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El incendio del Reichstag: Historias paralelas

Opinión El Economista

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Hablemos de las historias de dos países que colindan. Uno, grande y poderoso, considerado como el símbolo de la democracia por antonomasia. El otro, un país rico, pero con una enorme desigualdad social y económica, hasta hace poco un recién llegado a la democracia liberal. Historias diferentes, pero que en algún punto parecen converger gracias a sendos presidentes autoritarios y a votantes llevados por ilusiones, racismo, esperanza o ignorancia que los llevaron al poder. 

México, y ahora Estados Unidos, viven el equivalente del incendio del Reichstag. Señala Wikipedia que el incendio del Reichstag (edificio sede del Parlamento alemán) ocurrió el 27 de febrero de 1933. Este incendio fue utilizado por los nazis para acusar al Partido Comunista de conspirar contra el Gobierno y está considerado un hecho fundamental en el establecimiento de la Alemania nazi (o Tercer Reich).

Gracias a esto, Adolf Hitler, entonces Canciller de Alemania, presionó a un débil presidente, Paul von Hindenburg, para que firmara un decreto de emergencia para suspender las libertades civiles. Luego de esto pasó a una feroz persecución del Partido Comunista de Alemania, del Partido Socialdemócrata Alemán, de los judíos y de toda persona u organización que se le opusiera. En aquel entonces, políticos como Trotsky llamaron a que los partidos perseguidos cerraran filas para detener a los nazis, pero la política estalinista que llegaba desde Moscú lo prohibió. Ya se sabe el resultado.

Guardadas las proporciones, López Obrador hizo algo similar, atacó a todos los partidos que se le opusieron, culpándolos del “desastre”, luego siguieron los medios, los órganos autónomos y el Poder Judicial. Su incendio del Reichstag fue menos aparatoso, pero igualmente efectivo: se adueñó de los tres Poderes, de la mayoría de los gobiernos estatales y amedrenta a medios, empresarios y opositores. El momento culminante de este “incendio” ocurrió el pasado 1° de junio, en una elección fracasada y fraudulenta.

Donald Trump está haciendo algo similar. Ha convertido a los migrantes en criminales que intentan una invasión a los Estados Unidos. En consecuencia, ha llamado a una especie de lucha patriótica. El presidente norteamericano es un delincuente probado, ha violado leyes o invocado leyes vetustas. Con sus actitudes está llamando a que le den completa carta blanca para sacar por la fuerza a los migrantes al precio que sea, incluso aquellos en proceso de regularizar su situación. Esta pidiendo que la sociedad y las instituciones le den permiso de quemar el Reichstag. Y si no su permiso, al menos su silencio.

Las imágenes de autos quemados y civiles enfrentados a la policía portando banderas mexicanas en Los Angeles ayudan a Trump a hablar de una invasión o una insurrección, un intento de extranjeros, sobre todo mexicanos, de violentar a su país. La acusación de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior, contra Claudia Sheinbaum de que alentaba las manifestaciones violentas puede haber quedado en la mente de muchos. Hay una invasión.

Pero en Estados Unidos ha surgido una resistencia que ha unido universidades, empresarios, migrantes, mujeres, colectivos LGBTQ+, jubilados, actores, jóvenes, etc., que han salido a la calle en varias ocasiones y que ahora preparan para el sábado 14 de junio una magna protesta bajo el lema “No Kings”. Mientras Trump esté celebrando su cumpleaños 79 con un desfile en su honor, cientos de protestas contra su gobierno serán la noticia del día.

Se habla de más de mil manifestaciones. Las protestas son organizadas por el movimiento 50501 bajo el lema “Un día de desafío” (“A day of defiance”). El nombre “50501” significa “50 protestas, 50 estados, un movimiento.” Los organizadores esperan que este 14 sea la movilización más grande en un solo día.

En la página WEB de esta organización se da la razón de por qué se llama NO KINGS: “Han desafiado a nuestros tribunales, han deportado a estadounidenses, han hecho desaparecer a gente de las calles, han atacado nuestros derechos civiles y han recortado nuestros servicios. La corrupción ha ido demasiado lejos. Sin tronos. Sin coronas. Sin reyes”.

Varias de las organizaciones que participarán han insistido que hay el compromiso de una acción no violenta. No se deben buscar confrontaciones. Las armas de cualquier tipo están prohibidas, por supuesto. No hay que darle excusas a la gente de la Casa Blanca para reprimir o descalificar. Esperan que los participantes “busquen reducir cualquier posible confrontación con quienes discrepan de nuestros valores y actúen conforme a la ley.”

En Estados Unidos están defendiendo su Reichstag de un incendio. En nuestro país no supimos, no quisimos y no pudimos defenderlo. Acotar a los Trump del mundo es tarea de todos.

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