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La Cultura de la Paz, El Mediador

Como hemos sostenido a lo largo de esta serie, la mediación es un movimiento humanizador y democratizante que impulsa la cultura de la paz y propicia de manera creciente la solución sana de conflictos.
En la mediación las personas involucradas en una controversia son quienes deciden cómo solucionarla o prevenirla, están a cargo de su procedimiento con el apoyo de un mediador profesional para su gestión.
Para la existencia de los servicios de mediación es un requisito sine qua non, la presencia de un mediador, que no se improvisa, no surge de manera espontánea, ni por virtud de un nombramiento, sino como resultado de una capacitación especializada de alto rigor académico.
Quien aspira a ser mediador debe ser apto para comunicarse, contar con habilidades naturales para la negociación, capacidad para reducir la tensión emocional, paciencia, actitud de escuchar y disposición abierta para aceptar diferentes estilos de vida. Sobre todo, debe formarse, capacitarse en apego a programas de alto rigor académico, tal y como lo hemos ya comentado en esta serie en las entregas sobre Capacitación en Mediación.
Mediar es más que reunir a las personas que comparten una controversia y hacerlas hablar sobre su problema, por lo que es indispensable una formación especializada que permita dominar las reglas y técnicas de mediación.
El mediador debe motivar sin manipular; halagar sin presionar; propiciar que cada parte se cuestione a sí misma para que reconozca —cada una— las debilidades de su propia posición, lo que les permitirá abrirse a un acuerdo. Para lograrlo, el mediador debe aprender a escuchar activamente, a parafrasear, a transformar el lenguaje en neutral.
El mediador facilita la negociación entre las partes, para ello les ayuda a:
- descubrir los temas reales involucrados en la controversia;
- entender la diferencia entre lo que quieren y lo que necesitan;
- comprender los deseos y las necesidades de la otra parte, y
- considerar realmente las opciones posibles.
El mediador ejerce el papel de conductor del procedimiento y facilita la comunicación entre las partes, denominadas mediados.
Conforme a las definiciones que existen en el derecho positivo mexicano en la materia y conforme a la doctrina en la materia, mediador es el especialista que, habiendo cumplido los requisitos previstos en la legislación aplicable, se encuentra capacitado, certificado y registrado por el Tribunal de que se trate para conducir el procedimiento de mediación e intervenir como facilitador de la comunicación y la negociación entre los particulares involucrados en una controversia, puede ser público o privado.
Es un tercero imparcial y neutral que actúa para facilitar la comunicación entre las partes involucradas en un conflicto o controversia, sin poder de decisión, para que diriman esa controversia o conflicto, y alcancen voluntariamente su propio arreglo mutuamente aceptable.
Los mediadores en todos los países, suelen ser profesionales de diversas disciplinas que se forman en diplomados u otros cursos de postgrado. Excepto en el caso de la mediación entre pares en el ámbito de la mediación social, como hemos expuesto en entregas anteriores. Estos mediadores también son capacitados y entrenados, no siempre cuentan con una formación profesional previa, tal es el caso de mediadores escolares y mediadores comunitarios, por citar algunos ejemplos.
El mediador tiene las siguientes obligaciones:
- Efectuar en forma clara, ordenada y transparente las actuaciones que les impone la mediación, a partir de sus principios rectores, mismos que ya hemos analizado;
- Tratar con respeto y diligencia a los mediados, conduciéndose ante ellos sin posturas ni actitudes discriminatorias;
- Abstenerse de divulgar y utilizar la información que obtengan en el ejercicio de su función y cumplir con el deber del secreto profesional;
- Conducir la mediación con flexibilidad, respondiendo a las necesidades de los mediados, de manera que, al propiciar una buena comunicación y comprensión entre ellos, se facilite la negociación;
- Cuidar que los mediados participen de manera libre y voluntaria, exentos de coacciones o de influencia alguna;
- Conducir la mediación estimulando la creatividad de los mediados durante la negociación;
- Asegurarse de que los acuerdos a los que lleguen los mediados, estén apegados a la legalidad y sobre la base de la buena fe;
- Evitar influir en los mediados para acudir, permanecer o retirarse de la mediación;
- Suscribir el escrito de autonomía y celebrar el convenio de confidencialidad con los mediados;
- Dar por concluida la mediación cuando exista falta de respeto a las reglas para conducirse en la mediación, por parte de uno o ambos mediados, falta de colaboración en uno o ambos mediados, cuando uno o ambos mediados falten a dos sesiones consecutivas sin justificación o, uno de ellos a tres sesiones sucesivas sin causa justificada, cuando la mediación se vuelva inútil o infructuosa para la finalidad perseguida y cuando alguno de los mediados o ambos lo soliciten;
- Avisar a la autoridad competente cuando, en el desempeño de sus funciones, tenga indicios de amenaza para la vida o la integridad física o psíquica de alguno de los mediados o cuando conozca de la concreción de hechos delictivos perseguibles de oficio, tanto para orientarlos y canalizarlos a las instituciones especializadas pertinentes o para, en su caso, hacerlo del conocimiento de las autoridades correspondientes, y
- Someterse a los programas de capacitación continua y de actualización.
El mediador debe ser supervisado y evaluado de manera constante. La supervisión al mediador tiene como propósito analizar las técnicas utilizadas en la gestión de conflictos, identificar sus conductas y comprobar que su actuar se apegue a los principios que rigen la mediación, revisar que las actividades registradas correspondan a las realizadas y determinar si las acciones del mediador cumplen con la normatividad aplicable.
Aleatoriamente debe supervisarse la conducción del servicio de mediación; evaluar la aplicación de las técnicas de mediación empleadas; constatar el aprovechamiento de los programas de capacitación continua y actualización; detectar las necesidades de apoyo psicológico, cuando así lo requieran para su propia estabilidad emocional y para su atención, en su caso, y elaborar los diagnósticos y presentar las propuestas de retroalimentación que se estimen necesarias.
Ser mediador es una profesión de enorme responsabilidad.
Pascual Hernandez Mergoldd es abogado y mediador profesional
Twitter @Phmergoldd

