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Tenemos que apurarnos, habrá evento en diciembre
Los trabajadores de los hoteles ayudaron en preparar y dar alimentos tras el paso de Otis, aunque no sabían el estado de sus familiares.
Acapulco, Gro.- En distintos hoteles, arrinconados cada uno en la tina de la habitación, muchos mineros sintieron miedo a la muerte cuando a los primeros minutos del 25 de octubre llegó el huracán Otis a este puerto, donde apenas entrada la noche del día anterior habían presenciado la inauguración de la XXXV Convención Internacional de Minería.
El pánico se vivió de distintas formas en la ciudad. Los que fueron a dar al baño creían estar menos inseguros ahí. Aun así, percibieron el continuo quebrar de vidrios y el sonido del implacable viento que se oía en el entorno.
En cierto momento no pocos tuvieron terror. Justo cuando los edificios temblaban, como en los sismos que apremian al escape, pero esta vez por un periodo más largo y sin posibilidad de salir. Quien se atrevió a intentarlo, desistió al instante, en cuanto advirtió cómo el viento podría fácilmente levantarlo como a una pluma.
Acapulco vive del turismo. Los trabajadores de los hoteles no tuvieron una tina en la cual refugiarse, laboraron de más en acciones preventivas, en la asistencia hasta el último minuto posible, en el limpiado de los hoteles —donde se pudo— a las primeras horas de la mañana después del paso de Otis y en preparar y dar alimentos, ya en forma de albergue. Siempre serviciales, trabajaron un día sin saber de los suyos.
—Tenemos que apurarnos, porque habrá un evento en diciembre que llenará el hotel —dijo con esperanza uno de ellos.
Lo cierto es que la reconstrucción tomará tiempo. La corredora mundial de reaseguros Gallagher Re estimó que los daños superarían los 10,000 millones de dólares. Y la consultora Enki Research 15,000 millones.
