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Intolerable

“No hay más violencia, lo que hay son más homicidios en el sexenio…” afirmó el presidente en su mañanera, y esto ¿qué quiere decir? Para el mandatario, la “estrategia de seguridad” va por buen camino, ya que como lo ha defendido desde el inicio de su gobierno, la atención de las causas -dar más oportunidades a los jóvenes para estudiar y trabajar-, a su entender, implica que la relación con la criminalidad sea menor, pero ¿cómo lo prueba?, ¿existen datos y metodologías para poder afirmar que, atendiendo las “causas”, la relación con el aumento o disminución de la violencia homicida se altera? Nadie discute que los proyectos sociales son necesarios y no pueden ser negociables en ningún país del mundo, pero de ahí, a que éste sea el pilar de una estrategia de seguridad nacional para enfrentar el crimen, lo vuelve confuso, porque entonces nos surge la pregunta sobre ¿qué han entendido por seguridad y combate a la criminalidad todo este tiempo?, ¿qué y cómo han priorizado los objetivos?
El mandatario sostiene que la atención a las “causas” es la solución al problema de la violencia, entonces ¿cómo explicar el aumento de homicidios dolosos en nuestro país que hoy asciende a más de 186 mil 139 casos entre el 1 de diciembre del 2018 al 5 de mayo del 2024? Estas cifras de conformidad al reporte T-Research México, “Mx la Guerra en Números”, análisis que se elabora a partir de recabar datos emitidos por las fiscalías estatales y dependencias federales a lo largo del sexenio, evidencian un recrudecimiento y aumento de homicidios dolosos en el país, siendo el mes de abril uno de los meses más violentos del sexenio, que tan sólo el 28 de abril acumuló 103 muertes.
Así, tratar de comprender la estrategia de seguridad del actual sexenio, comienza a aclarar una ruta importante, no tanto así positiva en resultados. El intento de separar “las violencias” de los homicidios dolosos, nos conduce a un escenario complejo, que nos indica que los homicidios dolosos, se comprenden a partir de cómo las economías y controles de las organizaciones delictivas -productos del pasado a decir del actual gobierno, que siguen vigentes-, se gestionan, confrontan, reproducen e imponen sus reglas en distintos negocios y territorios, al amparo de la impunidad y corrupción, donde la falta de instituciones para contener la criminalidad en los tres órdenes de gobierno ha estado poco presente y/o ha sido muy poco efectiva. Entonces ¿para qué se necesitó un despliegue militar con un estado de fuerza de aproximadamente 118mil elementos, donde la mayor parte de sus elementos son militares y marinos? ¿Están en el territorio para atender las causas de la violencia o para combatir la criminalidad?
Separar en un discurso las violencias homicidas nos conduce a evadir compromisos indispensables para construir y consolidar un verdadero estado de derecho, valorando acciones que no deben, ni tienen que llevarse a nombre de valores superiores como la perpetuidad de un partido, ideología o creencia, sino a partir de asumir la responsabilidad de realidades que no son imperceptibles, y que como sociedad nos lastiman todos los días como la muerte que se registra cotidianamente en nuestro país. Los homicidios dolosos son el síntoma de la atroz realidad violenta que padece nuestro territorio, uno no puede existir sin el otro, y esto no implica si alguien estudia o trabaja, forma parte de una pandilla o no lo hace. La relación para comprender mejor las violencias homicidas se complementa desde otras vías, donde se encuentran implícitas la falta de presencia de estado de derecho, de instituciones fuertes y sólidas, falta de metodologías y evaluaciones, de aplicación de la ley, intereses exógenos, donde la preservación y cuidado de la vida, pasa a segundo término. Los homicidios reflejan las relaciones violentas que establecemos cotidianamente y la permisividad para llevarlos a cabo, no le demos tanta vuelta a lo que a todas luces es evidente.