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El problema es China

¿Cuánto le compra China a México anualmente? ¿En la turbulencia económico–financiera global a la que asistimos, valdrá la pena mantener a toda costa una relación “comercial” con el país asiático? En los últimos 6 años, México se inundó de personas de origen chino, gigantescas cantidades de mercancía de productos ilegales que tiene a varias industrias mexicanas a un paso de la quiebra y, decenas de marcas de consumo duradero con tecnología mal copiada que desplaza rápidamente, por ejemplo, a la industria automotriz que se ha formado durante más de 70 años. Esto sucedió mientras que en casa de nuestros vecinos y socios crecía el descontento por las insanas prácticas comerciales que despliega China a lo largo y ancho del planeta con enormes cantidades de subsidio de su gobierno. En las mejores zonas residenciales del país se observan personas de origen chino comprando y rentando propiedades a granel que mantienen vacías o repletas de mercancía ilegal incluidas sustancias para preparar las drogas que ya envenenan a mexicanos, estadounidenses y canadienses. Todo está a la vista de todos excepto de las autoridades municipales, estatales y federales.
Mientras no se toman medidas, nuestros vecinos y socios comerciales por más de 30 años, registran a lo que se suma la enorme presión que tanto ciudadanos, empresarios y ONG´s de Canadá y EU hacen a sus gobiernos para detener este fenómeno les resta participación de mercado e incluso la vida. Los que conocen el mundo del acero y aluminio saben perfectamente que China utiliza a México para entrar al mercado de Estados Unidos. El sol no puede taparse con un dedo como tampoco se puede dejar pasar la oportunidad única que tenemos ante la conformación de una nueva arquitectura económica global. Es el momento de definiciones. Sin ambages el gobierno debe decir en qué bando desea jugar, en un juego en el que no es permitida la neutralidad y en el que sólo hay dos bandos.
En caso de que se decida por Norteamérica, más que patear el balón hacia adelante o celebrar las pausas arancelarias de Trump hay que enviar la señal inequívoca de que es con la región con la que deseamos permanecer aplicando exactamente las mismas políticas que EU y Canadá tienen con relación a China. El país asiático compite violentando tanto derechos humanos como de propiedad, subsidiando sus exportaciones con dinero del gobierno y vendiendo mucho, pero comprando poco. La aplicación del 100% de aranceles a los autos y otros productos chinos, lo mismo que cerrar tajantemente la frontera al acero y productos ilegales y, poner un alto al tráfico de drogas sintéticas son la solución. En caso de que el gobierno opte por jugársela con China, podemos empezar con dejar de llenarnos la boca diciendo que somos una potencia exportadora y prepararnos para que en el futuro no nos compren ni aguacate porque recordemos, venden no compran y cariño no nos tienen nos usan para entrar a Estados Unidos.

