“Consolidar una marca exige años de tropiezos”: José Moro celebra año histórico de Cepa 21

Cuando José Moro fundó Cepa 21, su objetivo no era solo crear otra bodega en la Ribera del Duero. Lo que buscaba era reinterpretar su legado familiar —con más de un siglo de historia— y proyectarlo hacia el futuro con una mirada propia. Una mirada inquieta, innovadora y profundamente conectada con la tierra. “Las viñas bajan sus raíces y encuentran el alma del vino”, dice hoy con convicción, tras más de dos décadas liderando uno de los proyectos más singulares de la denominación.

Esa conexión con el origen no ha sido retórica. En 2024, Cepa 21 dio un salto cualitativo en su manera de entender el viñedo. Implementaron estudios avanzados de microbiota del suelo, respaldados por inteligencia artificial, que les permiten identificar el momento y tipo de intervención exacta para cada parcela. A esto se suman simulaciones 3D y sistemas de zonificación climática para anticipar los efectos del cambio climático. “La tierra es el alma absoluta del vino. Si la entiendes, todo lo demás fluye”, resume Moro.

Innovar sin perder el alma

Este enfoque técnico ha ido acompañado de un cambio estilístico en sus vinos. José Moro quería hacer vinos “más finos, elegantes y sutiles”, que respetaran el carácter de la Ribera pero ofrecieran una expresión más moderna y global. Por ello ajustaron los tiempos de crianza y apostaron por la barrica francesa, con resultados que convencieron tanto al consumidor final como a la crítica especializada.

La respuesta no se hizo esperar: Cepa 21 y Malabrigo, sus etiquetas insignia, crecieron en ventas un 29.5 % durante 2024. La bodega en su conjunto registró un alza del 19.7 % en facturación. Además, la expansión internacional aportó un aumento del 24.15 %, empujado por un notable 31.8 % en Latinoamérica, con México como mercado prioritario.

Y no fue el único canal que floreció. El vino también encontró nuevas rutas a través de la gran distribución: supermercados y tiendas especializadas registraron un crecimiento del 35.11 %, una señal clara de que los nuevos consumidores —más jóvenes, más abiertos, más exigentes— están descubriendo el mundo del vino.

Un destino enoturístico

Más allá del vino, Cepa 21 también ha consolidado un ecosistema donde la arquitectura, la gastronomía y el paisaje se integran para ofrecer una experiencia enoturística completa. La bodega, ubicada en Castrillo de Duero, ha sido diseñada como un espacio de contemplación y aprendizaje, donde cada visita busca emocionar tanto como educar. En 2024, esta apuesta se tradujo en cifras récord de afluencia y ventas en el canal turístico.

“Queremos que quien nos visite entienda de dónde viene cada copa, que sienta la emoción que hay detrás de una añada, de una etiqueta, de una decisión en viña”, explica Moro. Para él, el vino es mucho más que un producto: es un vehículo de emociones, de cultura, de encuentro.

El vino como arte y cultura

Con esa convicción, José Moro ha llevado sus vinos más allá del mundo enológico. Ha logrado que Cepa 21 esté presente en espacios como los Premios Goya, el Festival de Cine de Málaga o la Hexagon Cup, apostando por una visión transversal donde el vino dialogue con otras expresiones artísticas. “El vino es un arte que dialoga con otras artes”, dice. Por ello ha sido incluido por Forbes en la lista de los 100 empresarios más creativos de España.

Esa creatividad también se ha traducido en nuevos lanzamientos: entre ellos, un tempranillo blanco que promete sorprender al mercado y consolidar la reputación innovadora de la bodega.

Una marca que nació del esfuerzo

Detrás de este éxito hay una historia personal de esfuerzo sostenido, intuición empresarial y pasión por el oficio. “Crean en ustedes mismos, fórmense y carguen la botella bajo el brazo; consolidar una marca exige años de pasión y tropiezos”, aconseja José Moro a quienes sueñan con emprender en el mundo del vino o la gastronomía.

Lo dice con conocimiento de causa. Cepa 21 no es solo una bodega exitosa: es la manifestación tangible de una filosofía que cree en el trabajo diario, en la conexión con la tierra y en la necesidad de arriesgarse para construir algo duradero.