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Opinión

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Un bicho muy, muy raro

Ramón Martínez Leyva

Compartimos este planeta con cientos de miles de especies de animales, algunas de las cuales nos siguen pareciendo asombrosas, por decir lo menos. Desde insectos que convierten en zombis a sus presas o pulpos con tres corazones y nueve cerebros, los humanos no cesamos de maravillarnos con cada nueva especie que descubrimos. Esto resultó particularmente cierto para los naturalistas británicos que recibieron, a finales del siglo XVIII, los primeros ejemplares disecados de ornitorrinco; un animal con cuerpo y cola de castor, pico como el de un pato y patas palmeadas como un mamífero marino, además descrito como venenoso y ponedor de huevos. Tenía que ser una fabricación, una estafa, cosa nada rara para la época.

Hoy sin embargo sabemos que este pequeño Monotremata (orden de mamíferos ovíparos) no es sólo “raro”, sino que está repleto de cualidades a cual más asombrosa. El registro fósil y los estudios genéticos parecen indicar que los monotremas se separaron del resto del linaje de los mamíferos hace unos 200 mda, separándose de los mamíferos placentarios y los marsupiales por su incapacidad de lograr un embarazo interno y conservando su capacidad de poner huevos como los reptiles y las aves, con los que está genéticamente emparentado. Con los reptiles también comparte el hecho de poseer glándulas venenosas, lo que lo convierte en uno de los tres mamíferos venenosos que conocemos.

Los ornitorrincos son animales acuáticos que se alimentan principalmente de crustáceos y pequeños peces y moluscos. Es un excelente nadador que utiliza sus patas palmeadas para impulsarse y maniobrar, mientras que puede cerrar a voluntad sus orificios corporales para mantenerse herméticamente sellado y sumergirse por hasta dos minutos. El ornitorrinco nada con los ojos cerrados, por lo tanto no puede ver a sus presas. Entonces ¿cómo es tan buen cazador? Esto es porque en su pico (que sólo parece de pato) guarda otra de las características que lo vuelve único en los mamíferos: su electrorrecepticidad, es decir la capacidad de sentir las corrientes eléctricas que todos los seres vivos producimos. Sólo sabemos de otros dos mamíferos con esta capacidad, el equidna, Tachyglossidae y los delfines costeros de Guyana, Sotalia guianensis.

Su pico también alberga mecanorreceptores, sensores de presión y movimiento que le permiten atrapar un camarón de agua dulce que tenga la mala fortuna de pasar a menos de 25 cm de su pico, por ejemplo. A pesar de ser animalitos tiernos y “lindos”, la próxima vez que veas un ornitorrinco no te apresures a cogerlo. Los machos tienen espolones en sus patas traseras capaz de inyectar un lindo veneno (similar al de las serpientes) que si bien no es mortal para los humanos, si te dejaría con un dolor que no puede ser tratado con análgésicos convencionales, además de fiebre y náusea. Sólo el loris lento, género Nycticebus y la zarigüeya de cola corta, Blarina brevicauda, son mamíferos capaces de producir veneno, en un claro ejemplo de evolución convergente.

Pero para mí, el aspecto más asombroso de los monotremas es el hecho de que sean mamíferos. Después de incubar sus huevos por un mes en su vientre y sólo diez días en el exterior, la madre acurruca sus crías en su vientre, donde se acumula la leche que produce (los monotremas no tienen pezones como los demás mamíferos, excretan la leche a través de los poros de su piel) donde las crías pueden lamerla. La conjunción de su naturaleza ovípara y de mamífero (normalmente placentarios) es una de las propiedades más asombrosas de los monotremas, y los científicos aún se sorprenden de la serie de condiciones que tuvieron que darse para dar origen a este bizarro animal.

En la actualidad no existen grandes poblaciones de ornitorrincos, a pesar de haber sido introducidos en Tasmania para tratar de aumentar su población. La introducción de especies ajenas a su entorno, como el zorro rojo, las ratas y distintas especies de serpientes han provocado que actualmente se encuentre dentro de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, aunque no en riesgo inmediato.

El ornitorrinco, al igual que otras especies en nuestro planeta pueden parecer bichos de lo más raros, pero detrás de esa rareza usualmente hay una especialización altísima, y cientos de millones de años de evolución. Eso es lo maravilloso de esos bichos raros.

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Ramón Martínez Leyva

Es ingeniero en Sistemas Computacionales. Sus áreas de conocimiento son tecnologías, ciencia y medio ambiente.

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