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¿Qué tal que la inteligencia artificial me deja sin empleo?
¿El diseño gráfico perderá espacios laborales como otras profesiones temen que les pueda pasar ante la IA? Paseando por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el tema llama poderosamente la atención. Este es un relato épico con algunas reflexiones.
Paseando por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el tema de la Inteligencia Artificial (IA) llamó poderosamente mi atención, sobre todo porque parece que me puedo quedar sin trabajo, o al menos así me sonó. Esto me hizo imaginar los Poemas I y II de un relato épico.
En mi primer acercamiento, me encontré con una pregunta que ya había enfrentado desde hace un par de años, como comunicador gráfico que soy de formación: ¿el diseño gráfico perderá espacios laborales como otras profesiones temen que les pueda pasar ante la IA?
Esta pregunta me llevó a otras dos ideas. Por un lado, la amenaza de ver mi actividad profesional reemplazada por un algoritmo para reducir los costos operativos de las empresas, y por el otro, la oportunidad de aprovechar sus ventajas y contribuir a mejorarla.
Con ambos escenarios imaginé los Poemas I y II de un relato épico. En el Poema I hay un personaje abrumado por la evolución de su mundo hacia una versión digitalizada, que no reconoce los procesos humanos en aras de una sociedad más eficiente, más productiva y más redituable, dejando atrás a aquellos que no puedan, no quieran o no sepan cómo sumarse al cambio. Esta amenaza, con nombre y apellido, pero sin forma física, cubre tan rápido el panorama con su manto de algoritmos por lo que es visto como una bestia. El protagonista se da cuenta que su creatividad está amenazado por “esa bestia”, que es la IA, mientras pasa a ser el intérprete principal de la historia aunque siente que no cuenta con las armas necesarias para combatirla, piensa que el reto es para alguien más que pueda descifrar el comportamiento de la tecnología, ya que esta tiene mente propia y aprende de todo lo que devora: el conocimiento y el talento humano.
En el Poema II, las multitudes se dividen entre los que aclaman los nuevos avances digitales y los que señalan su peligro generalizado. El protagonista descubre que aquello que alimenta a la bestia –es decir, a la IA– es el mismo usuario, quien entrega su información con tal de recibir beneficios. Otros lo hacen con el ideal de revolucionar el mundo. El héroe descubrirá que a pesar del poderío de “la bestia”, puede ponerle límites, restringirla, delimitar un área de acción y decirle cómo y para qué actuar… domarla en pocas palabras. Su humanidad es el objeto mágico que puede derrotar a “la bestia”.
Aunque domarla es un esfuerzo particular, cada individuo deberá construir su propio método para hacer frente a la situación y hacerse responsable de su uso, incluyendo el aprendizaje necesario para dirigirla.
“La bestia”, con el tiempo renombrada como “la entidad”, se termina convirtiendo en un apoyo que genera los beneficios requeridos por cada persona, aunque siga existiendo una tendencia amplia a utilizarla con propósitos oscuros, banales y mezquinos. Conducta humana al fin y al cabo.
Pero, otra cosa es nuestra realidad
En este intento de crear un relato helénico sobre la Inteligencia Artificial, queda reflejada una visión muy simplista de cómo se ve el tema y la velocidad con la que va formando parte de nuestras vidas y del miedo que nos puede generar enfrentarnos a ella.
Tal es mi caso, ya que como mencioné, me dedico en esencia al diseño editorial, la ilustración y la creación de piezas gráficas, pero también pienso en otros profesionistas con los que me relaciono todos los días: fotógrafos, redactores, periodistas, editores, escritores, videógrafos, músicos, productores, educadores, divulgadores y hasta ministros religiosos, todos creativos y generadores de contenido en general. ¡Todos ya estamos siendo afectados por la IA!
Porque como han comentado varios expertos, el uso responsable de la Inteligencia Artificial le corresponde no solo a los desarrolladores, sino también a los mismos usuarios. ¿Será que por ahora, sólo preferimos usar la IA por diversión y no para mejorar nuestras profesiones?
Otra de las ideas en la que muchos coinciden es que la IA puede ser tu mejor aliado si delimitas el nivel de acción que va a tomar en tu vida profesional. Por ejemplo, volviendo con los creativos como yo, el negarse a usar Inteligencia Artificial no es una opción lógica para sobrevivir, sino que se recomienda acercarse a ella aprenderla, conocerla y ver de qué manera se puede integrar a nuestras profesiones.
¿Qué tal que agilizo la parte más burocrática de mi trabajo con herramientas de IA y me enfoco en lo original, aquello que necesita de mi toque personal? ¿Qué tal que uso la IA para aprender más y mejor sobre nuevas ideas y procesos o incluso, hasta hacer una carrera nueva? ¿Qué tal que dejo de ver a la IA como un enemigo y la convierto en mi arma secreta? ¿Qué tal que indirectamente la IA me obliga a crear una mejor versión de mí? La historia podría ser muy diferente.
A pesar de que hay muchas aristas que nos alertan de ciertos peligros de la IA en niveles globales, tal vez parte de nuestros temores son reflejo de aquello que no hemos perfeccionado en nuestras áreas de trabajo.
El factor humano
Otro aspecto relevante que encontré en los foros de análisis de la FIL Guadalajara es el interés de darle a la IA una visión humanista, como mencionó Frida Díaz Barriga, doctora en pedagogía por la Facultad de Psicología de la UNAM, quien propone usar la Inteligencia Artificial con un sentido ético, es decir, pensarla y usarla de manera que ayude al usuario a lograr su sentido de identidad, a que encuentre su pertenencia colectiva, y no solo como parece que hacen las grandes corporaciones, que buscan mayores márgenes de ganancia con IA a costa de su plantilla laboral.
La interrogante al reemplazo de la gente creativa por la IA, llevó a un experimento interesante: el escritor argentino Patricio Pron compitió contra una Inteligencia Artificial. Ambos, el escritor y la IA escribieron 30 títulos de películas y un texto de 600 palabras para cada título. La idea fue que un jurado de críticos y académicos evaluaran los textos en cuanto a creatividad, originalidad y estilo. El escritor se erigió como ganador en todas las categorías. Pron figuró como el hombre que derrotó a la Inteligencia Artificial… por esa ocasión.
¿Podría ser el único? Parece que no. Concuerdo con muchos expertos en que la capacidad humana para crear puede superar por mucho a la IA, pero debemos imponer límites. Carlos Iván Moreno, de la Dirección General de la Universidad Virtual y Aprendizaje de la UdeG, cuenta que le preguntó a una IA hasta dónde llegaría su uso en la vida de las personas. La respuesta, que se puede tomar con un tono fatalista u optimista, es tan sencilla como compleja: “la IA va a llegar hasta donde la dejen llegar”.
Muestra de esto es el contraste de los datos: aunque 81% de la población en México tiene acceso a internet, lo que supone que pueden acceder a las herramientas de IA, aún hay localidades con porcentajes importantes de escuelas que no cuentan con agua y jabón. ¿Qué podría hacer la IA en estos casos?
Hasta este momento, estas reflexiones sólo son preocupaciones de un profesionista como cualquier otro. Tal vez habrá oportunidad de inventar otro intento de poema para platicarlo.
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(DATOS DE VAP)
- El panorama en 2024 para las IA
- 65% del uso de herramientas de IA se relaciona con servicios streaming en México
- 58% fue el uso reportado para generadores de texto, como ChatGPT
- 55% de los usos de IA’s fue de los asistentes Siri y Alexa
- 27% durante aquel año se destinó para herramientas de edición de fotos e imágenes
- 14% correspondió al uso de creación o edición de videos
- 11% de estas tecnologías fue de productividad y organización
Fuente: Asociación de Internet MX
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Más información, en el contexto de la FIL:
alejandro.rios@eleconomista.mx