La música electrónica ha muerto

Robert Henke, destacado creador berlinés de música electrónica que estará en la próxima edición del Festival Internacional Cervantino, es el primero en admitir que en la música electrónica hay muchísimas cosas que no valen la pena .

Sin embargo, él está seguro de que a Guanajuato llevará dos propuestas de mucha mayor calidad, en particular Atom, una innovadora propuesta auditivo escultórico espacial creada a dúo con el instalador Christopher Bauder.

La idea de Atom es sincronizar la música de Henke con el movimiento e iluminación de unos globos.

Usamos mucha tecnología para generar la música, para que se escuche en distintos puntos de la sala y para que coincida con la iluminación de los globos –comenta Henke en videoconferencia desde Berlín-, pero el resultado es frágil y poético, y eso es lo que queremos, no se trata de hacer una demostración tecnológica, son solo unos globos de luz .

A Henke no le gusta mucho la idea de que su música sea etiquetada como música electrónica, porque es un género que no existe, se le llama así a partir del instrumento que la produce, no por el tipo de música que es. Es como decir música orquestal, pero una orquesta puede tocar desde Mozart hasta, no sé, Ligeti, y so músicas muy distintas.

Uso la electrónica como una herramienta, nada más, de hecho, muchos de los sonidos que uso los grabo de instrumentos de madera y metal .

De manera que su trabajo en Atom se puede calificar más bien como un paisaje sonoro, en conjunto con una propuesta espacial, escultórica.

Pero Henke, cuyo trabajo se ha expuesto en la Tate Modern de Londres, el Centre Pompidou y la PS1 de Nueva York, entre otros museos y galerías, hace además música electrónica para bailar, misma que presentará junto con Brandt Brauer Frick, Frivolous y Minilogue en el espectáculo Monolake.

Ahora cualquiera puede hacer música

A la pregunta sobre qué le ha hecho sobresalir en la escena de la música electrónica alemana, Henke contestó: Ya no creo en las escenas musicales nacionales. El Sr. Coconut, por ejemplo, nació en Alemania pero vive desde hace años en Santiago de Chile, es parte de la escena alemana o chilena. Aquí, en Berlín, yo trabajo con músicos canadienses, ingleses y de Guatemala .

Pero creo que lo que a la gente le gusta de mi trabajo es que hago cosas que pueden sonar familiares, conocidas, pero también añado cosas que no hayan oído antes, además soy obsesivo con los detalles, entonces mi música se puede oír varias veces y seguir encontrando cosas, descubriendo. Y también tiene contenido emocional, cuando hago música en realidad estoy tratando de contar historias. Y a la gente parece gustarle .

¿No le parece que la música toma ahora menos riesgos que en su época de oro, hace unos 10 años?

Me gusta esa pregunta. La música electrónica es ahora muy fácil de hacer, cualquiera que tenga una computadora puede hacerla. Además se escucha por todos lados, llegas a una fiesta y están bailando con música electrónica. Y sí, eso hace que una buena parte de los muchos discos que se hacen sean muy aburridos y la música toda igual. Pero también hay más gente con mucho talento que tiene la posibilidad de hacer música que tal vez no la tendría de otra forma. Y ahí hay exploración y riesgo.