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Opinión

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¿Y las obligaciones?

Los padres de hoy son la primera generación regañada por sus padres y regañada por sus hijos.

Cuando era niño, me decían los adultos que toda persona tiene derechos y obligaciones. La vida en sociedad, permanentemente, requería que éstos se revisaran y definieran, para establecer los límites de la convivencia entre unos y otros.

Las obligaciones de terceros, de alguna manera, garantizaban mis derechos. Y recordaban a Benito Juárez: El respeto al derecho ajeno es la paz .

Dicho de otro modo, si quiero paz, estoy obligado a respetar el derecho de los demás, y para que existan mis derechos y se respeten, los otros deben también tener obligaciones.

Estas lecciones eran muy simples de entender para la mente de un niño sesentero. Sin embargo, llevo años notando la ausencia del concepto de obligaciones en la escuela, los medios, los discursos o en las promesas de campaña.

Me queda claro que hablar de obligaciones hoy no es políticamente correcto. En cambio, hacerlo de derechos es muy redituable.

Parece que quien aborda el tema de las obligaciones tiene una vena autoritaria, vertical o estatista, en un mundo que privilegia la democracia, lo horizontal y lo ciudadano, cuando menos en el discurso.

Lo grave del tema es que la ecuación social no funciona sin obligaciones y a nuestras niñas, niños y jóvenes les inculcan y enseñan todo tipo de derechos y ninguna de éstas. ¿Cómo puede funcionar una sociedad de derechos únicamente?

Por ello, los padres de hoy son la primera generación regañada por sus padres y regañada por sus hijos.

¿PODEMOS SEGUIR ASÍ?

Derechos y obligaciones son una ecuación que funciona equilibradamente. Sin que los otros cumplan sus obligaciones, es muy difícil que yo ejerza mis derechos.

Y sin que yo cumpla mis obligaciones, es posible que invada los derechos de los demás.

La sociedad se ahoga en la falta de compromiso con el colectivo y las obligaciones, en vez de ser exigibles, se han vuelto autorregulables.

Quienes tienen conciencia van mucho más allá de sus obligaciones. Pero aquellos que han sido tragados por el individualismo extremo, a falta de ésta, tienen hoy normas o costumbres desdibujadas. Sin una dinámica equilibrada de la vida en sociedad, los próximos lustros serán aún más violentos.

La frustración de los niños de hoy al tener que ceder y compartir muchas de las cosas que creían ganadas por derecho natural será motivo de una enorme crisis social.

¿Y las obligaciones? Es una pregunta hoy desesperada, mañana puede ser la explicación de una sociedad fracasada.

emoctezuma@tvazteca.com.mx

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