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Opinión

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El bueno, el malo y el feo: tecnológicas bajo el lente de la volatilidad arancelaria

David Lara | Perspectivas con Signum Research

Wall Street avanza, pero no sin fricciones. El S&P 500 acumula un alza cercana al 7% en lo que va de 2025, aunque bajo la superficie, la dispersión entre nombres emblemáticos es evidente.

Tres de las llamadas Magnificent Seven—Meta, Tesla y Apple—representan con claridad cómo los mercados castigan o premian en función de la narrativa dominante: inteligencia artificial, tensiones geopolíticas o la imprevisibilidad política de ciertos líderes empresariales.

Bajo la sombra del regreso de Donald Trump a la presidencia y su vaivén arancelario, estas tres empresas ofrecen una metáfora casi cinematográfica del mercado actual: el bueno, el malo y el feo.

El bueno: Meta

Meta ha sabido leer el momento. En un entorno donde la inteligencia artificial se ha convertido en piedra angular para inversionistas, la empresa ha logrado diferenciarse tanto por su narrativa como por su ejecución.

La incorporación de Ruoming Pang —ex Apple y referente en modelos fundacionales— al equipo de superinteligencia de Meta fue interpretada como una señal de ambición seria.

A ello se sumó una inversión estratégica en EssilorLuxottica para impulsar su línea de gafas inteligentes, donde converge hardware, software y presencia de marca.

Meta, en suma, no solo participa en la conversación sobre IA: la está liderando.

Esta solidez se refleja en su desempeño bursátil: un alza del 21 % en lo que va del año, superando con holgura al mercado. Aun así, persisten interrogantes sobre la rentabilidad de su división de realidad aumentada (Reality Labs) y el impacto de eventuales restricciones regulatorias a su tecnología de IA. Pero por ahora, Meta es, sin duda, el bueno de esta historia.

El malo: Tesla

Tesla ha protagonizado uno de los peores desempeños del índice: una caída de 20% en 2025. Parte del golpe viene por el lado operativo: las entregas de vehículos han retrocedido por segundo trimestre consecutivo, en un contexto de desaceleración en la demanda y mayor competencia en mercados clave. Pero el deterioro más profundo viene de un factor menos cuantificable: la distracción política de su director ejecutivo.

Elon Musk ha anunciado la creación del “America Party”, tras un distanciamiento con Trump y su paquete fiscal, el “Big Beautiful Bill”. Las tensiones entre ambos magnates no solo generaron titulares: también provocaron desplomes de hasta 8 % en un solo día. La amenaza de una eventual revisión a los beneficios fiscales para empresas del sector, sumada al creciente ruido político que rodea a Musk, ha erosionado la confianza del mercado.

La percepción de que el liderazgo está perdiendo foco se ha traducido en una mayor presión sobre la acción y dudas sobre la capacidad de Tesla para navegar este nuevo entorno.

Más allá del corto plazo, el riesgo es estructural: si el liderazgo continúa disperso en frentes ajenos al negocio central, la narrativa que alguna vez sostuvo su múltiplo de valuación comienza a desvanecerse.

El feo: Apple

La caída del 13% en las acciones de Apple en lo que va del año ha encendido alertas. A diferencia de Tesla, aquí no hay un colapso evidente, sino una erosión paulatina de expectativas. El rezago en el frente de la inteligencia artificial ha sido evidente. Frente al dinamismo de sus competidores, Apple ha adoptado una postura más reactiva que proactiva, sin adquisiciones relevantes ni productos transformacionales que refresquen su narrativa de crecimiento.

A ello se suman los efectos de los aranceles impuestos y posteriormente retirados por la administración Trump. Apple, con su fuerte dependencia de la cadena de suministro asiática, ha sido uno de los blancos más sensibles del proteccionismo estadounidense. La inestabilidad regulatoria y los costos asociados a la relocalización productiva han comenzado a presionar márgenes y limitar la visibilidad hacia adelante.

Aunque sigue siendo una empresa sólida desde el punto de vista operativo, la combinación de bajo crecimiento y narrativa deslucida la ha dejado rezagada frente a sus pares tecnológicos. En un mercado que premia visión y anticipación, la eficiencia ya no basta.

Epílogo

Meta capitaliza la ola tecnológica. Tesla paga el precio de un liderazgo errático. Apple enfrenta el desgaste de la complacencia. Cada una, a su manera, refleja las tensiones de un mercado que oscila entre la innovación, el riesgo político y la competencia feroz. Y mientras los aranceles aparecen y desaparecen al ritmo de discursos, conferencias y promesas de campaña, los inversionistas deben separar la señal del ruido.

En este western bursátil, lo único claro es que la volatilidad llegó para quedarse. Y que, al menos por ahora, el bueno cabalga por delante.

David Lara es analista senior de mercados financieros en Punto Casa de Bolsa, donde se especializa en el análisis de empresas tecnológicas en EE.UU. Actualmente ocupa el primer lugar a nivel global en el ranking BARR de Bloomberg por su cobertura de Tesla y Meta. Destaca por su enfoque en análisis cuantitativo, estrategia de portafolios y el uso de inteligencia artificial aplicada a las finanzas. Es economista por la UNAM y concluyó la maestría en Ingeniería en Sistemas con orientación en optimización financiera.

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