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El alto costo de la efímera ley marcial de Corea del Sur
Incluso cuando Corea del Sur se vio sumida en la agitación política tras la breve declaración de ley marcial del presidente, los mercados financieros se han mantenido en calma. Pero el país todavía tiene meses de incertidumbre política por delante, lo que lo deja en una posición débil para responder a los cambios de política estadounidense cuando el presidente electo Donald Trump asuma el cargo.

South Korea Crisis and Korean Political Chaos and turmoil in Seoul symbol of security challenges and democracy as a broken puzzle in a 3D illustration style.
SEÚL – Cuando el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, declaró abruptamente la ley marcial a última hora del 3 de diciembre, alegando que era necesaria para eliminar a las fuerzas “antiestatales”, estallaron protestas callejeras casi de inmediato. Al amanecer, la Asamblea Nacional había aprobado por unanimidad una resolución para rescindir la declaración de Yoon. Desde entonces, Yoon ha sido sometido a un proceso de destitución y el tribunal constitucional ha iniciado un proceso judicial, pero muchos todavía no entienden por qué Yoon declaró la ley marcial en primer lugar.
Esto es ciertamente cierto en el caso de los economistas y los responsables de las políticas financieras que conocí durante mi visita a Seúl, planeada desde hace tiempo, la semana pasada. Algunos supusieron que Yoon estaba frustrado por su incapacidad para aprobar leyes desde las elecciones generales de abril, en las que su Partido del Poder Popular (PPP) perdió su mayoría parlamentaria por un amplio margen. Yoon, un ex fiscal, no es especialmente hábil políticamente y, al parecer, el tira y afloja de la política democrática fue demasiado para él.
Cualquiera que haya sido el motivo, la declaración de Yoon resultó ser un suicidio político. Es cierto que el primer intento de destitución de la oposición fracasó, porque los representantes del PPP (al menos ocho de los cuales habrían tenido que votar a favor de destituir a Yoon) abandonaron la Asamblea. Pero las protestas públicas continuaron y las encuestas de opinión confirmaron la opinión abrumadoramente negativa del público sobre la conducta de Yoon. Por eso, cuando se realizó una segunda votación para destituirlo, el 14 de diciembre, el PPP se mantuvo firme. Finalmente, la moción fue aprobada por 204 votos a favor y 85 en contra.
Mucha gente dentro y fuera de Corea del Sur, incluidos amigos con los que he hablado, piensa que el impeachment de Yoon es una señal de que la democracia del país está funcionando, a pesar del intento del presidente de desbaratarla. Al caminar por las calles de Seúl, todo parece seguir igual.
Incluso los mercados financieros se han mantenido bastante tranquilos, incluso durante los diez días de incertidumbre política que siguieron al intento de Yoon de imponer la ley marcial. Al día siguiente de la efímera declaración, el KOSPI, un índice representativo de los precios de las acciones cayó un 2%, de 2.500 a 2.464, y siguió bajando hasta llegar a 2.361 el 9 de diciembre. Pero desde entonces el índice ha recuperado la mayor parte de sus pérdidas, subiendo a 2.495 el 13 de diciembre. De manera similar, si bien el rendimiento de los bonos a diez años cayó ligeramente, se ha mantenido estable en general.
Asimismo, el won se depreció de 1.413 por dólar estadounidense el 4 de diciembre a 1.435 el 13 de diciembre. Pero el won se estaba depreciando mucho antes de la declaración de la ley marcial por parte de Yoon: el 27 de noviembre, el tipo de cambio del dólar era de 1.391. Los fundamentos débiles, no la incertidumbre política, parecen estar impulsando la tendencia.
Corea del Sur debe la estabilidad de sus mercados financieros en gran medida a un equipo económico competente y bipartidista, encabezado por Rhee Chang-yong, gobernador del Banco de Corea, y Choi Sang-mok, ministro de Economía y Finanzas. Rhee y Choi han enviado los mensajes correctos e introducido medidas políticas eficaces, como proporcionar liquidez al mercado.
Pero esto no significa que Corea del Sur esté a salvo. El Tribunal Constitucional ahora tiene seis meses para decidir si confirma el impeachment y destituye a Yoon de su cargo de manera permanente, o lo revoca y lo restituye. Hay precedentes de ambos resultados. El Tribunal revocó el impeachment del presidente Roh Moo-hyun de 2004, pero confirmó el de Park Geun-hye en 2016.
Cabe destacar que el Tribunal tardó sólo tres meses en tomar su decisión sobre Park, lo que sugiere que el destino de Yoon podría decidirse ya en marzo (y hasta junio). Si la Corte Suprema sostiene el impeachment, se deben celebrar elecciones presidenciales dentro de 60 días, lo que implica una fecha entre mayo y agosto. Mientras tanto, el primer ministro Han Duck-soo llevará a cabo las funciones del presidente.
Pero el primer ministro, incluso en su calidad de presidente interino, no tiene la misma autoridad que un presidente electo, en el país o en el extranjero. Como resultado, el proceso de impeachment creará una especie de vacío político, que socavará la capacidad de Corea del Sur para responder a los cambios en las políticas estadounidenses esperados después de la asunción del presidente electo Donald Trump en enero. Corea del Sur podría enfrentar nuevos aranceles, por ejemplo, o demandas de que cubra una parte mucho mayor del costo de apoyar la presencia militar estadounidense en el país. La aparente afinidad de Trump con el presidente ruso Vladimir Putin, quien ha dispuesto que las tropas norcoreanas luchen junto a Rusia en Ucrania, también es motivo de preocupación.
Por lo tanto, si bien la declaración de ley marcial de Yoon fue de corta duración, su impacto político será duradero. Cuando termine el drama del impeachment, Corea del Sur se enfrentará a un mundo diferente, y el mundo podría enfrentarse a una nueva realidad en la península de Corea.
El autor
Takatoshi Ito, ex viceministro adjunto de Finanzas de Japón, es profesor en la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia y profesor titular en el Instituto Nacional de Posgrado de Corea. o Estudios Políticos en Tokio.
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