El desarrollo regional

La mejor manera para poder generar las sinergias adecuadas para el óptimo desempeño es mediante los clústers

Muy lejos quedaron los tiempos en que se pensaba que el desarrollo económico de un país podía darse de manera uniforme y equilibrada en todo su territorio. Si bien nadie niega que ése sería el escenario ideal, hoy, con base en decenas de experiencias internacionales, se reconoce que el desarrollo económico regional es casi siempre disparejo y desequilibrado, y que son en realidad las regiones los elementos cruciales para lograr las metas de desarrollo económico de las naciones.

Esto ha propiciado que los gobiernos centrales ya no sean considerados como los únicos impulsores del desarrollo económico, sino que ahora el mundo globalizado requiere de respuestas basadas en capacidades y necesidades regionales, con políticas y soluciones ad hoc para cada una de dichas regiones.

Esto significa, en otras palabras, que las políticas de orden nacional generalmente creadas e impulsadas desde el centro no pueden por sí mismas generar un exitoso desarrollo económico regional, sino que éstas deben ser complementadas con políticas específicas orientadas al impulso de las capacidades regionales, en las que los gobiernos estatales juegan un papel verdaderamente crucial.

En las economías más exitosas siempre hay regiones que crecen más rápido y cuentan con una producción más intensiva y dinámica, gracias a la concurrencia de numerosos factores que conforman un ecosistema de engranaje perfectamente bien sincronizado y dinámico, mientras que hay otras en las que no existe la concurrencia de los factores mínimos indispensables para alcanzar un desarrollo sólido y de alto dinamismo. Es precisamente en estos últimos casos en los que se requiere desarrollar políticas particulares, orientadas a subsanar las carencias y debilidades de las respectivas regiones.

Pero, ¿cuáles son esos factores que tienen que converger para hacer exitosa a una región?

Un gobierno estatal promotor; existencia de numerosos emprendedores ávidos de triunfar; abundancia de empresarios dinámicos y visionarios; instituciones de educación superior que impulsen la generación de conocimiento; instituciones y mecanismos adecuados de financiamiento; una clara política de impulso al desarrollo empresarial y de fomento a la inversión, y sobre todo un entorno adecuado para la interacción dinámica de todos los integrantes del ecosistema.

El desafío está en encontrar la manera en que la mezcla de todos los factores mencionados anteriormente logren fortalecer las capacidades de las regiones para estimular la inversión productiva, crear empleos, salvaguardar el medio ambiente y mejorar la calidad de vida de las familias que allí habitan.

Una de las mejores maneras para poder generar las sinergias adecuadas para el óptimo funcionamiento de un ecosistema regional es mediante la creación de clústers.

Desafortunadamente, en México no hemos hecho un uso intensivo de esta importante herramienta. Aunque ha habido esfuerzos notables en el pasado, actualmente se nota un menor compromiso de los gobiernos estatales por fortalecer estos agrupamientos de alto valor agregado. Esperemos que esta práctica pueda ser retomada con bríos nuevamente.