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Tiempos ominosos

La absurda guerra comercial desatada por Trump contra sus socios más cercanos y las amenazas imperialistas contra Panamá y Groenlandia son sólo dos de los más visibles signos de los tiempos ominosos que nos acechan. Numerosas voces en Estados Unidos advierten ya que, junto con la imposición oligárquica, el nuevo gobierno busca asentar una autocracia desdeñosa de la constitución y de los derechos de las mayorías. En términos más amplios, lo que está en riesgo, en ese país y en el mundo, es la cancelación del marco jurídico internacional de los derechos humanos, de por sí poco respetados por el gobierno estadounidense, dentro y fuera de su territorio. El discurso de odio, la manipulación del miedo y la exaltación nacionalista y militarista que ya han dejado huella en esa sociedad y causado enormes daños en el mundo, en el siglo XX y en particular desde el 9/11 2001, así lo sugieren.
A raíz del 9/11 se difundió desde el gobierno de Bush un discurso de odio contra los musulmanes como representantes del terrorismo, que llevaría a la invasión de Afganistán e Irak, con base en argumentos engañosos o mentiras. Las sospechas contra personas de color y cualquiera que pareciera extraño cundió entre la sociedad. La manipulación del miedo a nuevas agresiones permitió la aprobación del Patriot Act (oct.2001) que, entre otros, permitía la vigilancia de la ciudadanía, y el uso de la base de Guantánamo (enero 2002) como infame cárcel, donde se recluyó y torturó a unos 800 hombres detenidos arbitrariamente en diversos países.
El Patriot Act contribuyó a fomentar el miedo y la autocensura incluso entre voces críticas de la política militarista y racista en curso. Pese a denuncias recurrentes, la justificación de torturas crueles y condiciones inhumanas contra personas cuya culpabilidad no se había probado, normalizó ante cierto público la deshumanización en nombre de la “guerra contra el terror” y la “seguridad nacional”. En el contexto bélico predominante entonces, cualquier disidencia y hasta las masivas manifestaciones pacifistas quedaban sofocadas por la exaltación de la “unidad” y el apoyo a las tropas nacionales, configuradas como “defensoras de la democracia”,
No puede plantearse una relación directa entre la manipulación del miedo y el militarismo de entonces y la manipulación xenófoba y excluyente a la que Trump ha sometido a sus huestes y simpatizantes desde 2015, azuzándolos contra las poblaciones inmigrantes y diversas. A la llegada de este personaje al poder han contribuido muchos actores y circunstancias, como la persistencia del racismo y la xenofobia, la continuidad del punitivismo extremo (EU tiene la mayor población carcelaria del mundo), el resentimiento socioeconómico favorable a la estigmatización de inmigrantes y personas “diferentes” como “indeseables”, en un contexto de obscena concentración de la riqueza, donde la guerra es negocio y arma de despojo y deshumanización.
Es importante, sin embargo, recordar la relativa facilidad con que se puede someter a una población a los intereses de una clase política ansiosa de poder, cuyas ambiciones incluyen hoy un desmedido afán de lucro, a costa de cualquier persona o país, o del planeta mismo.
Las detenciones masivas de migrantes a quienes se califica de “basura”, el maltrato a los deportados, el anunciado uso de Guantánamo como centro de detención para los “peores”, la denostación de las “minorías” sexogenéricas, la vileza de atribuir la causa de un accidente aéreo a políticas de inclusión, la cacería de funcionarios considerados “desleales”, no denotan sólo una intención dictatorial. Este tipo de palabras y actos que estigmatizan, censuran, criminalizan, deshumanizan han precedido antes la imposición de regímenes totalitarios.
De no frenarse, la alianza entre clase política y oligarcas tecnológicos tan cínicamente desplegada en Estados Unidos , la pesadilla totalitaria estará cada vez más cerca, sobre todo si se prolonga la crisis económica provocada (y justificada como “dolor necesario”) por el mismo Trump.
La defensa del derecho a tener derechos (Arendt) es hoy más urgente que nunca.

