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Finanzas Personales

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¡Aguas con la cruda!

Las buenas noticias para el mercado mexicano (aprobación de reformas) ya se han dado y los beneficios de éstas no se verán sino hasta dentro de varios años.

Este mes, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores alcanzó un nuevo máximo histórico, cruzando la marca de los 46,500 puntos. No obstante, en términos de ganancia el hecho implica un logro menor: una apreciación de poco más de 5% en dólares en lo que va del año (al 12 de septiembre). La magra ganancia no es sorpresa, en artículos anteriores mencionamos que el actual entorno de bajo crecimiento económico global favorecía esta situación, misma que no es privativa de México.

A la fecha de referencia, el índice de mercados emergentes había subido 6% y el índice del mercado global, 5% (en dólares). Otras bolsas de la región han tenido rendimientos apenas mejores, aunque como resultado de bases más bajas.

La que destaca, por supuesto, es la argentina, con un rendimiento de más de 50% calculado con base en el tipo de cambio no oficial y ante las expectativas de un cambio de política económica en el 2015. Algo similar ocurre con el Bovespa de Brasil, que en el año ha subido 13.7% impulsado por el repunte en las preferencias electorales de la candidata opositora Marina Silva.

Volviendo a México, consideramos poco probable un rally de corto plazo. A 22.0x, su múltiplo Precio/Utilidad estimado de los próximos 12 meses luce más bien alto, tanto en términos históricos como en relación con otros mercados comparables. Otras métricas de valuación también sugieren que la Bolsa está más bien cara. El resto de las bolsas de la región exhiben múltiplos considerablemente más bajos. La diferencia en múltiplos no ha sido de a gratis.

El mercado de valores mexicano ha disfrutado del favor de los inversionistas debido a su vinculación con los Estados Unidos, una política fiscal ortodoxa y la aprobación de reformas estructurales. En contraste, otros países de la región han perdido atractivo. Brasil, por ejemplo, con sus políticas económicas intervencionistas y su incapacidad para controlar su inflación; y Chile, con una reforma fiscal con orientación de izquierda que reduce los beneficios a la inversión.

Encima de eso, México se percibe como menos vulnerable a una eventual baja en el precio de las materias primas que los países del Cono Sur.

Con todo, no hay equilibrios eternos. Las buenas noticias para el mercado mexicano (aprobación de reformas) ya se han dado y los beneficios de éstas no se verán sino hasta dentro de varios años.

En contraste, lo que sí tenemos hacia adelante es un crecimiento más bien magro (3%) y una clase política que parece no poder resistir la tentación de meterle mano a la economía. Mientras por un lado se aprueba mayor inversión privada en energía, también se expande el gasto público (1.2% contra el del 2014), se mantiene el déficit fiscal en 3.5% y se anuncian magnas obras que no son autofinanciables.

Por un lado se aprueba una reforma laboral para disminuir el desempleo, pero por el otro se promueve un incremento al salario mínimo que sin duda lo aumentará. Parece ser que en política económica, al igual que en el futbol, no podemos dejar de celebrar cualquier triunfo con una juerga de tres días. ¡Aguas con la cruda!

El autor es V.P. Renta Variable Nacional de Asset Management en BBVA Bancomer.

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