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Opinión

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El SME o la ley de la calle

Si lo que se busca es una salida política, bajo el viejo principio de que lo que se puede arreglar con dinero es barato, entonces el camino elegido por el gobierno federal de dar la toma de nota a como dé lugar a Martín Esparza es el correcto.

Pero si, como se ofreció, lo importante es el Estado de Derecho y hacer valer las leyes como una bandera de una década de panismo, entonces el buscar la entrega del Sindicato Mexicano de Electricistas al grupo rijoso de Esparza es un golpe duro a sus principios.

La primera reelección de este personaje derivó en un pleito interno por el cúmulo de irregularidades. Al final, la Secretaría del Trabajo, en una fase respetable, negó la toma de nota a un candidato que claramente había ganado un proceso de manera tramposa.

Este conflicto trajo a los reflectores el tema de la urgente necesidad de desaparecer Luz y Fuerza del Centro que era uno de los peores lastres de la economía mexicana.

Con una determinación de estadista Felipe Calderón asumió los costos políticos de tan trascendente decisión y ordenó la liquidación de este elefante blanco.

Calderón estuvo muy bien acompañado de dos personajes decididos a hacer valer las leyes, sus secretarios de Gobernación y del Trabajo.

Pero el SME de Martín Esparza no era ajeno a las rutas de la presión social y no dudó en usarlas. Marchas, mítines y una impactante huelga de hambre entre comidas que empezó a mover tejidos sociales que no convenía al gobierno que se levantaran en plena guerra contra de la insurgencia criminal.

El relevo en la Secretaría de Gobernación cambió el enfoque del gobierno calderonista de este tema y se optó por privilegiar el arreglo político sobre lo que marcaba estrictamente la ley.

Y es fácil sostener esto ante la luz de los resultados. Un buen día Martín Esparza salió eufórico de gobernación asegurando que le habían prometido la toma de nota como dirigente del sindicato electricista. Con un último asomo de querer hacer lo correcto, el secretario del Trabajo, Javier Lozano, lo negó. Pero ahora está claro que la decisión había sido tomada más arriba de las atribuciones de un Secretario de Estado.

En un intento de cuidar mediáticamente las formas, se acordó reponer el proceso de elección interna del Sindicato Mexicano de Electricistas. Sólo que eso resultaba imposible bajo los términos planteados por la autoridad laboral.

La violación a los propios estatutos del SME eran incluso superiores a los de la elección original.

No podían presentarse los mismos candidatos, no podría competir una planilla única, el plazo de campañas estaba claramente marcado, la participación de los jubilados era necesaria.

A pesar de todas las violaciones al procedimiento y de la lluvia de amparos de los opositores a Martín Esparza, cuestionado dirigente del SME, recibió ayer por la noche su constancia de mayoría que lo acredita como ganador del proceso a modo, donde obtuvo algo así como 97% de los votos. Y hoy, por ahí de las 4 de la tarde rendirá protesta como Secretario General del Sindicato Mexicano de Electricistas. Con todo esto entregarán mañana mismo a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje la documentación para que ésta, a su vez, ordene a la Secretaría del Trabajo dar la toma de nota a Esparza Flores. De esta manera se abren las arcas multimillonarias del SME a los intereses de Esparza y su grupo.

Los disidentes representados por las agrupaciones de jubilados y por la gente de Alejandro Muñoz no ven respuesta legal a las solicitudes de amparo presentadas ante la autoridad, por lo que hoy mismo emplearan el método Esparza de presionar: la calle.

A partir de hoy inicia un nuevo movimiento, más activo y sin descartar el componente violento de los que ven que por la vía legal no les hacen caso y entonces optan por radicalizar su lucha para obtener resultados, tal cual lo hicieron los otros que optaron por presionar a la autoridad para doblegarla. Seguro que para mañana publicaré alguna sofisticada explicación de la autoridad de por qué sí procede la toma de nota a Martín Esparza. Algo que justifique lo injustificable. Pero por lo pronto, la presión funciona y esa es una muy mala señal para un país que tiene una urgente necesidad de hacer valer las leyes si es que quiere encontrar la puerta de salida de su entrampado futuro.

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