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Opinión

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Teoría económica del amor

El mercado sentimental es de los más imperfectos que hay. En cuestiones del corazón, la información nunca es suficiente y con frecuencia mal procesada.

Marina Adshade es una de las economistas más interesantes del mundo. Nunca será Premio Nobel ni alcanzará una posición de primer nivel en el sector financiero, pero seguramente jamás se aburrirá con su materia de estudio: es una de las mayores especialistas en la economía del amor y el sexo.

Su blog Dollars and sex es una referencia inevitable para quien explora el tema. En él explora temas tan diversos como para qué sirve el matrimonio; por qué Justin Bieber atrae a mujeres mayores que él; cuál debe ser la sanción económica por una ofensa sexual, y por qué un burdel para mujeres es un mal negocio comparado con los tradicionales.

¿Qué hace una economista hablando de amor y sexo? Empecemos por lo obvio. El amor es uno de los bienes más escasos que existen y la economía se dedica a la asignación de los recursos escasos. La economía puede asomarse a lugares donde otras ciencias no entran. Después de todo, estamos ante un tema que tiene una dimensión económica indiscutible. Qué decir de la necesidad de un enfoque multidisciplinario, dada la complejidad: La gran cuestión, a la que no puedo responder, es: qué quiere una mujer , dijo Sigmund Freud. Lo más complicado del hombre, el gran misterio, es su simplicidad , contesta Adshade más de ocho décadas después.

El amor es una institución económica y por ello está llena de irracionalidad. El primer matrimonio es el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia. El segundo, el de la esperanza sobre la experiencia , escribió el inglés Samuel Johnson. La probabilidad de que un matrimonio termine en divorcio crece rápidamente, pero eso no impide que haya cientos de miles de matrimonios cada año. En 1971 había tres divorcios por cada 100 matrimonios en México.

Ahora son casi 15. La posibilidad de fracaso no disuade a casi nadie. Cada año se casan más de 550,000 personas en nuestro país.

Hombres y mujeres. El mercado sentimental es uno de los más imperfectos que hay. En cuestiones del corazón la información nunca es suficiente y, con frecuencia, los participantes procesan mal los datos que reciben. Cuando se trata de una gran pasión, no existen bienes sustitutos. Es Julieta o la Muerte, dice Romeo. Es Julieta y la Muerte, decide Shakespeare. En el amor no existe la competencia perfecta: cartera mata carita.

El matrimonio es más eficiente que la soltería porque es una unidad de producción y consumo más eficiente, demostró Gary Becker, el premio Nobel de Economía hace más de cuatro décadas. Una de las razones es que la pareja produce decisiones más racionales o minimiza las compras más irracionales: No te compres otra raqueta, José Luis, ya tienes cuatro . Tienes razón, Alejandra, pero tú deja esos lentos oscuros. Tampoco los necesitas.

El amor se parece a las inversiones, postula el asesor Ben Stein. Por eso, los tips para los inversionistas pueden ser útiles para los enamorados. Dos de sus consejos vienen al caso: vale la pena investigar, lo más atractivo y seductor puede ocultar el mayor riesgo de pérdidas. Segundo, la estrategia de inversión de largo plazo rinde buenos dividendos.

Amor y economía. El tema no se agota ni siquiera cuando acaba el amor. Un matrimonio disfuncional provoca pésimas decisiones económicas, por ejemplo, cuando cada uno empieza a tomar decisiones a partir del cálculo de cuánto le tocaría en caso de una separación. El divorcio es un gran tema económico, pero no toca hablar de él.

Estamos en el Mes del Amor y la Amistad y más vale tener contento a San Valentín.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

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