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Jaime Morett y su turismo popular

Opinión
Jaime Morett es un joven sociólogo de profesión que un día puede estar conversando con el político francés Jean-Luc Mélenchon en torno a una mesa de madera en el mercado de artesanías de La Ciudadela (Ciudad de México), horas después jugando futbol con unos niños y luego planeado el próximo recorrido de su empresa Turismo Popular por el sureste con música de Juan Carlos Tapia “Paleto” o de Chico Che.
El egresado de la UNAM es un buen anfitrión que gusta de la conversación y escucha atento.
Se considera un comprometido turistero que tiene entre sus objetivos de vida hacer que la gente viaje y disfrute de su derecho al esparcimiento con precios adecuados.
Hace unos días asistió al Foro de turismo comunitario y desarrollo productivo en Acapulco, que fue encabezado por el subsecretario de Turismo federal, Sebastián Ramírez. Ahí, de acuerdo a la información oficial, se reunieron unos 250 estudiantes, investigadores, funcionarios públicos y diversas instituciones y organizaciones de promoción turística comunitaria.
Jaime gusta de asistir a todo espacio en donde se discuta sobre la actividad turística con una visión justa, democrática y de excelencia. Proponer y construir desde la base social forma parte de su cotidianeidad.
En La Ciudadela ha pasado parte de su vida y ahí se ha gestado su destino.
En su momento, impulsado por un amigo, se fue a Francia a estudiar el idioma y para financiar parte de la estancia su padre (un viajero empedernido) cargó sus maletas con artesanías que vendió allá. No olvida, por ejemplo, que en un restaurante del boulevard du Montparnasse colocó unas catrinas de barro y hojalata a buen precio.
En sus redes sociales hay testimonios de sus viajes por el mundo. Llegado el momento, consideró que debía compartir esa experiencia con otras personas (de acuerdo con la disponibilidad de ocasión).
“El turismo es para compartirse. No es la misma sensación encontrarse todos los días en el mismo lugar que platicar en la playa o en una zona arqueológica. Me gusta ver la cara de los compañeros que se suben al avión, al tren o ven el mar”, suele compartir.
Con la empresa Turismo Popular y la colaboración de aliados, como Noé Mandujano, ha llevado a cientos de personas a recorridos por Oaxaca, Morelia, Teotihuacan, Xochimilco o al Salón Tropicana (en Garibaldi) para apoyar alguna causa.
Habla de turismo popular porque se enfoca al pueblo. No es turismo asistencial. Sus viajeros pagan precios adecuados y reciben productos y servicios de calidad. Muestra de ello es que en sus recientes circuitos por el sureste puede utilizar la Aerolínea del Estado Mexicano (Mexicana de Aviación), partir del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Tulum, incluir el Tren Maya y visitar el Parque del Jaguar.
Su oferta disponible vive en el mundo digital y se transmite de boca en boca.
“La infraestructura está ahí y hay que utilizarla porque el potencial es enorme”, refiere Jaime, quien tiene claro que los procesos son los procesos y la paciencia es conveniente. Cree que en el tiempo adecuado llegará el boom turístico en la región.
Ocupado en diversas actividades, él tiene claro que el concepto popular está en su momento y por ello no quita el dedo del renglón en que se convierta en política pública en breve.
Un valor que destaca constantemente con sus interlocutores es que los beneficios de su propuesta llegan directamente a las comunidades con las que tienen relación (muestra de ello es que los cenotes que visitan son comunitarios), como debe ser.
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Por cierto: de acuerdo a las circunstancias sociopolíticas actuales, el martes cuatro de marzo se presentará oficialmente en el Complejo Cultural Los Pinos el Tianguis Turístico 2025 ante una audiencia limitada. Es deseable que esté presente la secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez, y la acompañen verdaderos representantes del sector (esos que no piden les tomen fotografías a la menor provocación) como muestra de eso que llaman “cerrar filas”. ¡Es ahora!
alejandro.delarosa@eleconomista.mx