Como agua para Chocolate debuta en teatro de Estados Unidos

Un bebé llora tanto que sus lágrimas inundan una habitación. Una manta es tejida a mano durante tantos años, hasta que es lo suficientemente grande como para cubrir todo un rancho. Una comida tan sensual que impulsa a una mujer a huir para hacer el amor con un hombre extraño y abandonar a su familia. Son momentos como estos los que hacen que Como agua para chocolate sea tan cautivadora, y un desafío para presentar en el escenario.

La novela de 1989 de Laura Esquivel Como Agua Para Chocolate fue un éxito de ventas tanto en México como en los Estados Unidos, después de que se publicó su traducción al inglés el año siguiente; la película de 1992 basada en la novela era en ese momento la cinta en español más taquillera de la historia de Estados Unidos. Sin embargo, después de haber sido adaptada teatralmente en España en el 2004, el trabajo recién ahora tiene su estreno en Estados, en el Teatro Hispano GALA de D.C.

"Es un desafío transformarnos", dice la directora Olga Sánchez. "El teatro tiene que hacer un montón de esfuerzos y adaptaciones para cumplir con todo lo que las personas sacan de esta novela, que es tan increíblemente rica, y la gente lee durante meses. Y una obra de teatro, básicamente tiene alrededor de dos horas".

Como agua para chocolate es una historia de comida, pasión y amor prohibido ambientada en el norte de México a principios del siglo XX. La sensible Tita (Inés Domínguez del Corral) es la más joven de las tres hijas de Mamá Elena (Luz Nicolás), la dura y amarga matriarca de la familia De la Garza, que gobierna su hogar con mano autoritaria. Tita se enamora de un joven, Pedro (Peter Pereyra), pero tiene prohibido casarse con él debido a la tradición familiar de que la hija más joven debe cuidar a su madre hasta que muera. Dispuesto a hacer todo lo posible para estar cerca de Tita, Pedro se casa con su hermana Rosaura, lo que lleva a una red de relaciones cada vez más complicada.

El uso que Esquivel hace del realismo mágico -una técnica literaria adoptada por muchos escritores latinoamericanos que inyecta sucesos fantásticos o sobrenaturales en escenarios del mundo real- es una gran parte del atractivo del trabajo. La existencia de Tita se entrelaza con la cocina y la comida, y sus mezclas tienen un poderoso efecto sobre quienes las prueban: después de que llora lágrimas de tristeza en una masa de pastel, por ejemplo, todos los que comen el postre se ven embargados por una profunda nostalgia por los amantes pasados... y también terminan vomitando incontrolablemente.

La adaptación teatral es en gran medida fiel a la novela, lo que significa que Como agua para chocolate requiere en algunos momentos una cierta suspensión de la incredulidad. Y sin embargo, esos elementos nunca parecen estar fuera de lugar en la narración.

"Sigue siendo real. Es solo una realidad realzada", dice Sánchez.

Las proyecciones en la pared posterior del escenario revelan más acerca de la familia, a través de fotografías antiguas, y se utilizan para intensificar algunos de los aspectos más fantásticos de la obra. Por ejemplo, cuando las lágrimas de Tita cuando era bebé, llenan la habitación, una proyección silenciosa de ondas de agua ayuda a crear la ilusión.

La historia también es convincente debido al telón de fondo histórico de la Revolución Mexicana, un conflicto armado de nueve años que comenzó en 1910 y que democratizó el país y fortaleció la justicia social. Aunque esa agitación solo se produce ocasionalmente, varias facciones descienden al rancho de la familia De la Garza; la tercera hermana, Gertrudis, se une a los rebeldes: el tema de la liberación refleja la lucha de los protagonistas de la obra para liberarse de las normas sociales obsoletas y restrictivas.

"Liberación personal, amando a quien amas y sin reglas externas", dice Sánchez. "Creo que la razón por la que florece como un clásico y toca el corazón de las personas es porque tiene un tema universal".