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BMW Z8: Pasado convertido en deseo
Este roadster alemán, diseñado en América, se convirtió en uno de los modelos más espectaculares del mercado.
Foto: Especial.
El año 2000 fue testigo de la aparición de un modelo que hoy es de culto y celosamente guardado por sus propietarios, y por tal motivo, muy deseado por los coleccionistas de autos. Si diseñado adelantado a su época y el impacto que causó entre los amantes de la industria automotriz incluso lo llevaron a convertirse en el arma preferida del agente secreto más conocido del mundo, James Bond.
La historia del BMW Z8, cuyo código interno fue E52, comenzó a escribirse en 1997 cuando en el Auto Show de Tokio se lanzó el Z07, un concepto diseñado por Henrik Fisker en el Centro de Diseño de BMW Norteamérica en Carolina del Sur y cuya inspiración está en el mítico 507, que estuvo en el mercado entre 1956 y 1959 con una producción de apenas 252 unidades. Su estilo era tan deportivo y extravagante que estrellas de talla mundial, como Elvis Presley, se contaban entre sus adeptos.
Después, en 1999, BMW robó la atención de la prensa especializada y de los miles de asistentes al dar a conocer la versión definitiva bautizada como Z8. El modelo de producción resulta casi igual de impactante que el modelo de estudio porque si bien es cierto que abandonó las burbujas detrás de los asientos delanteros así como el parabrisas tan corto, los cambios obligatorios para cumplir con las regulaciones en seguridad, se trataron de tal forma que no afectaran la esencia del Z07. De esta forma, el BMW Z8, que fue fabricado a mano en la planta de BMW en Munich, comenzó a venderse en el año 2000 con una producción que alcanzó 5,703 unidades.
Formas originales
Las luces direccionales, que en el Z07 estaban discretamente colocadas en las rejillas de ventilación laterales, sólo eran visibles cuando se activaban. En la edición de serie se colocaron en el frente, justo a un costado de las luces diurnas. Su estilo vintage se mostraba en todo su esplendor con dimensiones que lo hacían ver imponente. El largo es de 4.4 metros mientras que la anchura de casi 2 metros (1.83 metros) da la idea de estar siempre bien plantado sobre el piso; la escasa altura es de apenas 1.32 metros. Entre los aspectos más llamativos de su estampa está el largo cofre acompañado por dos voluminosas salpicaderas que sobre salen del frontal. Por los costados tanto las rejillas de ventilación, los espejos cónicos, las cortas puertas, un ancho eje trasero y un habitáculo orientado hacia la parte trasera dejan claro su intención de presumirse como un sensual roadster.
Para ayudar a contener el peso, que supera ligeramente la tonelada y media, se utilizó aluminio para el chasís y algunas otras secciones de la carrocería. Para darle vida a su concepto, BMW echó mano de la plataforma del M5 E39, misma que fue reforzada por tratarse de un convertible de techo rígido.
Sólo para dos
El interior muestra una simplicidad altamente atractiva gracias a una orientación central de todos los indicadores, así como por su formas retro que se extienden también hacia el volante de sólo tres radios. Los asientos tienen el balance exacto entre comodidad y rigidez con la intención de que los ocupantes disfruten del camino sin sentirse acosados por una sujeción intrusiva.
Latidos de infarto
Para sacar provecho a uno de los motores más avanzados de la época el chasis, fue pulido para ofrecer una casi perfecta relación de pesos de 51/49.
El motor fue tomado del BMW M5 E39, por lo que el bloque V8 atmosférico de 4.9 litros generó una potencia de 400 caballos y un par motor de 363 lb–pie. La transmisión utilizada fue una manual de seis cambios. Entre sus prestaciones están una velocidad punta de 250 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/hr en 4.7 segundos.
Objeto de colección
Las poco más de 5,700 unidades producidas tenían un precio de salida de 140,000 euros. En la actualidad, una unidad en buen estado si es que está disponible en el mercado de seminuevos, puede alcanzar el medio millón de euros.
