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Geopolítica

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Israel: diplomacia tecnológica, hídrica y de salud

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Jorge Bravo

Tuve la oportunidad de visitar Israel invitado por la embajada de ese país en México, junto con un grupo de periodistas. La estancia coincidió con una fecha significativa: 600 días del ataque perpetrado por Hamas el 7 de octubre de 2023, cuando fueron asesinadas 1,200 personas. Según Yoed Magan, representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, el propósito de la visita fue que los periodistas viéramos de primera mano lo que ocurre, ante el clima global de desinformación que rodea el conflicto en la Franja de Gaza.

Durante las conversaciones, autoridades israelíes mencionaron una idea con convicción: Gaza pudo convertirse en el Singapur de Medio Oriente, con desarrollo, infraestructura y oportunidades. Pero bajo el liderazgo de Hamas, optó por construir túneles, arsenales y odio.

“Israel ha perdido la guerra mediática”, reconocen con impotencia. Henrique Cymermann, periodista israelí-portugués, recordó que después de la Guerra de los Seis Días, Israel venció en siete frentes militares simultáneamente, pero perdió el octavo: la opinión pública internacional. Hoy, más que nunca, la derrota narrativa se percibe con nitidez ante la proliferación de noticias falsas.

Pero existe otro Israel. Un país resiliente que, tras embargos económicos y aislamiento diplomático, decidió depender de sí mismo y hacer de la innovación su camino hacia la supervivencia y el liderazgo. Israel es mucho más que un conflicto: es una potencia en tecnología, agua y salud. Ha convertido su ecosistema de innovación en una herramienta diplomática clave.

La gira incluyó visitas a puntos neurálgicos de esta estrategia de diplomacia tecnológica. Uno fue Sorek, una de las plantas de desalinización más grandes del mundo, que convierte agua de mar en potable con gran eficiencia. También conocimos Shafdan, la planta de tratamiento de aguas residuales. Israel recicla 90% de sus aguas para uso agrícola, un récord mundial. En un país donde 60% del territorio es desierto, el agua es estratégica. En Israel sobrevivir significa innovar.

En la Universidad Ben Gurión del Néguev, el profesor Noam Weisbrod, director del Jacob Blaustein Institute for Desert Research, resumió la visión israelí con una frase contundente: “los países que invierten en educación, ciencia y tecnología son los que tendrán un mejor futuro”. La universidad trabaja en sistemas de agricultura sostenible en zonas áridas, biotecnología e Inteligencia Artificial para el manejo de recursos naturales.

El hospital Sheba Global (uno de los 10 mejores del mundo) mostró cómo la medicina y la innovación pueden avanzar de la mano. Desde telemedicina hasta robots para rehabilitación, el centro combina investigación clínica con aplicaciones directas que están salvando vidas, dentro y fuera de Israel.

En el Centro Peres para la Paz y la Innovación, frente al Mediterráneo en Tel Aviv, la diplomacia puede canalizarse a través de startups, investigadores e inventores. Israel cree que puede contribuir al mundo con soluciones en ciberseguridad, agricultura, educación y salud. Está apostando a ello.

Uno de los momentos más inspiradores fue la cena con Mois Navon, cofundador de Mobileye (adquirida por Intel), la empresa detrás de la tecnología de conducción autónoma, seguridad y asistencia en carretera que usan marcas como BMW y Audi. Mois habló de su papel pionero en la industria tecnológica; ahora es asesor nacional en políticas de Inteligencia Artificial del Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología.

Udi Avivi, representante de Relaciones Económicas con América Latina y el Caribe, resumió los retos de su país: “Israel fue una Startup Nation. Ahora queremos ser una Scale-Up Nation.”

Ese cambio de paradigma implica nuevos desafíos: más incentivos fiscales, más ingenieros formados en carreras STEM y la integración de la Inteligencia Artificial en el gobierno. Actualmente, el sector de alta tecnología representa 12% del empleo en Israel, aporta 25% al PIB, invierte 5% del PIB en investigación y desarrollo y genera 54% de sus exportaciones. Según el Índice Global de Innovación, Israel es el séptimo país más innovador del mundo y el segundo más confiable para fondos de capital de riesgo (después de EE. UU.).

Desde 1948, Israel se ha forjado como una economía libre, abierta y orientada a la exportación, con una cultura emprendedora. La alta capacitación de su capital humano es resultado de una educación equitativa: el niño más pobre y el más rico reciben la misma enseñanza. En ese país, muchas innovaciones tecnológicas se desarrollan inicialmente por y para el Ejército, pero luego se adaptan al uso civil. Ejemplos abundan: la memoria USB, el antecedente de WhatsApp, la tecnología de Waze para geolocalización y desarrollos en ciberseguridad que hoy son estándar global.

Ser la única nación no islámica en una región con 52 países musulmanes, en constante tensión, ha obligado a Israel a adoptar una estrategia de supervivencia basada en el conocimiento, la seguridad y la tecnología. La innovación no es lujo, es necesidad. “Tenemos que depender sólo de nosotros”, explicaron. Esa mentalidad ha convertido a Israel en un actor relevante en la región y en una potencia tecnológica.

Frente a los desafíos diplomáticos y la lucha por su narrativa internacional, Israel apuesta por algo más poderoso que cualquier mensaje político: mostrar resultados de éxito. Ser un referente global en gestión del agua, salud pública y tecnologías emergentes le da un argumento sólido para redefinir su imagen ante el mundo.

Durante la visita una idea persiste: Israel quiere ser escuchado, comprendido y ser útil para el mundo a través de sus innovaciones. Subyace una paranoia normalizada, el apremio por la seguridad y la subsistencia rodeado de territorios hostiles, pero también el apremio por la paz, la estabilidad y la prosperidad.

Vivimos en un planeta marcado por la escasez de agua, el cambio climático, los riesgos latentes y la disrupción digital. Las soluciones de Israel parecen tan necesarias como su voz.

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Jorge Bravo

Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi). Analista de medios y telecomunicaciones y académico de la UNAM. Estudia los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la comunicación política y el periodismo. Es autor del libro El presidencialismo mediático. Medios y poder durante el gobierno de Vicente Fox.

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