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Economía

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¿Qué sigue para el TLC entre la UE y el Mercosur? y ¿quiénes son los ganadores y perdedores?

La Unión Europea y el Mercosur finalizaron por fin este viernes un acuerdo de libre comercio que tardó más de dos décadas en negociarse. Pero antes de su implementación, el pacto enfrenta una prueba clave en Europa en medio de fuerte resistencia de Francia y algunos otros miembros del bloque.

La Unión Europea y el Mercosur finalizaron por fin este viernes un acuerdo de libre comercio que tardó más de dos décadas en negociarse. Pero antes de su implementación, el pacto enfrenta una prueba clave en Europa en medio de fuerte resistencia de Francia y algunos otros miembros del bloque.

La presidenta de la Comisión Europea (el brazo ejecutivo de la UE), Ursula von der Leyen, dijo que "económicamente, este es un acuerdo en el que todos ganan", una visión cuestionada por la mayor potencia agrícola europea.

¿Qué viene ahora?

Los cuatro miembros fundadores del bloque Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- han manifestado su apoyo al acuerdo, que cada uno puede implementar una vez que su legislatura nacional lo apruebe.

En la UE el proceso es más complicado. Tras la revisión legal y la traducción oficial del acuerdo en los próximos meses, el bloque podría dividirlo para acelerar la ratificación.

El acuerdo comercial básico podría acelerarse con la aprobación de una mayoría simple de legisladores de la UE y una mayoría cualificada de gobiernos de la UE, es decir, 15 países que representen al menos el 65% de la población del bloque.

Para bloquear ese proceso, al menos cuatro miembros de la UE que representen más del 35% de su población tendrían que oponerse.

Francia buscará generar resistencia y podría encontrar el apoyo de Austria, Polonia y los Países Bajos. En conjunto, estos países representan alrededor del 30% de la población de la UE, por lo que necesitarían encontrar más oponentes para bloquear el acuerdo.

Alemania, España y otros nueve miembros de la UE, que en conjunto albergan alrededor del 40% de la población de la UE, han instado a los negociadores a llegar a un acuerdo este año.

La implementación de un tratado político más amplio entre los bloques comerciales, incluidas nuevas reglas para la inversión transfronteriza, probablemente requeriría la aprobación de los parlamentos nacionales de los 27 países miembros de la UE, un proceso mucho más largo.

¿Qué está en juego?

Los líderes han promocionado el acuerdo como la mayor asociación comercial y de inversión del mundo, que reúne a un mercado de más de 700 millones de personas. Los economistas estiman que el acuerdo podría eliminar 4,000 millones de euros (4,800 millones de dólares) de aranceles anuales, que probablemente irán cayendo gradualmente a lo largo de varios años.

El acuerdo ayudaría a Europa a exportar más automóviles y manufacturas, al tiempo que garantiza el acceso a minerales cruciales para su transición energética. También debería reducir las barreras comerciales para la carne y los granos sudamericanos, lo que ha enfurecido a agricultores europeos.

¿Por qué ha tardado tanto?

Los negociadores acordaron una versión del acuerdo comercial en 2019, que las naciones europeas se negaron a ratificar, citando preocupaciones ambientales después de la elección del expresidente brasileño Jair Bolsonaro y un aumento en los incendios en la selva amazónica.

La UE pidió garantías sobre política medioambiental en una carta paralela, que los países del Mercosur tomaron como un nuevo proteccionismo que exigía otras concesiones en futuras rondas de negociaciones.

Las recientes conversaciones en Brasilia y Montevideo finalmente cerraron la brecha en materia de protección ambiental, compras gubernamentales y otros temas polémicos, allanando el camino para la firma del nuevo acuerdo.

¿Qué es el tratado UE-Mercosur?

Se trata de un ambicioso acuerdo que consta de capítulos sobre asociación política, cooperación y un controvertido segmento sobre comercio, que busca eliminar la mayoría de los aranceles entre ambas zonas.

Creado en 1991, el Mercosur (Mercado común del sur) agrupa a cinco países: Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, que se unió en 2023.

Venezuela adhirió al bloque en 2012 pero su membresía fue suspendida desde 2016. El tratado negociado no incluye a Venezuela ni a Bolivia, sino a los cuatro países fundadores del bloque.

Los contactos entre la UE y el Mercosur comenzaron en 1999. Si resulta implementado, este acuerdo permitiría a los cuatro países sudamericanos exportar a Europa carne (vacuna y de aves de corral), azúcar, arroz o miel.

La UE, por su parte, exportaría vehículos, maquinaria y productos farmacéuticos.

En 2019, los dos bloques anunciaron un acuerdo político, pero países de la UE exigieron que se añadan garantías medioambientales, y la negociación se extendió por otros cinco años, ya que varios capítulos fueron reabiertos.

¿Quién saldría ganando?

De acuerdo con la Comisión Europea, las empresas de los dos bloques pasarían a actuar en un mercado con 279 millones de personas del lado del Mercosur y 450 millones del lado de la UE.

En ese escenario, los países de la UE tienen intereses diversos. España tiene particular interés en las exportaciones de aceite de oliva y vinos, el tiempo que Alemania, por ejemplo, busca un espacio que pueda auxiliar a su alicaída industria automovilística.

Para los sudamericanos, el acuerdo representaría acceso a un mercado que requiere alimentos. En 2023, los cuatro países del Mercosur exportaron a la UE alimentos (carne, soja y maíz) por unos 24,000 millones de dólares.

Además, el desafío planteado por la transición climática empuja a Europa a acercarse a la región sudamericana, rica en litio, cobre, hierro y cobalto.

Las crecientes tensiones comerciales con China y la perspectiva de dificultades con Estados Unidos en un futuro próximo también tuvieron un papel en la aproximación de la UE con el bloque del Mercosur.

¿Quién saldría perdiendo?

Los granjeros franceses son los que más han puesto el grito en el cielo por el acuerdo.

El acuerdo prevé cuotas de exportación de 99,000 toneladas de carne vacuna y la supresión de todos los derechos de aduana sobre 60,000 toneladas de carne importada a Europa desde el Mercosur.

La Comisión Europea afirma que esas cuotas representan solo un 1.6% de la producción anual de carne bovina en la UE.

La posición francesa es que el acuerdo expondrá a los productores agropecuarios de ese país a una demoledora competencia con rivales que no están sometidos a las mismas exigencias, sobre todo en materia ambiental.

En contrapartida, los cuatro países sudamericanos quieren evitar que sus propias industrias resulten aplastadas por sus equivalentes europeos.

Por esa razón, por ejemplo, Brasil busca proteger su industria automotriz de los efectos del acuerdo.

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