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Arte e Ideas

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A Iron Man le urge ?ir al psiquiatra

Lo más atractivo de la cinta: Tony Stark, Iron Man, necesita ir al psiquiatra. Tony Stark, héroe, multimillonario, playboy y genio absoluto tiene ataques de ansiedad.

Con un estreno mundial solidísimo, este fin de semana Iron Man 3, la última cinta de la trilogía protagonizada por Robert Downey Jr. (la saga, de hecho, que lo volvió a poner en el ojo del público), se convierte en el segundo más taquillero de la historia, detrás de Los vengadores y supera incluso a Batman: el caballero de la noche asciende.

Poco se puede decir en realidad de la cinta. Que es divertida, sí. Que es un vehículo más para los ojos tan expresivos de Downey Jr. y su talento para el chiste fácil, también. Ben Kingsley está desaprovechado, aunque brilla en sus pocas apariciones. Lo demás ya se sabe: CGI hasta por las orejas (que no está nada mal hecho: es como ver un cómic cobrar vida), algo de ciencia mal interpretada y algún conflicto psicológico. Nada mal para pasar el fin de semana.

Lo más atractivo de la cinta: Tony Stark, Iron Man, necesita ir al psiquiatra. Tony Stark, héroe, multimillonario, playboy y genio absoluto tiene ataques de ansiedad. Para entender la historia completa, la franquicia requiere que se hayan visto no sólo todas la películas de Iron Man, sino también Los vengadores y de preferencia todas las cintas con las que Marvel ha renovado el género de superhéroes desde que decidió tener control directo sobre las adaptaciones cinematográficas de sus personajes.

Pero el éxito del cine de superhéroes nos recuerda una vieja batalla cultural en el mundo pop: DC vs Marvel. Durante el siglo XX, con sus vaivenes, la historia del cómic fue la historia de los superhéroes. En el campo de batalla entre tantos Superman, Batman, Antman, y todos los man posibles, dos casas se dividieron el territorio: DC Comics y Marvel. DC es la casa de Batman y de Superman; Marvel, más joven, el hogar de superhéroes revolucionarios como los X Men, los Cuatro Fantásticos, Spiderman.

Los héroes de DC sirvieron como modelos de lo que se debe esperar de un superhéroe: un código moral inquebrantable, la noción de que el bien es unívoco, quijada cuadrada, capa, mallas. Para Marvel, con el genio de Stan Lee dirigiendo las jugadas, las cosas podían tomarse menos en serio: los héroes podían ser tipos comunes que muchas veces se confunden en su lucha contra el mal. Y sufren. Como sufren los personajes de Marvel. Los X Men son prácticamente un grupo de apoyo.

De todos los personajes de Marvel, el más despreocupado es Iron Man. Tony Stark, el hombre detrás de la armadura es un multimillonario, playboy y genio. Un tipo que no necesita ser un superhéroe. Y sin embargo, lo es. Ése es su conflicto de fondo: su ego siempre está en lucha con su nobleza. En Iron Man 3 al final Stark llegará a un punto de quiebre en el que su narcisismo tendrá que llegar a un punto de estabilidad que le permita ser, al fin, un adulto.

Por eso, por la despreocupación de Tony Stark y porque es un héroe atípico es que la trilogía fílmica de Iron Man ha resultado un éxito definitivo. Su único rival es Batman y sin duda la confrontación de ambos personajes en el imaginario popular nos dice algo sobre nuestros tiempos. ¿Tenemos un conflicto de personalidad, de un lado somos despreocupados como Tony Stark, del otro somos atormentados como Bruce Wayne?

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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