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Opinión

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Un mercado negro macabro

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Federico Rubli Kaiser

La prestigiosa Universidad de Harvard se vio sacudida el 2 de enero cuando después de presiones durante varias semanas su presidenta Claudine Gay renunció a su cargo al que fue nombrada hace apenas seis meses. Su dimisión se debió a que en una comparecencia ante el Senado, su respuesta sobre el anti-semitismo en el campus de la Universidad se consideró como inadecuada. Al mismo tiempo, se destaparon acusaciones de plagiarismo académico. Seguramente también enfrentó presiones de racismo y misoginia. En la cuestión del plagio, resulta difícil creer que algo tan grave no haya sido detectado por el escrupuloso Comité de Búsqueda. Es una crisis de riesgo reputacional para Harvard.

Pero no ha sido la única crisis que azotó a la institución. Por las mismas fechas en que fue nombrada Gay, se destapó en junio de 2023 un escándalo mayúsculo vinculado a su programa de donación de cadáveres (Anatomical Gift Program). Esos cuerpos y partes anatómicas eran utilizados para las prácticas de los estudiantes de medicina. Los futuros doctores y odontólogos trabajaban así con toda diligencia en cadáveres embalsamados o en partes cercenadas de los cuerpos para ese fin. A la vez, el Programa ofrecía a los donantes la oportunidad de poder otorgar su cuerpo al desarrollo de la ciencia. Al final, éstos eran cremados y las cenizas se entregaban a sus deudos.

Pero ese junio se dio un descubrimiento macabro. Desde 2018 el gerente de la morgue de Harvard por muchos años, Cedric Lodge, junto con su esposa, operaba una red nacional de tráfico de partes humanas. Fueron arrestados con los cargos de conspiración y de transporte interestatal de “bienes robados”. Se han declarado inocentes. El caso vuelve a ser noticia ya que su juicio está programado para abril y la revista Rolling Stone (enero 2024) revivió la historia con un minucioso reportaje de investigación.

¿Quiénes eran los clientes de Lodge? Se descubrió un mercado negro constituido a través de redes sociales, donde los llamados “coleccionistas de rarezas” y otros psicópatas compraban restos humanos para ser comercializados, revendidos o intercambiados como si fueran estampitas. Algunos industrializaban figuras de adorno con huesos, piezas de joyería y carteras. Por ejemplo, alguien adquirió dos cerebros y un corazón por 1,200 dólares que pagó vía PayPal. Es realmente nauseabunda esta degradación moral detrás de estas actividades.

El robo de cadáveres en tumbas es una práctica generalizada para abastecer ese mercado negro. Pero nunca nadie imaginó que Harvard fuera un protagonista en esa tétrica actividad comercial. Muchos parientes de los fallecidos están demandando jurídicamente a la Universidad. Por su parte Harvard prometió un reporte para evaluar el programa de donación y medidas para evitar futuros robos de cuerpos, pero ya lo postergó en dos ocasiones y no ha mencionado cuando lo emitirá.

La renuncia de Gay y el siniestro incidente del comercio de cadáveres han dañado la integridad y reputación de Harvard. Por el bien de la comunidad universitaria de tan prestigiosa institución, le urge en los dos casos tomar medidas correctivas y de control de daños.

X: @frubli

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Federico Rubli Kaiser

Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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