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Biorrefinería de sargazo avanza con potencial industrial
Frente a los 40 millones de toneladas de sargazo que amenazan las costas del Caribe, científicos mexicanos escalan un proceso para extraer productos de alto valor.
El origen del proyecto se remonta a la llegada del fenómeno a gran escala.
Un consorcio científico nacional, financiado con fondos públicos y con capacidad de procesamiento semiindustrial, desarrolla un modelo de biorrefinería para transformar el sargazo –una plaga ambiental que afecta al turismo del Caribe mexicano– en una fuente de bioproductos de alto valor, energía renovable y materiales sustentables.
“Estamos enfocados en la valorización del sargazo y en obtener la mayor cantidad de productos que se pueda bajo un enfoque de biorrefinería”, explicó en entrevista Karla Azcorra, investigadora del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).
El proyecto aborda dos limitaciones económicas del aprovechamiento del sargazo: el alto contenido de metales pesados y una estructura compleja que encarece su transformación.
“Nosotros desarrollamos un proceso que incide justamente en estos dos puntos para que su aprovechamiento sea más rentable y más efectivo”. En una primera etapa se extrae alginato, un polímero con un mercado establecido en las industrias alimentaria y farmacéutica, “de un kilogramo de sargazo podemos generar medio kilogramo de este residuo”.
“Utilizamos ese residuo para generar un biocombustible, que es el biogás, se puede utilizar para generar energía eléctrica”, afirmó. El subproducto de la digestión anaerobia, un lodo rico en nutrientes, se comercializaría como mejorador de suelos o biofertilizante, cerrando el ciclo sin desperdicios.
Desarrollo de biomateriales
Paralelamente se avanza en el desarrollo de biomateriales con potencial para sustituir importaciones o materias primas convencionales “estamos trabajando con unas láminas que están hechas con 40% sargazo, 60% plástico reciclado”, con posible aplicación en sectores como la construcción o el empaque.
La viabilidad económica del modelo depende de superar un reto logístico dada la estacionalidad de la materia prima, “en los picos donde hay arribazones masivas pueden llegar a haber en un solo día 60,000 toneladas de sargazo (...) hay materia prima suficiente, pero hay que organizar la logística para almacenarlo durante todo el año e ir utilizándolo de manera constante”, subrayó, lo que implicaría inversiones en centros de acopio y manejo.
El escalamiento tecnológico ya está en marcha, el CICY cuenta con “maquinaria semiindustrializada en donde podríamos utilizar 500 kg de sargazo diario”, y recientemente aseguró un financiamiento de casi 5 millones de pesos de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, en la convocatoria de maduración tecnológica, para escalar su proceso.
Este esfuerzo es parte de una iniciativa más amplia que involucra a más de 15 instituciones de estados como Ciudad de México, Querétaro, Yucatán y Chihuahua, con un interés económico distribuido a nivel nacional.
El origen del proyecto se remonta a la llegada del fenómeno a gran escala. “Nosotros llevamos 10 años trabajando con el sargazo, prácticamente desde que llegó a Quintana Roo, estamos muy cerca de la problemática”, explicó
“Hay 40 millones de toneladas en el mar que van a terminar en las playas”.