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Instrucciones para seguir el discurso de Trump
La relación entre México y Estados Unidos forma parte del determinismo geográfico. Ser vecinos no es una elección.

Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos.
La incertidumbre es el único rasgo predecible en Donald Trump.
Por un momento pensemos que Trump fuera presidente de Nicaragua o Venezuela. ¿Su visión de Estado sería compatible con las de Daniel Ortega o Nicolás Maduro? Posiblemente. A los tres les incomoda el derecho internacional y los organismos multilaterales.
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Si Trump cumpliera con el 50% de sus deseos expresados durante los últimos 100 días, la Unión Europea, la OTAN y otros organismos internacionales sufrirían de ataques mortales.
En el caso de los europeos, sufrirían una sensible erosión particularmente por los mensajes del empresario Elon Musk, alter ego del presidente electo.
Sobre México, no hay duda en que las primeras órdenes ejecutivas que firmará Donald Trump este lunes afectarán sensiblemente al gobierno de la presidenta Sheinbaum.
El escenario “menos” dañino será la réplica de lo visto durante el primer gobierno de Trump.
Por lo anterior, una especie de instrucciones para seguir el discurso de Trump es lo siguiente:
- Si usted es propenso a sufrir estrés producto de acciones y decisiones que no puede controlar, lo mejor es que no vea el discurso inaugural de Donald Trump.
- En caso de que Elon Musk aparezca siembre junto a Donald Trump no se preocupe, se trata de un anuncio publicitario previamente pagado, y cuyo objetivo es lanzar su candidatura presidencial para el 2028. El que tendría que preocuparse es J. D. Vance.
- El presidente Trump dedicará varios minutos a la política exterior porque requiere reforzar su discurso maniqueo en la amenaza proveniente de enemigos externos.
- Los aliados históricos de Estados Unidos no necesariamente serán los aliados de Donald Trump. No se asuste cuando Trump no asocie a México como país amigo. Lo son: Argentina, Ecuador y El Salvador (Milei, Noboa y Bukele).
- No se le debería de poner la piel chinita cuando Trump mencione las palabras “frontera”, “criminales”, “deportaciones masivas”, “se han aprovechado de nosotros”, “inmigrantes”.La nube de palabras mencionadas por Trump en los últimos nueve años es pequeña; son pocas palabras las que menciona y una vez que las ha dicho las repite hasta el cansancio.
- Anunciará deportaciones a gran escala a partir del martes iniciando en la ciudad de Chicago (The Wall Street Journal). No hará distinción entre las nacionalidades de los potenciales deportados, simplemente las anunciará y utilizará la frontera con México para expulsarlos. El programa Quédate en México se rehabilitará, al menos así lo prometió Kristi Noem, la Gobernadora de Dakota del Sur, y posiblemente la próxima Secretaria de Seguridad Nacional. La pregunta es: ¿Ya le avisaron al Gobierno de la presidente Sheinbaum? ¿Hay margen de negociación? ¿En qué consistirá el quid pro quo?
- El peso y el T-MEC se encogerán cuando Trump anuncie la imposición de aranceles. No se conocen las cifras, pero no es muy probable que los estabezca en 25% como lo ha mencionado, en caso de que sí lo hiciere, lo mejor sería es que usted le cambie a Netflix para ver la segunda temporada del Juego del Calamar y se relaje al percatarse de que existen peores escenarios.La misión de ser del T-MEC quedaría cancelada y desaparecería el seguro de vida para México.
- Ser tolerante a las mentiras.
- Trump dibujará un escenario global apocalíptico. No necesariamente será una mentira.
- La buena noticia es que Trump no debería de reelegirse en 2028; la mala noticia sería que llegue un perfil más extremista que él.
Vecinos amigos o enemigos predeterminados
La relación entre México y Estados Unidos forma parte del determinismo geográfico. Ser vecinos no es una elección.
Es un fenómeno similar entre humanos. Nadie elige ni la familia ni el país de nacimiento.
Lo que México y Estados Unidos podrían desarrollar son mecanismos institucionales para perpetuar su amistad independientemente de los signos ideológicos de los gobernantes en turno.
No es fácil porque el orgullo nacionalista se convierte en herramienta de gobierno.
Los seis países fundadores de la Unión Europea (Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos) cedieron soberanía no por orgullo, lo hicieron para evitar conflictos bélicos entre ellos; para no heredar guerras a las futuras generaciones.
Al paso de cada cuatro años una pregunta permanece constante: ¿Qué le conviene más a México, la victoria de los demócratas o de los republicanos?
Nos llevamos las manos a la cabeza al comprobar que el presidente Obama deportó a más mexicanos sin papeles durante el segundo periodo de gobierno que el presidente Trump.
Lo cierto es que México no ha aprendido las lecciones.
Estados Unidos genera “tanques de pensamiento” (think tanks), pero a México tal parece que no les interesa. Es más, los think tanks estadounidenses terminan por contratar a académicos que trabajaron en universidades mexicanas para que dirigir áreas de estudio sobre México. Dos ejemplos: Duncan Wood y Rafael Fernández de Castro, exprofesores del ITAM, en el Wilson Center y la Universidad de San Diego, respectivamente.
La pausa al embajador
¿Cómo llegará México este 20 de enero? En principio, el anterior presidente mexicano ordenó a su gobierno abrir una pausa con el embajador Ken Salazar. El nivel de cooperación fue afectado desde que exigió a los agentes de la DEA llenar solicitudes y entregar informes en una ventanilla de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La nula empatía con el presidente Joe Biden quedó marcada por la ausencia del presidente mexicano en la Cumbre de las Américas organizada en la ciudad de Los Ángeles.
En síntesis, la política exterior dogmática, y no de Estado, quedó reflejada en la relación bilateral.
Los amigos de México en la actualidad son dictadores; este rasgo no ayuda a tener un acercamiento con el Departamento de Estado encabezado por Marco Rubio, el gran enemigo de las dictaduras latinoamericanas.
Los amigos de mis enemigos son mis enemigos.