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Vecinos en pugna

Ezra Shabot | Línea directa
La relación entre los Estados Unidos y México se encuentra en su punto más crítico desde la época de la Revolución Mexicana, cuando la intervención norteamericana en la definición del conflicto era pública. Con el segundo periodo de Trump al frente del país más poderoso del planeta, la política antiinmigración y las medidas arancelarias de un proteccionismo irracional, han llevado al diálogo entre ambos gobiernos a una confrontación permanente.
A esto habría que añadirle la pugna por el tema de la inseguridad, que se ha convertido en un serio problema para la gobernabilidad en México, y un asunto de controversia frente a la administración Trump quien llega al extremo de proponer la intervención militar como única salida frente al poder de los cárteles mexicanos. Los dos populismos se repelen como polos de un mismo signo y con el agravante de que el gringo posee una fuerza descomunal que hoy se muestra incontenible.
El riesgo de una recesión y una deportación masiva de mexicanos se expresa como una realidad ya presente en el escenario nacional, y no hay mucho por donde defenderse. El nulo crecimiento de la economía mexicana y la carencia de recursos fiscales por parte del gobierno, complican sensiblemente una respuesta defensiva capaz de reducir significativamente las consecuencias del populismo trumpista.
Para Washington la relación con México es un tema de seguridad nacional más que de vinculación económica. La insistencia del presidente estadounidense de enviar tropas al territorio mexicano a combatir delincuentes no es una bravuconada más del hombre naranja, sino la convicción de éste de que con su vecino del sur lo fundamental es el control territorial y no la integración económica. Esta última se puede quedar en un segundo plano, mientras que la seguridad fronteriza ligada a la migración ilegal y al narcotráfico no es negociable en la mente de Trump.
Es por esto por lo que la revisión casi inmediata del T-MEC estará ligada a la colaboración estrecha entre México y Estados Unidos en el terreno de la seguridad, al grado que la vigencia de un acuerdo comercial será condicionada a la aceptación por parte del gobierno de Sheinbaum de una intervención más profunda de los cuerpos armados norteamericanos en territorio mexicano.
Así todos los conflictos, inclusive el de la violación del Estado de derecho a raíz de la reforma judicial instrumentada por la 4T, serán resueltos si el gobierno federal acepta las condiciones para una presencia más abierta de las tropas yanquis en territorio nacional.
Mientras que para México es vital mantener la alianza económica con la Unión Americana, para Trump y sus ideólogos el evitar que un desmoronamiento del estado mexicano ante el crimen organizado se produzca, le permite legitimar la eventual intervención militar más allá de sus fronteras.