentar la justicia y cohesión social, valores que con la 4T han sufrido un retroceso.

El ejemplo de Xóchitl es una historia real y el Presidente ha querido hacerla aparecer como falsa para que prevalezca su visión de que el pobre requiere del subsidio gubernamental a través de dádivas asistencialistas. Desde luego, ello favorece su base de apoyo clientelar político. Pero es una atrocidad negar escuelas con educación de calidad para superar la pobreza sólo por ese afán político.

Hay que reiterarlo, en los temas socioeconómicos, la campaña presidencial enfatizará, entre otras, políticas públicas encaminadas a la movilidad social versus acciones que la obstaculicen y mantengan la pobreza. Esa será una de tantas disyuntivas que enfrentaremos al acudir a las urnas en 2024.

Twitter: @frubli

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Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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