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Política

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Un día en la lucha contra el narco...

Tras recibir datos de un informante, 30 soldados enmascarados derriban la puerta de una vivienda cuyas ventanas están selladas con madera y hallan a 55 inmigrantes aterrados.

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Reynosa.- Tras recibir datos de un informante, 30 soldados enmascarados derriban la puerta de una vivienda cuyas ventanas están selladas con madera y hallan a 55 inmigrantes aterrados, rehenes del Cartel del Golfo.

En medio de gritos y el olor de orina y sudor, los soldados encuentran una habitación salpicada de manchas de sangre y un trozo de madera incrustado de clavos que los delincuentes usaban para golpear a los rehenes y exigirle dinero a sus familias: 3,000 dólares por cada uno.

Cinco de los presuntos secuestradores son colocados en un camión del ejército, entre ellos su supuesto líder, hijo de un agente de la policía local.

The Associated Press pasó cinco días con elementos de la Octava División del ejército mexicano en Tamaulipas, un estado fronterizo con Texas, para atestiguar la lucha que libra con los carteles del narcotráfico.

Tamaulipas es uno de los puntos álgidos de la delincuencia organizada y ahora es patrullado por fuerzas de seguridad. En total, hay unos 45,000 soldados mexicanos librando la guerra contra los narcotraficantes.

El gobierno del presidente Felipe Calderón lanzó su campaña en diciembre del 2006. A partir de ese momento, más de 9,000 personas han muerto en actos de violencia relacionados con una batalla entre carteles de la droga por el control de las rutas de contrabando hacia Estados Unidos.

Este asiento exclusivo de la AP en primera fila revela que la ofensiva del ejército es al mismo tiempo exitosa e imperfecta, complicada por la corrupción policial, la falta de adiestramiento de los efectivos de seguridad y la desconfianza de la población local.

La lucha se complica por la arraigada corrupción de la policía, tanto a nivel local como estatal.

Algunos policías trabajan simultáneamente como espías y asesinos a sueldo de los carteles de la droga.

Aquí no se le puede hablar a la policía porque los policías están coludidos (en contubernio con los narcotraficantes) , dijo el capitán Huascar Santiago.

Muchos mexicanos consideran al ejército como el único brazo del gobierno capaz de enfrentar a los poderosos carteles de la droga, y los soldados basan sus operaciones en denuncias anónimas como la llamada que llevó a las tropas a la casa donde eran mantenidos los inmigrantes.

El ejército hace su trabajo con varias limitaciones. La constitución de México le prohibe hacer trabajo policiaco, como la redada en la casa en Reynosa, y los soldados sólo pueden hacer una detención cuando la persona está cometiendo un delito.

Si nosotros vamos a actuar en esa área gris al final lo que prevalece es la honestidad y la transparencia con que se hacen las cosas , dijo el general Edgar Villegas, comandante de la octava zona militar. Somos susceptibles de cometer errores, y cuando se cometan vamos a asumir la responsabilidad que eso conlleve .

En la incursión en Reynosa, los soldados liberaron a nueve mujeres que eran retenidas en una sala de estar, vestidas sólo con su ropa interior, así como a 46 hombres congregados en dos pequeños dormitorios, algunos hasta durante un mes, con escasa comida y agua. La sala de torturas tenía un colchón en el suelo y había en las paredes manchas de sangre y carteles de mujeres semidesnudas.

Los soldados esposaron al líder de la banda y cubrieron su cabeza. Luego lo llevaron a un baño y lo hicieron arrodillarse frente a una bañera, junto a un balde con agua. La puerta fue cerrada. El sospechoso emergió mojado y dispuesto a revelar las direcciones de otras dos viviendas usadas para el contrabando de inmigrantes, aunque la búsqueda no rindió resultados.

Son ustedes unos héroes. Dios se los va a pagar , señalaba un mensaje de texto en el teléfono celular del capitán Santiago. El mensaje era del hombre que había dado la información.

En una época los narcotraficantes tenían rienda libre en Tamaulipas, con costas en el Golfo de México. El área es la base de operaciones del Cartel del Golfo.

Cuando Calderón asumió el cargo envió al ejército a recuperar el control de zonas dominadas por los contrabandistas de drogas.

La Octava División, de unos 2,400 soldados más 1,500 efectivos de refuerzo, fue emplazada a fines del 2007 luego que desconocidos asesinaron, a las puertas de un restaurante, a un ex alcalde de una población fronteriza que denunció la intromisión del cartel en las elecciones locales.

En la comunidad fronteriza de Miguel Alemán, el mayor Andrés Murias dirige a un grupo de 30 soldados mientras patrullan las calles y deciden detenerse en una casa donde antes habían detectado cámaras de seguridad. Los soldados encuentran capuchas y cartuchos dentro de una camioneta con reporte de robo estacionada en el patio.

Al continuar con su recorrido, un soldado alerta a Murias sobre una patrulla de la policía local que ha aparecido cerca del convoy militar por lo menos tres veces.

En todo momento nos estuvo siguiendo la policía , explica Murias. Tienen gente por todas partes reportando nuestros movimientos y por eso es difícil sorprenderlos".

Pero eso no hace que dejen de intentar capturarlos por sorpresa. Al atardecer, Murias y su grupo de soldados llegan a una hacienda cerca del río Bravo donde hay reportes de hombres armados en una casa. Días antes el mayor sobrevoló la hacienda y tomó fotos del lugar.

Los soldados rompen cadenas y abren portones para permitir el paso al convoy de cuatro vehículos militares que transita por una brecha, espantando a las vacas que se cruzan en su camino. Lo único que encuentran es al dueño de la hacienda, muy molesto, quien exige saber por qué entraron a su propiedad.

Pueden entrar cuando ustedes quieran pero así no. Ahora yo les hablo para encargarles que de perdida la puerta que esté cerrada, ciérrenla , dijo Juan Gilberto Garza, el dueño de la hacienda, a los soldados.

Murias le explica que había una denuncia anónima sobre hombres armados en su hacienda.

A mí me hablaron que había gente armada ahí dentro y yo tengo que ir a revisar , añade Murias.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México denunció la semana pasada que las quejas contra los soldados pasaron de 182 en el 2006, antes del envío de las tropas, a 1,230 en el 2008. Entre las quejas se incluyen allanamientos ilegales y maltrato a los detenidos.

Calderón defiende la actuación de los soldados. Dice que en la mayoría de las áreas donde han sido emplazados gruesos contingentes de tropas, la violencia ha disminuido.

Eso incluye a una urbe plagada de asesinatos: Ciudad Juárez, fronteriza con El Paso, Texas. Según el gobierno federal, desde que 11,000 soldados y agentes federales llegaron al área, los asesinatos vinculados a los narcotraficantes se redujeron en un 70 por ciento.

En Tamaulipas, tan sólo la unidad de Murias confiscó 52 toneladas de marihuana en el 2008, comparado con dos toneladas en el 2007. En noviembre, soldados de la octava zona militar confiscaron el arsenal más grande de armas pertenecientes a los carteles de la droga en la historia de México cuando encontraron 540 fusiles de asalto, 165 granadas y medio millón de cartuchos.

Sin embargo, en todas partes de Tamaulipas hay señales que los líderes del cartel de la droga están dispuestos a retornar a sus negocios apenas partan los soldados.

Antenas ilegales adornan techos y terrenos baldíos, y tan solo en Nuevo Laredo hay 5,000. Eso permite que exista una amplia red de espías de los narcotraficantes que pueden comunicarse con transmisores-receptores portátiles de radio. Además, en algunas poblaciones los residentes toleran e inclusive protegen a los traficantes.

En el poblado de Guardados de Abajo, otro grupo de militares estaba acampando cerca del río Bravo cuando escucharon el sonido de un motor. Al investigar encontraron 440 kilos de marihuana abandonados en la orilla del río.

Al día siguiente, Murias descubre que el único camino para llegar a ese sitio es a través de la cochera y el patio trasero de una casa.

Murias pregunta a una mujer que se encuentra en la casa junto con un bebé si escuchó algo sospechoso la noche anterior.

Yo no platico con nadie y me acuesto temprano , dice la mujer mientras acomoda la blusa del bebé nerviosamente.

Vrag

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