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Ai Weiwei contra el trauma de la pérdida del futuro
En su primera exposición individual en América Latina, el artista chino hace paralelismos entre las tragedias de su país y el nuestro.

En la Sala 9 del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) se ha establecido un diálogo entre las violencias históricas de dos países tan lejanos geográficamente, pero tan penosamente cotejados por sus cicatrices: México y China.
El nombre de la muestra hace la invitación: Ai Weiwei. Restablecer memorias, la primera exposición individual en América Latina del prolífico artista, activista y disidente chino, considerado como uno de los creadores vivos más influyentes del orbe.
Para nunca olvidar el pasado
Hasta escasos centímetros por debajo del techo de esa sala 9, la más grande del MUAC, se extiende el “Salón ancestral de la familia Wang” (2015), el ready-made en términos políticos más significativo en tamaño del artista, una pieza con 650 metros cuadrados de superficie, 12 de altura y entre 400 o 500 años de antigüedad.
Ai Weiwei adquirió la estructura en el 2014 de manos de un mercader que pretendía venderla para decoración. El templo, propio de la dinastía Ming, fue objeto del desdén de la Revolución Comunista China, en la década de los años 50, una época en la que se buscó erradicar todo vestigio del pasado tradicional de dicho país. Su construcción, ahora a nombre del artista, es un desafío discursivo contra los regímenes perpetuados en su nación y las medidas contra el pasado cultural.
Su ensamblaje fue casi quirúrgico. Hacerlo posible requirió de la intervención de maestros carpinteros, especialistas en técnicas antiguas de construcción, venidos desde dos provincias del país asiático. Y es que esta estructura, un rompecabezas de 1,300 piezas, fue diseñada para ensamblarse sin un solo clavo ni remache.
Que cupiera en el espacio fue una preocupación constante en el curador Cuauhtémoc Medina, según reconoció él mismo durante la presentación de la muestra, la mañana de este jueves. La imponente estructura de manera antiquísima y el espacio expositivo hacen un juego de contrastes entre el pasado y el ahora, es una transgresión de la materialidad y de la temporalidad de los objetos, el sello personal del artista.
La lucha por Ayotzinapa
“Primero que nada, soy Ai Weiwei. Soy mayor de 60 años; 63, para ser precisos. Soy ciudadano chino, ahora viviendo en Berlín, Alemania, desde hace unos cuatro años”. Esa fue la presentación del artista durante la conferencia de prensa en el recinto universitario, frente a decenas de periodistas, fotógrafos y camarógrafos, quizás más de un ciento, que abarrotaron la sala, le aplaudieron a su llegada y se arremolinaron en torno al creador para tratar de capturarlo mientras este se movía por la sala, se recargaba en el muro, giraba en su eje para atender a los flashes que le iluminaban desde todas las direcciones, mientras él, armado con su celular, capturaba para sus redes sociales, donde es muy activo, cada momento del asedio mediático.
“Hace tres años vine a México, al MUAC, y comencé a conversar sobre la posibilidad de montar (aquí) una exposición. Tenía ciertas dudas sobre qué exhibir. Es un país que siempre me ha interesado, pero tenía un conocimiento muy escaso. Requería de una investigación para trabajar una obra”, explicó ahí mismo. Dijo que le preocupaba establecer una conexión con el país para crear un arte que no fuera superficial. “Así que decidí tomar el caso, por demás evidente, de la desaparición de los estudiantes (de Ayotzinapa)”, explicó.
Detalló que su vínculo con el caso de los estudiantes desaparecidos en el estado de Guerrero, en septiembre del 2014, comenzó cuando, junto con Cuauhtémoc Medina, conoció a varios de los padres de los desaparecidos. Esos testimonios le motivaron. Estaba decidido: trabajaría en un proyecto artístico y una película documental en torno al caso, mismo que en este momento se encuentra en posproducción y que, se dijo, se planea exhibir en festivales del mundo, iniciando por el de Venecia, pero no sin antes realizar algunas proyecciones especiales en México.
El resultado de este involucramiento fue el monumento visual que ocupa la otra gran parte de la exposición: 1 millón de piezas Lego ensambladas para recrear los retratos, con lujo de precisión, de los 43 estudiantes más tres asesinados. La proeza requirió de la colaboración de 150 estudiantes de las facultades de Arquitectura y Artes y Diseño de la UNAM.
De manera complementaria, fue creada una línea de tiempo que da constancia de los conflictos armados que han cobrado vidas inocentes en el país desde 1821, así como la detallada cronología de los hechos derivados de la desaparición de los estudiantes en el 2014; además de algunos videos, extractos del documental en cuestión, con testimonios de los padres de los estudiantes.
“Las familias de los desaparecidos son la gente más inocente y pura que he conocido. Están convencidos de que sus hijos están vivos. Están demandando justicia. Por otro lado, tenemos un gobierno que cree que la vida humana carece de valor (...) Cada crimen que se produce deja un vacío y ese vacío es una ofensa contra la dignidad de los seres humanos. Nos toca demandar información, la solución del caso, y trabajar para que estos crímenes dejen de estar impunes”, declaró.
Arte es activismo
Se le preguntó si se sentía más cómodo como artista o como activista. Y Weiwei respondió: “Olvidémonos de que soy un artista. Antes soy un ser humano. Estar cómodo es una de las condiciones más inferiores que puede tener el ser humano (...) En realidad todo artista es un activista, tal vez es un activista de un modo de hacer las cosas, pero siempre es un activista. Como ser humano me concierne lo que le sucede a las personas que me importan”.
La muestra ha sido complementada con otras piezas ready-made, como una plancha incrustada con picos de tetera de dinastías como la Song. El artista suele intervenir objetos históricos y arqueológicos como una manera de transgresión. Suele generar relaciones entre lo viejo y nuevo. De ese tipo de piezas hay algunas en la sala, habitando el área tomada por el imponente templo y el retrato de los normalistas de Ayotzinapa, dos fuerzas artísticas de la lucha.
Ai Weiwei. Restablecer memorias abre este sábado para todo el público en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, donde permanecerá hasta el próximo 6 de octubre. Antes, este viernes se tiene programada una conversación con el artista en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.