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La traición
El presidente Andrés Manuel López Obrador consumó su venganza con la aprobación de la reforma judicial.
Durante el proceso legislativo hubo todo tipo de imposiciones y excesos. Las voces de integrantes de la Suprema Corte, del Consejo de la Judicatura y del Tribunal Electoral fueron ignoradas durante los foros de discusión y las protestas de los trabajadores fueron apagadas con la utilización de la fuerza policiaca, para hacer una fortaleza de la vieja casona de Xicoténcatl.
La oposición habría logrado evitar la aplanadora con 43 votos, pero Morena y sus aliados, a golpe de amenazas y chantajes, consiguieron la mayoría calificada y consumaron la demolición del Poder Judicial.
Adán Augusto López, coordinador de los senadores de Morena, probó su efectividad como negociador de vicios y componendas para lograr la consumación de una mayoría artificial. No, no mostró dotes de un liderazgo negociador. Se dice que echó mano de la intimidación y habría mostrado un amplio catálogo de delitos para meterlos al bote.
En efecto, consiguió los 86 votos y la reforma va. ¿La elección de jueces, magistrados y ministros acabará con los feminicidios, asaltos, secuestros, extorsiones, la violencia del crimen organizado y fraudes? No, porque la reforma no busca verdad ni justicia. Busca venganza y, en consecuencia, la impunidad se extenderá.
El Evangelio según San Mateo indica que a Judas Iscariote le dieron 30 monedas de plata para pagarle el favor de traicionar a Jesús de Nazaret. En el Evangelio de Xicoténcatl, Miguel Ángel Yunes Márquez es la cara visible de la traición. Las malas lenguas dicen que no le dieron 30 monedas, sino que le pagaron con impunidad.
Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, desde antes de tomar protesta el 1º de septiembre, ya habían pactado con el oficialismo: su voto a favor de la reforma judicial, a cambio de privilegios.
No es la primera vez que se conjuga el verbo traicionar en el Congreso mexicano. Es, incluso, una práctica común en el mundo. Pero hablemos claro, la traición en el ámbito político no es simplemente una ruptura de promesas o un cambio de alianzas. Es una herramienta política perfectamente calculada para alcanzar objetivos de poder, riqueza o influencia.
Los políticos que se dicen pragmáticos en realidad son personajes dispuestos a abandonar sus principios y traicionar la confianza de sus electores, aunque ello signifique poner en riesgo los derechos humanos y las libertades de su pueblo.
Son esas alianzas estratégicas, las de los traidores, las que han encumbrado a dictadores y a regímenes autoritarios en todo el planeta, desde Corea del Norte hasta Argentina.
Hitler, Stalin, Pinochet, Stroessner, Kim Il-sung, Kim Jong-il, Idi Amin y Mobutu Sese Seko utilizaron métodos coercitivos para comprar a sus oponentes y recurrieron a la violencia para eliminar a los críticos o disuadir a otros de oponerse al régimen.
Escandalosamente y sin pudor, Miguel Ángel Yunes Márquez, Araceli Saucedo y José Sabino Herrera decidieron traicionar a sus electores.
La reforma judicial consumada por Morena, sus partidos satélites y sus nuevos aliados, tendrá un impacto negativo en millones de personas. Romper el equilibrio entre los tres Poderes de la Unión es un acto deliberado para debilitar el Estado de Derecho y para abrirle la puerta al establecimiento de regímenes autoritarios.
No merecen otro calificativo. Son: “¡Traidores!”.