El problema de la cebada de malta (II)

El mercado cervecero en México está dominado por dos grupos fabricantes de cerveza y 10 compañías de malta, según una investigación de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Hasta el 2014, la industria cervecera generaba ingresos por 22,367 millones de dólares y analistas estiman que el Grupo Modelo, que en el 2012 fue comprada en su totalidad por su exsocia belga Anheuser-Busch InBev (AB In Bev), domina 55% del mercado, mientras que su competidora más cercana, la cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma, adquirida desde el 2010 por Heineken, tiene otro 43% de participación, así que el resto se divide entre otras compañías, sobre todo en pequeños productores.

La industria representa 4% de la recaudación total del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), al Valor Agregado (IVA), sobre la Renta (ISR) y Nómina (el sector genera 55,000 empleos indirectos y 2.5 millones de indirectos) , según el Consejo de Investigación sobre Salud y Cerveza.

Sobre la malta de cebada, asevera que el 100% que se produce en México es consumido por la industria cervecera mexicana, lo que proporciona empleo a más de 92,000 agricultores , lo cual es falso, porque ya toda la cerveza que se vende en México es propiedad de extranjeros.

Sin embargo, si la Cofece quiere hacer algo relevante en el sector, necesita fortalecer la presencia de los cerveceros artesanales frente a las dos grandes. Esto implicaría revisar al duopolio cervecero como un monopsonio comprador monopólico o con poder sustancial conjunto del mercado, y favorecer la siembra de más tierra y de más productores nacionales de cebada. Pero esto exige un esfuerzo de política pública y no eliminar sino focalizar bien los subsidios, que son los únicos elementos estructurales que encontramos, junto al cártel entre algunos cerveceros que son demasiado buenos amigos como para ser competidores y al tamaño excesivo dominante de las dos grandes productoras.

No estamos ante un mercado con fuertes barreras legales a la entrada: cualquier persona puede producir cerveza artesanal, más no la convencional. El problema auténtico está en la producción de cerveza, donde las autoridades de competencia mexicana han sido excesivamente condescendientes con las dos multinacionales productoras de ese líquido en México, al permitir concentrarse sin condiciones fuertes para promover la competencia o haber objetado algunas de estas operaciones, o la compra de las muchas cervezas artesanales que están haciendo Heineken y su rival Anheuser-Busch InBev SABMiller (tras su anuncio de fusión); junto con la permisión de mantener las exclusividades con numerosos puntos de venta y de eliminarlas sólo progresivamente, error craso de la anterior Administración antitrust.

Muy pocos cerveceros cumplen con la NOM de la cerveza; las autoridades no controlan la calidad del producto, sino que paguen impuestos.

El proceso que inició la Cofece es por barreras a la competencia y la libre concurrencia: cualquier característica estructural del mercado; hecho o acto de los agentes económicos que tenga por objeto o efecto impedir el acceso de competidores o limitar su capacidad para competir en los mercados; que impidan o distorsionen el proceso de competencia y libre concurrencia, así como las disposiciones jurídicas emitidas por cualquier orden de gobierno que indebidamente impidan o distorsionen el proceso de competencia y libre concurrencia, de acuerdo al artículo 3 fracción IV de la LFCE.

Estimamos que la principal barrera a la entrada es el convenio de exclusividad de las cerveceras con los fabricantes de cerveza de malta, que les impide vender a otros fabricantes de cerveza o que les impongan el precio de la cebada según expertos del sector.

*Máster y doctor en Derecho de la Competencia, profesor investigador de la UAEM y socio del área de Competencia, Protección de Datos y Consumidores del despacho Jalife & Caballero.