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El futuro ya pasó
Diego Luna cada vez es mejor director. ?Sr. Pig es su película más madura.
Diego Luna cada vez es mejor director. Lo digo sin ánimo de lisonja; a muchos les gustaría ver a los idiotas charolastras caer, tan arrogantes que son.
Pero Diego, quien no me gusta como actor, tiene verdadera buena mano para dirigir. Su biopic sobre Julio César Chávez es una historia sencilla pero llena de matices. No es que Luna sea ambiguo, es que sabe darle rostros a sus personajes. No es sorpresa, Diego Luna creció rodeado del arte de la narración, desde el teatro más exquisito hasta las telenovelas.
Sr. Pig es el nuevo intento de Luna para convertirse en un buen director. Y lo logra. Si uno ve la cinta bien puede compararla con lo mejor de John Sayles, el experimentado director independiente.
Danny Glover triunfa como Ambrose, el perdedor (ironía), criador de cerdos caído en desgracia que ha perdido todo, su granja, su modo de vida, la relación con su hija. Todo lo que le queda es Howard, un cerdo gordísimo que ha sido criado con todos sus cuidados para venderlo como semental en Jalisco.
Para Ambrose criar cerdos todavía es un arte. Su tiempo ha quedado atrás. Hoy criar a la piara significa hacinamiento y dolor. ¿Que le hagan eso a su Howie? ?Jamás. Ni los 50,000 dólares que le ofrecen lo hacen cambiar de opinión. Sin vender el cerdo, ?Ambrose se dedica a deambular por el panorama del Bajío mexicano.
Ésta es, en muchos sentidos, una historia mexicana, la más mexicana de las películas de Luna. En muchos aspectos recuerda a Y tu mamá también. Mientras ésta se trata de un viaje iniciático, Sr. Pig es una despedida. Ambrose, enfermo de muerte, maneja por las carreteras típicamente mexicanas en las que se ve todo verde, una milpa y por ahí una ranchería o unas casitas aisladas. El mismo paisaje que vería cualquier viajero honesto por los caminos nacionales. Luna lo sabe y usa ese conocimiento para alimentar su puesta en escena.
Normalmente, cuando un director mexicano quiere retratar lo mexicano para un público internacional recurre a tópicos como el indito simpático o el pícaro que se quiere pasar de lanza. Si bien Ambrose se topa con unos policías corruptos (sí, lugarazo común), los personajes nativos (jaja) se ven reales. En una escena Ambrose se desmaya y las señoras que están a su alrededor dudan en ayudarlo; en México somos generosos pero también amamos la prudencia y, como esas señoras, siempre dudamos en intervenir.
En escena entra Eunice (la comediante Maya Rudolph en una actuación dramática muy satisfactoria), quien viaja desde California al rescate de su padre. No tienen una relación cercana Eunice y Ambrose. Ambrose abandonó a su familia cuando Eunice era niña. Tu madre encontró a un buen hombre que la quería y que te quería. ¿Qué hacía yo ahí? , le dice Ambrose como única explicación. Como también le dice, no hay que esperar el momento Kodak de reencuentro entre padre e hija. No, estos dos son demasiado duros para las redenciones fáciles.
Sr. Pig tiene su lado existencial, típico de las road movies. Mi frase favorita de la película se la dice Ambrose a Howie, su puerco: El futuro ya pasó, somos nosotros los que estamos atrapados en esta ridícula cámara lenta .
Sr. Pig merece nuestra atención. Diego Luna está construyendo paso a pasito una carrera directorial muy sólida. Lo más interesante será ver adónde llega con estas historias sencillas y emotivas que desde afuera parecen fáciles pero que requieren de mucha mano izquierda para que no sean un bodrio somnífero.
Los vampiros patinetos
No puedo irme sin recomendarles Te prometo anarquía, que se está exhibiendo en alguna salas de la Ciudad de México. Fue la película que se llevó el premio de la prensa en el pasado Festival de Morelia.
Un par de skateboarders recorre la ciudad buscando donantes ilegales de sangre. Normalmente reclutan a sus donantes entre los vagoneros del metro. Los clientes: lo más probable que es que sea el crimen organizado, que necesita la sangre para sus heridos.
Te prometo anarquía es entretenida, tiene su rollo erótico y su onda callejera. Es diferente a lo que es usual en el cine mexicano. O más bien: es una vuelta de tuerca al blues urbano que tanto abunda en nuestra filmografía.