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El Big Beautiful Bill y la energía

Jorge A. Castañeda | Columna invitada
El martes, el Senado estadounidense aprobó una versión modificada del “Big Beautiful Bill” (BBB), la ley de reconciliación presupuestaria de Donald Trump, con enmiendas que la hacen aún más insostenible fiscalmente. El CBO, la oficina de presupuesto del Congreso, estimó que el BBB tendría un impacto presupuestario de 3.3 billones de dólares en la próxima década, agravando lo que muchos ya consideran una posición de deuda insostenible para EU. Esta preocupación ha llevado a algunos republicanos y antiguos aliados de Trump, como Elon Musk, a enfrentarse a la administración, pero no es la única. Los impactos en los mercados energéticos también han sido causa de controversia y podrían dañar aún más la competitividad de EU en el largo plazo.
La iniciativa BBB representa un cambio de rumbo significativo para la industria energética estadounidense, afectando especialmente al sector eléctrico y las energías renovables. Al restringir los subsidios federales para proyectos solares y eólicos mediante nuevas condiciones regulatorias, el BBB introduce un entorno mucho menos atractivo para la inversión privada. Aunque se eliminó un impuesto propuesto antes de su aprobación, la incertidumbre generada por estos cambios ya ha comenzado a traducirse en la cancelación de proyectos y pérdida de empleos. El encarecimiento de la electricidad, tanto para hogares como para empresas, es una consecuencia difícil de evitar en este nuevo escenario.
El contexto actual vuelve estas medidas aún más relevantes. La demanda eléctrica en EU, tras años de relativa estabilidad, crece rápidamente, impulsada por la proliferación de centros de datos y el avance de la Inteligencia Artificial. Sin un marco que incentive la expansión de energías renovables y la infraestructura para soportarlas, el sistema eléctrico corre el riesgo de volverse menos confiable y más dependiente de combustibles fósiles, lo que podría traducirse en mayores costos y emisiones. Además, la presión por desvincularse de las cadenas de suministro chinas, sin alternativas domésticas robustas en el corto plazo, complica la viabilidad de una industria manufacturera nacional de tecnologías limpias que apenas comenzaba a consolidarse.
A mediano y largo plazo, el BBB podría afectar la competitividad internacional de EU. Mientras China consolida su liderazgo en exportación y desarrollo de tecnologías limpias, EU corre el riesgo de rezagarse en la carrera global por la transición energética. Esto no solo compromete los objetivos de descarbonización, sino también la generación de empleos de calidad y el liderazgo tecnológico del país. En este contexto, la política energética debería centrarse en fomentar la inversión y la innovación, con tarifas competitivas y una transición ordenada hacia fuentes más limpias y seguras.
Para México, este posible viraje en la política energética estadounidense representa una encrucijada que podría definir su rol en la economía norteamericana en las próximas décadas. Por un lado, se abre una oportunidad sin precedentes: la incertidumbre y el encarecimiento de la energía limpia en EU podrían acelerar el nearshoring. Pero el riesgo es igual de alto. La capacidad para capitalizar esta coyuntura depende de la política interna, donde resulta indispensable facilitar la inversión privada en energía. Si no ofrecemos certidumbre regulatoria y la infraestructura energética que nuestro vecino del norte podría comenzar a debilitar, esta oportunidad histórica podría, una vez más, irse de nuestras manos.