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Mercados financieros, ¿son eficientes o emocionales?

Opinión
Una de las interrogantes más frecuentes en el mundo de las finanzas gira en torno a saber si los mercados son realmente eficientes y racionales. Es decir, si los precios reflejan toda la información disponible en todo momento de forma objetiva. Aunque la teoría lo propone, la realidad presenta matices importantes.
La Hipótesis del Mercado Eficiente, desarrollada por el economista estadounidense Eugene Fama en los años 60, sostiene que los precios de los activos, como acciones o bonos, ya incluyen toda la información disponible sobre ellos. Esto significa que sería muy difícil ganar tener un rendimiento mayor que el promedio del mercado de manera constante.
Esta teoría se divide en tres niveles:
- Eficiencia débil: los precios ya reflejan la información del pasado, así que intentar predecir el futuro con patrones históricos (como gráficos de precios) no debería funcionar.
- Eficiencia semi-fuerte: los precios incluyen toda la información pública, como noticias o reportes financieros, por lo que estudiar las empresas en detalle no debería brindar gran ventaja.
- Eficiencia fuerte: los precios incluso reflejan información privada o confidencial, lo que haría casi imposible obtener ganancias mayores al promedio del mercado.
Si esta teoría es correcta, los gestores que intentan superar al mercado con estrategias activas no podrían lograr ganancias constantes por encima del mercado. En cambio, la mejor estrategia sería simplemente seguir invirtiendo en fondos que replican el comportamiento general de los mercados, como un índice de acciones principales.
Sin embargo, la evidencia empírica desafía esta teoría. Inversionistas como Warren Buffett y Peter Lynch han superado al mercado de forma consistente durante décadas, con rendimientos ajustados por riesgo superiores, lo que sugiere que están aprovechando ineficiencias reales y no simplemente tomando más riesgo.
Un ejemplo es el "efecto momentum", que implica que los activos con buen desempeño reciente tienden a seguir subiendo, mientras que los de mal desempeño tienden a seguir cayendo, sin importar el desempeño de las empresas en cuestión. Esto refleja un comportamiento especulativo, donde los inversionistas compran lo que ha subido y venden lo que ha bajado, derivando esto en precios alejados de su valor intrínseco.
Otro fenómeno es el sesgo de confirmación, que ocurre cuando las personas buscan e interpretan la información de forma que refuerce sus creencias previas. También está el efecto disposición, donde los inversionistas venden rápidamente los activos que han subido por miedo a perder las ganancias, pero mantienen los que han bajado, esperando que se recuperen aun cuando es difícil que eso suceda.
Conceptos como la "aversión a la pérdida", la "contabilidad mental", y la "aversión miope al riesgo" dan origen a la Economía Conductual y son distorsiones que provocan que los inversionistas no se comporten de forma racional en todo momento. Estas propician que los precios de mercado puedan alejarse significativamente de su valor fundamental.
A manera de conclusión puede decirse que no sería descabellado pensar que, a corto plazo, sean las emociones y la especulación los elementos que muevan los precios y el mercado, pero que, a largo plazo, los fundamentos sean realmente los que prevalezcan.