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Arte e Ideas

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Relato de la última litografía de Vicente Rojo, por sus impresores

Los fundadores del taller BlackStone, con quienes trabajó por 12 años recuerdan cómo se gestó su última serie antes de morir.

Vicente Rojo nunca dejó de trabajar. Lo hizo hasta el último momento. El trabajo se diluía con la rutina diaria. Todavía en octubre de 2020 se apersonó en la inauguración del Museo Kaluz, en el centro de la Ciudad de México, en cuya fachada lateral trabajó el mural “Jardín urbano” elaborado con cantera y piedra volcánica, la reproducción geométrica de un bosque, su manera de poner más representaciones naturales en un entorno urbano.

“La idea viene de la naturaleza porque el museo tiene una magnífica colección de arte mexicano y pensé que lo ideal era traerla a la calle. Son 10 árboles que planté aquí y espero que sigan siendo regados y puedan mantenerse muchos años”, se limitó a declarar el diseñador, pintor, editor, escultor y escenógrafo el día de la inauguración del nuevo recinto expositivo avecindado de la Alameda Central.

Menos de medio año después, el miércoles 17 de marzo de 2021, la prensa nacional anunciaba que el maestro había perecido por complicaciones cardiacas.

Además de la fachada del Museo Kaluz, Rojo Almazán estuvo trabajando, nunca cejó, en la creación gráfica. Entre 2019 y 2020, se dedicó a la consolidación de su última serie litográfica, “Jardines a vista de pájaro en vuelo”, un encargo del Kaluz a propósito de su apertura y una especie de continuidad del trabajo mural en piedra.

La idea inicial era plasmar árboles desde una vista lateral, pero en algún momento, Rojo Almazán decidió cambiar a una vista más general de jardines con formas geométricas, vistos desde lo alto, tal como los vería un ave. De ahí la literalidad del nombre. Trabajó las piezas con sus litógrafos de confianza, Francisco Lara y Arturo Guerrero, fundadores del taller BlackStone, a quienes les había confiado sus trabajos desde hacía una docena de años.

De dicha serie litográfica brotaron solamente 100 piezas. Este jueves 20 de enero, Morton Subastas pondrá en puja una prueba de taller de esta serie, la última de su prolífica producción. El valor, estiman los especialistas, oscina entre los 50,000 y 60,000 pesos.

Sin saber que iba a ser el último

El Economista conversa con los maestros litógrafos de BlackStone para conocer su experiencia de trabajo junto a Vicente Rojo.

“Siempre era muy alegre, le daba bastante gusto encontrarnos porque hicimos muchos proyectos con él. Era muy padre volvernos a encontrar cada vez. Le alegraba que nosotros podíamos hacer ese proyecto sin saber que iba a ser el último. El maestro era muy activo. Agendaba una cita y llevaba consigo su planeador siempre llenísimo. Mentalmente era sumamente lúcido”, comparte Francisco Lara.

“Es importante hacer notar que el maestro siempre fue muy accesible, a pesar de las tablas que tenía, nos recibía como amigos. Los proyectos los trabajábamos muy en conjunto, nunca quiso imponer su voluntad”, complementa Arturo Guerrero.

Si bien permitía muchas libertades, coinciden, era sumamente exigente con la igualación de los colores. “Era un amante de la vieja escuela, llevaba consigo sus cuadernillos de etiquetas Pantone y nos las daba para cada color que él quería”.

“El proyecto Kaluz fue pensado a partir del mural que él trabajó, pero en algún momento cambió los árboles por jardines. Habíamos quedado en que iban a ser árboles, pero cuando nos reunimos nos dijo: ‘ya tengo listo el proyecto, serán jardines’”, recuerda Francisco.

El diseño final hace pensar en las alamedas, en los diseños de estos parques, 10 en total con sus andadores bordeados por cúmulos de árboles frondosos. Los hay laberínticos, de rombos, que se entrelazan por caminos que no dejan de cruzarse, y otros de caminos semicirculares, que permiten pensar en jardines ostentosos dentro de los que sería encantador extraviarse.

Un taller de grandes clientes

BlackStone se formó cerca del año 2000. Ambos maestros litógrafos llevaban más de una década trabajando para el impresor Andrew Vlady en el taller Kyron Ediciones Gráficas, quien por esos años decidió cerrar y ofreció a sus discípulos la venta de su prensa, más piedras y otras herramientas. Así fue como ellos emprendieron BlackStone.

“Entonces no sabíamos que íbamos a evolucionar tanto como taller. Ahora no nada más hacer impresiones litográficas sino grabados, tiros de artista, montajes. Se ha extendido mucho, es un taller multidisciplinario totalmente. Arturo y yo estuvimos en contacto con mucha gente que nos ha enseñado técnicas diversas, las hemos tratado de explotar y podemos presumir que hemos superado a nuestros maestros”, comparte Francisco.

En estos años, ambos impresores han trabajado con maestros como Francisco Toledo, José Luis Cuevas, Leonora Carrington, Manuel Felguérez y Arnaldo Cohen, entre otros.

“Muchos de los artistas nos recomiendan con otros, nos hemos difundido de boca en boca. Y no nada más atendemos a artistas nacionales, han venido personas de París, de Estados Unidos, Chile, Colombia. También hemos ido a hacer montajes al extranjero y aprovechamos para llevar nuestras colecciones”, declara Arturo Guerrero. Una de las claves del éxito de BlackStone, confía, es que cuenta con más de 100 piedras litográficas alemanas.

La subasta de la pieza salida de este taller, la última aprobada por Vicente Rojo Almazán, se subastará este jueves en punto de las 17:00 horas. Para mayor información, consultar la página mortonsubastas.com.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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