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Los desafíos para recuperar las localidades

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OpiniónEl Economista

Marisol Ochoa

Desafíos importantes tocan la puerta al gobierno mexicano. Así, los temas de inseguridad y violencia, si bien es cierto que en estos meses han recibido otro reconocimiento, ocupación y a su vez preocupación por parte de las autoridades federales para hacer esfuerzos conjuntos con los estados y municipios, habrá que sortear muchas adversidades en el horizonte. Hemos insistido que más allá de la agenda por parte de los Estados Unidos para controlar la frontera y contener el tráfico de fentanilo y migración y asumir las presiones impuestas a México en la materia, de nuestro lado, la apuesta por detener y desmantelar, por una parte, las lógicas económicas criminales y las capacidades de control territorial que se han desarrollado crónicamente en algunos territorios del país, es una tarea compleja más no imposible.

El aprendizaje lo tenemos: sabemos desde hace más de 20 años, que las lógicas delictivas comenzaron a incursionar en negocios, y espacios institucionales para controlar economías a partir de puestos y áreas estratégicas que permitieran ejercer el dominio sobre territorios, negocios y gestión administrativa en los espacios públicos. Así desde una intervención local, podemos comprender muchas veces el tamaño del problema que enfrentamos, de la mano de la fragmentación y debilidad crónica de las instituciones que, en muchos casos, se encuentran incapacitadas para operar, sin recursos y sin verdaderos procesos de seguimiento, y a disposición de ser controladas por las organizaciones criminales locales o foráneas.

Este tipo de incursión de lógicas criminales se relaciona directamente con los delitos que sufren los ciudadanos en un municipio o región, como los robos a casa habitación, secuestros, extorsiones, cobros de piso entre otros, que dependen de la capacidad y logística criminal para operar y cooptar en los espacios de interés. Tan solo hay que echar un vistazo a los municipios para analizar los delitos que son claves para entender como la expansión de negocios ilícitos se desarrolla, que no es ciencia. Casos clave par entender estas expansiones de negocios criminales, más allá del trasiego de drogas y migración, son los que ocurren en el nivel local y regional, donde la debilidad institucional de seguridad es evidente.

Explicar el caso de Chiapas donde la limpieza de las policías municipales en al menos 8 municipios y que ha tenido como resultado la detención de aproximadamente 359 supuestos policías, nos permite comprender como el dominio y la sumisión de las poblaciones es central para obtener recursos ilegales cotidianos, hasta que la máquina truene y colapsen las fuentes recurrentes de extracción económica. Otro caso, que evidencia esta debilidad se dio en Tepotzotlán -Pueblo Mágico-, donde se vivió un asalto en el restaurante el Ritual, que de nueva cuenta apunta a una supuesta complicidad de policías municipales con organizaciones criminales, en donde el municipio ha evidenciado desde hace un par de años a la par de otros en el estado de Morelos, que poco a poco se deteriora la tranquilidad en la localidad con el resurgimiento de nuevos delitos y acciones criminales de extorsión y robo. Y que decir del caso que se presentó en Nuevo Laredo, Tamaulipas, hace unas semanas donde una familia era perseguida por un grupo criminal en la carretera, sin recibir ayuda del tránsito local. Así podemos echar un vistazo a nuestras incidencias delictivas locales, y analizar por donde apretar los tornillos, pero para hacer esto con seriedad, se requiere, compromiso, manos dispuestas a trabajar y recursos económicos importantes.

La lucha que se va emprendiendo en este sexenio, marca una diferencia empezando por reconocer en acciones que abrazos no son la ruta. Por otra parte, además de proponer coordinaciones y apoyo desde la federación, los estados tendrán que hacer la otra parte del trabajo, que es hacerse cargo de sus municipios, empezando por reconocer fallas estructurales, colusiones, economías ilegales y cooptaciones criminales. En este contexto, se comienza sin recursos suficientes -el presupuesto en materia de seguridad disminuyó de 110 mil millones de pesos a 75 mil millones de pesos en este sexenio- augura que habrá que hacer mucho con muy poco. Por otra parte, la mirada por apostar a una coordinación que se ocupe de las localidades, marca un camino estratégico que no podemos minimizar, pero que no se logrará si no se desestructuran las bases económicas que permiten pagar y comprar controles territoriales y armas. Si bien es cierto, que los entramados de corrupción, impunidad y colusión han crecido y han logrado consolidarse como verdaderos controles de facto en algunas localidades, las cosas pueden hacerse distinto, pero para esto, el principio es reconocer, señalar, denunciar, desmantelar, debilitar y recuperar espacios estratégicos, pero todo al mismo tiempo…

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