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Arte e Ideas

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"El diablo fuma", la apuesta de Ernesto Martínez por un cine de emociones

La película del realizador mexicano se estrenó este sábado en el Festival Internacional de Cine de Berlín, La Berlinale, y compite en la sección Perspectives.

"El diablo fuma", una película de Ernesto Martínez

"El diablo fuma", una película de Ernesto MartínezFoto EE: Cortesía Berlinale

Berlín. Probablemente el título evoque a un thriller, pero no. "El diablo fuma (y guarda las cabezas de los cerrillos en la misma caja)" es un drama oscuro y de narración fragmentada en la que el espectador deberá hilar sus propias respuestas. La ópera prima, con la que el mexicano Ernesto Martínez Bucio compite en la sección Perspectives de la Berlinale, se estrenó ayer sábado en el marco de este festival, que abrió sus puertas el 13 de febrero.

Perspectives es una competición que se estrena este año y que premiará a la cinta ganadora con 50,000 euros

Una casa en un barrio de la periferia de Ciudad de México es el escenario en el que se desarrolla la historia. La cinta se sitúa a inicios de los años 90, una década que en la historia mexicana se la recuerda por eventos como la visita del Papa Juan Pablo II, el asesinato del líder del PRI, Luis Donaldo Colosio o por el resurgimiento de la epidemia de cólera, entre otros.

En ese contexto, Martínez pone en escena a cinco niños que, conforme pasa el tiempo, se darán cuenta que han quedado en el abandono junto a su abuela Romana (Carmen Ramos), quien lucha contra la esquizofrenia. Lo que se alcanza a saber de los padres es que Judith (Micaela Gramajo), la madre, es una enfermera que ha caído en una fuerte depresión y que dejó la casa. Mientras que Emiliano (Bernado Gamboa), el padre de los niños, se queda con ellos sin poder contener la enorme responsabilidad que ello implica. Una madrugada Judith regresa a escondidas para dejar regalos para los niños, Emiliano al darse cuenta sale en su búsqueda pero no regresa más. A partir de ello, Victor y Vanesa, los hermanos mayores intentarán hacerle frente a la situación.

"El diablo fuma"… es una película desafiante, en ella no hay héroes, no hay un viaje, no hay un aprendizaje y nadie sale victorioso. Por el contrario, la cinta propone personajes en una atmósfera compleja: niños tratando de lidiar con el abandono en medio de la incertidumbre y el miedo y ante la amenaza de algo oscuro, que es alimentada por la abuela. Romana, que se relaciona poco con los niños, vive encerrada en su dormitorio y está convencida de que hay hombres que quieren entrar en la casa y destruirla o de que el diablo se le aparece cada vez que recibe la bendición, ideas que va diseminando entre sus nietos más pequeños.

Una pelea con los vecinos, que deriva en un final trágico para Willy, el perro de los niños, es el punto de quiebre con el exterior. La abuela y los niños deciden aislarse en casa, cubrir aún más las ventanas e intentar sobrevivir a lo que venga, es entonces cuando los miedos de Romana comienzan a calar en los niños. Si hay un punto alto en esta película es la actuación de los jóvenes protagonistas Víctor (Donovan Said), Vanessa (Laura Uribe Rojas), Elsa (Mariapau Bravo Avina), Marisol (Regina Alejandra) y (Rafael Nieto Martínez), quienes a lo largo de la película son perseguidos por una cámara decidida a captar detalles, gestos, diálogos con los que intentan enfrentar su situación y con la que el director ha sabido retratar los miedos de la infancia. Además, en la cinta Martínez toma elementos del documental, pues narra el día a día de los niños como si se tratara de un registro para el recuerdo y matiza esos momentos con imágenes del pasado capturados por una handycam en la que la familia guardó sus recuerdos felices.

"El diablo fuma" es una película inquietante y en esa atmósfera el director logra crear una historia en la que el amor, la alegría, la soledad, la tristeza y también el desamor dejarán huella en el espectador.

El Economista conversó con el director Ernesto Martínez (EM), quien a lo largo de su carrera ha dirigido los cortometrajes El Futuro (2019), Las Razones del Mundo (2016), La Madre (2012) y Cenizas (2011) con los que fue reconocido en festivales como Cannes, San Sebastián y Rotterdam. Acompañado por la guionista Karen Plata (KP) ambos contaron sobre los desafíos de llevar adelante esta película.

–Has trabajado mucho tiempo el cortometraje, qué te motivó a ingresar en el terreno del largometraje con una historia como la que cuentas en El diablo fuma…

–EM: Cuando comencé a buscar historias para mi primer largometraje leí varios guiones y nada me convencía. Karen, que había escrito algunas cosas, tenía un guion (que es parte de un poema) que está basado en experiencias familiares y que me gustó mucho por el universo que construyó en esos textos. Ella viene de la poesía y tenía la curiosidad de saber si era posible materializar la estructura que se usa en la poesía en el cine. Lo que hacemos es explorar la infancia, volver a los recuerdos y tratar de entender quiénes somos a partir de las experiencias en la infancia.

–Llama la atención el título ¿de qué manera se conecta éste con la historia?

–EM: El título es parte de un poema de Karen que me gustó mucho, para mi ese tenía que ser el título de la película, aunque se lea largo. Ese título se fue integrando a la narrativa de la película y el diablo se fue haciendo presente poco a poco, es como que terminó de redondear la historia.

–Karen, vienes de la poesía ¿cómo ha sido el proceso de transformar un texto que fue pensado como poema a un guion de cine?

–KP: Fue complicado agarrar una estructura, por eso fue necesario coescribirla con Ernesto porque yo dejaba muchos huecos o escenas sueltas. Platicábamos y nos cuestionábamos sobre lo qué iba a pasar después (...) o si debía escribir escenas sueltas. Había que crear huecos para dar la posibilidad al espectador de que ellos completen la historia (...) para así lograr una experiencia mayor en la audiencia.

–Cuáles han sido los desafíos de trabajar con un elenco tan joven

–EM: Alonso Ruizpalacios, profesor en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), me recomendó para mi examen profesional ponerme en lugares incómodos. Yo me cuestionaba sobre ello y la dirección de niños era para mi ese lugar incómodo. Me daba miedo dirigir niños, entonces puse mucha atención en esto y vi que esta película era perfecta. El casting duró cerca de mes y medio y luego tuvimos dos meses de talleres con los niños. En ese espacio creamos relaciones entre ellos, porque las relaciones no se actúan, y a partir de ello se generó un círculo de confianza que nos permitió acceder a lugares emocionales muy profundos.

–KP: A momentos da la impresión de que los niños improvisan, pero en la película nada fue improvisado, todo está escrito en el texto y ellos lograron actuar tan bien que siguen el texto.

–En la película se logra una atmósfera inquietante que mantiene al espectador conectado ¿cómo han logrado sostener esa atmósfera a lo largo de la historia?

–EM: Necesitábamos, para que funcionara la historia, situarnos en los años 90, un momento en el no hubiera teléfonos celulares porque los papás se van y se hace difícil localizarlos y porque es una época en la que nosotros crecimos. En esa distancia temporal trabajamos con la memoria y la memoria es imperfecta siempre se trabaja con fragmentos, entonces lo que hicimos fue fragmentar (la historia) y trasladar eso a la estética de la película con la idea de contar sólo partes, nunca el todo. Por ello, tenemos pocos planos abiertos, geográficamente la casa no se puede reconstruir desde la película. Aunque en cine te recomiendan hacer un reconocimiento del espacio, yo hice lo contrario porque quería hacer algo más abstracto (...).

–KP: Creo que el mundo a veces puede ser muy inquietante, pero no por ello deja de ser luminoso entonces buscamos qué puede hacer con esto. Si de repente en el mundo hay cosas que nos mantienen tensos todo el tiempo, la idea era preguntarse qué se puede hacer con esto, pero además que sea algo bello. Había que buscar una luz, pero una luz construida de oscuridad.

–Como propuesta estética El diablo fuma es una ficción que pareciera tomar elementos del documental…

–EM: En algún momento hablábamos con el fotógrafo que teníamos que documentar la ficción, pero además agregamos capas con el uso de una handycam, que tiene la textura de los años 90. Los videos familiares de esa época no eran en super 8, sino que se registraban en Handycam. Esa textura te remite a una época y nos permitió crear diferentes capas de ficción. Hay una metaficción dentro de la película porque de repente los niños están haciendo una película dentro de la película. Nos parecía interesante jugar con la resignificación de esos materiales (videos) porque en algún momento de la película se manipulan y se regresan o se adelantan y de esa forma creamos otra capa más en la que hay alguien manipulando ese material.

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