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Trump como factor “tóxico”
En la esencia de Trump como un nuevo elemento tóxico para la marcha de la economía local está su antipatía nata para todo lo que huela a México…

En diversos foros he hecho referencia al estancamiento en el que se encuentra metida la economía de México desde el año 2018. Y lo peor es que la tendencia recesiva se ha exacerbado en lo que va del presente sexenio. Así que “mal empieza la semana al que lo ahorcan el lunes”.
En los foros mencionados, aventuré la hipótesis de que las tendencias al estancamiento -muy visibles, por cierto- habían sido causadas por el componente muy tóxico implícito en lo que fue la estrategia económica en el pasado sexenio (“Pejenomics”, coloquialmente). Con base en ese concepto, me atreví a proponer una definición para lo que podría ser una “Claudianomics” funcional. Es decir, una estrategia con vistas a recuperar la capacidad del país para el crecimiento económico. Sin embargo, no se aprecia la voluntad política para dar el golpe de timón que señale un verdadero cambio de rumbo. Y todavía, a mayor abundamiento: “Claudianomics” trae en el bagaje nuevos elementos tóxicos de su propio resorte. Principalmente, la tan controvertida e impugnada reforma judicial.
Y para empeorar todavía más las cosas, se ha aparecido en el horizonte de la economía nacional -y de todo el país como un conjunto- la figura de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos. En el orden descrito, Trump se nos aparece como un elemento tóxico adicional que ha venido a inhibir aún más la propensión a invertir en México.
En la esencia de Trump como un nuevo elemento tóxico para la marcha de la economía local está su antipatía nata por todo lo que huele a México. Y ese es el sustento para el resto de sus amenazas concretas. Entre ellas, desde luego, la de imponer aranceles a las importaciones que provienen de los principales socios comerciales de Estados Unidos. Y también las amenazas de deportaciones masivas o de bloquear el flujo de remesas hacia México. Asimismo, cabe destacar la opinión no coincidente de Trump con la propuesta del “nearshoring”. Trump lo que quiere es una relocalización de las empresas, pero de regreso a Estados Unidos.
Y por último, está la cuestión de las incertidumbres que despierta Trump. A mi juicio, la incertidumbre que provoca Trump con sus bravuconadas y cambios súbitos de opinión –a la que con brillantez se refirió Enrique Campos en su colaboración del pasado lunes– no debe verse como un factor tóxico adicional. Debe verse como un agravante extra en el escenario descrito, tan desfavorable en su integridad.