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Opinión

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El mundo multipolar y los países emergentes

Después de ser Estados Unidos (EU) la única potencia mundial, ahora tiene que compartir ese liderazgo con China. Pero además, hay entre ellos una compleja red de relaciones a partir de que China se convirtió con la complacencia de Wall Street en la principal acreedora de EU. Asociado a ello se encuentra el hecho de que todas las operaciones de China en el mundo se hacen en dólares.

Esta simbiosis se está resquebrajando debido a que después de convertirse en una potencia mundial exportadora, China está ocupando posiciones importantes con crédito, inversiones y comercio en América Latina y en África. Sólo asume un protagonismo discreto en el Medio Oriente, en donde EU sostiene a Israel, que vive un largo conflicto al rechazar un Estado palestino viable que termine con la ocupación israelí que se evidencia como indefinida. Pero ahí, paradójicamente, la dinámica demográfica avisa que probablemente hará que EU y Occidente terminen perdiendo. Contribuye a ello que el statu quo en el Medio Oriente se cae a pedazos.

Obama hizo un viraje notable de política exterior. La negociación del acuerdo nuclear en proceso entre EU y otros países importantes (Reino Unido, Rusia, Francia, China y Alemania) con Irán ha provocado la ira y el rechazo abierto del gobierno de Israel, desplante que sólo se explica por el histórico apoyo estadounidense al país que lo hizo soberbio. Lo consintió y ahora le exige madurez política. Un Irán sin sanciones, integrado a la globalización mundial y con peso geopolítico, obligará a Israel a cambiar ante los palestinos y en relación con su oculta y potente arma nuclear.

También significa que si Irán logra controlar a Irak, Libia, Líbano y Yemen, será el líder indiscutible del golfo Pérsico.

EU ha reforzado su influencia en Europa por medio de su principal socio, Alemania, que se expande como potencia protegida por las armas nucleares del país de América del Norte. El paraguas militar estadounidense es la principal protección de la Europa comunitaria ante el desafío ruso.

El crecimiento económico de China es revelador de su fuerza económica, basada en bajos salarios. En Asia su presencia es apabullante. Dos ejemplos: el proyecto del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura con un capital inicial de 50,000 millones de dólares y la participación de Alemania, Francia, Italia junto a 27 naciones más busca modificar el orden financiero de las últimas décadas.

Además, otra decisión importante es la inversión de 42,000 millones de euros en Pakistán, el principal socio y mejor cliente de armamento de Pekín. Ello para construir la Ruta de la Seda, consistente en una red de carreteras, ferrocarriles y proyectos energéticos para tener viabilidad hacia Europa y el Medio Oriente.

Rusia se acerca a China. Hace unos días el presidente chino ofreció multimillonarios apoyos para recuperar al país, deshecho por la caída del precio del petróleo y las sanciones de Occidente por la intervención rusa en Ucrania. Ello le va a dar más fuerza a Putin, que con las debilidades rusas era peligroso. Los estados débiles tienden a ser menos prudentes.

En estos contextos están los emergentes y potencias intermedias que se hacen lugar. En América Latina: Brasil y México; en África: Nigeria y Sudáfrica; en Asia, además de China, Japón e India, están Corea del Sur e Indonesia. Son producto de un mundo más globalizado y también multipolar. Se consolidan a pesar de que las viejas instituciones de gobernanza global no reconocen su peso ni sus necesidades concretas.

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