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Tormenta externa, pausa; nubarrones internos

Aunque el gobierno de México logró pausar el obús arancelario de Donald Trump y con ello posponer sus efectos negativos sobre la economía mexicana, todavía se ciernen sobre el panorama local negros nubarrones que anticipan una notable desaceleración económica.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en el primer año de su gobierno, alcanzará un crecimiento de apenas 1.07 por ciento.
Es el último pronóstico de los especialistas del sector privado encuestados por Banco de México, con un ajuste a la baja respecto de su proyección en diciembre, de 1.17 por ciento.
Será, de concretarse los pronósticos de la mayoría de los analistas económicos privados, un arranque notablemente débil en su tasa de crecimiento.
El nuevo gobierno recibió una de las peores herencias: el fracaso del primer piso de la cuarta transformación, en crecimiento económico.
El sexenio lopezobradorista creció menos del uno por ciento en todo el sexenio.
Sheinbaum comienza su administración con un primer logro: evadió temporalmente un impuesto arbitrario y unilateral del principal socio comercial de México: Estados Unidos.
El arancel del 25% a las exportaciones mexicanas hubiera representado la posibilidad de una recesión para la economía mexicana, de acuerdo con distintos expertos no gubernamentales.
El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y su equipo, en medio de la tormenta arancelaria, aseguraron que la economía mexicana no está ni entrará en recesión.
Lo que no descartaron es una desaceleración.
A contracorriente de la inercia de un crecimiento reducido y con el peso del más grande déficit fiscal registrado en la historia reciente, el segundo piso de la cuarta transformación inicia con muchos retos encima.
Algunos de ellos, heredados y otros propios, pero todos igualmente desafiantes.
La economía mexicana ha estado extraviada del camino del crecimiento alto y sostenido, desde hace muchos años.
El modelo neoliberal, no lo encontró. En su primer sexenio, la economía moral fracasó. Ahora, en el segundo sexenio del modelo humanista, tiene una nueva oportunidad.
Y frente a sí, el primer reto descomunal, enfrentar la amenaza de uno de los países más poderosos del mundo.
En un primer encuentro, el gobierno mexicano pudo esquivar el primer golpe. Pero el riesgo se mantiene.
En paralelo, al interior del país, los pasos que se dieron en el sexenio pasado para avanzar en su modelo de transformación, con los golpes directos al sector privado nacional e internacional, la falta de Estado de Derecho y la incertidumbre consecuente entre los hombres del dinero, se reflejan en bajos niveles de inversión.
Y los bajos niveles de inversión, se han traducido en mínimos niveles de crecimiento económico.
El sexenio lopezobradorista terminó como los sexenios neoliberales, con fortaleza macroeconómica.
El primero, registró la tasa más baja de crecimiento. Los otros, registraron tasas promedio de 2% de crecimiento, nivel mediocre para el tamaño de la economía.
En los primeros 100 días del actual gobierno, se registra continuidad en decisiones que marcan un cambio de régimen.
Una de las más importantes, la Reforma Judicial y todos los traspiés que se han dado para su precipitada aprobación y puesta en ejecución.
La Reforma Judicial será un tema que inevitablemente pondrá en la mesa el gobierno de Donald Trump en la revisión o renegociación del T-MEC. Por lo pronto es fuente de incertidumbre en el sector privado nacional e internacional.
Al día siguiente del alivio que causó la prórroga de los aranceles de EU, la presidenta de México anunció que no invitaría a los representantes del Poder Judicial a la celebración del aniversario de la constitución.
El mismo día en que Trump anunció los aranceles contra las exportaciones mexicanas, el poder legislativo anunció, la aprobación de la reforma a la Ley del Infonavit –sin consultar a los trabajadores y empresarios– y avanzó en su intención de utilizar los ahorros de los derechohabientes por 2.4 billones de pesos.
En las últimas semanas se consolidó la extinción de los órganos reguladores.
El secretario de Hacienda, en prevención del vendaval arancelario, hizo la tarea y fortaleció el blindaje financiero: refinanció deuda; capitalizó el Feip y compró coberturas para proteger tipo de cambio y tasas de interés.
El trabajo del titular de las finanzas públicas, consolidó la fortaleza macroeconómica.
Las decisiones políticas, por su parte, continuaron con la contrarreforma energética, el acotamiento de las inversiones privadas nacionales e internacionales al esquema de 54% para el gobierno y 46% por el sector privado.
A los empresarios, en la emergencia se les pidió unidad y cohesión. Pero la apertura para una mayor participación, se está haciendo muy lentamente.
Una mayor tasa de crecimiento económico es indispensable para cumplir el objetivo de ajuste fiscal y, para aumentar la tasa de crecimiento, se requiere más inversión privada.
Veremos, cuánto tiempo más tardan en abrirles más posibilidades. De ello depende el éxito o fracaso del modelo económico que comience a trazar el nuevo gobierno mexicano. Al tiempo.