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Opinión

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El Titanic, segundo piso de la 4T

Nadie puede regatearle a CSP que esta haciendo un esfuerzo reconocible por cambiar las formas y los métodos que su antecesor privilegiaba.

Se reúne con opositores, ha cambiado de manera visible la estrategia contra la delincuencia organizada y, tal vez lo más relevante, ha propuesto un plan que tiene como objetivo que México sea la economía 10 del planeta. Nada fácil de lograr y muestra una ambición política y explicable en lo que empieza a entenderse como el segundo piso de la 4t.

La opinión pública ha sido generosa en general con su propuesta. Se celebra que tenga metas medibles. Se reconoce que mira con cierta ironía la propuesta de volver a la sustitución de importaciones como estrategia industrial, sin que eso tenga muy concretos y específicos retos que la administración debe cumplir para lograrlo. Pero sobre todo, se percibe una cosa que no está expresada así y, que, en la realidad no es clara, como sostienen los opinadores proclives al régimen, que es, que la 4t no está contra el capitalismo (ni aunque quisiera podría) que está contra la visión de desarrollo que había dejado fuera a la mitad de la población de los beneficios del desarrollo y la modernidad.

Podría uno estar de acuerdo con el objetivo (el del plan y el de la 4t) el problema es como lo han querido implementar y, ahí, es donde aparece el Titanic.

Han recurrido de manera inoperante a dotar de recursos a vastos sectores de la población para aumentar el consumo interno y tratar de fomentar el crecimiento de la industria establecida. El problema sin embargo es que México es un país totalmente abierto a los productos del mundo y si la inflación se ha podido atemperar, es exclusivamente porque los precios internacionales compiten con los productos nacionales y eso no ha permitido la voracidad de una buena parte de la industria nacional.

Para lograr lo anterior la 4t supuso que, eliminando sectores de la administración pública, como los órganos constitucionales autónomos, lograría los ahorros suficientes para sostener dicha política de dadivas y formación clientelar. No ha resultado cierto ni viable en el largo plazo. Sólo produciendo más, sin una reforma fiscal, es posible mantener una política clientelar como esa. Lo cual explica porque el plan México quiere llevarnos a ser la economía 10 del mundo.

Decidió apoderarse de los órganos autónomos que le eran necesarios como el INE, el TEPJ y cuando no pudo con el poder judicial, optó por desaparecerlo y sustituirlo con un bodrio intransitable, confuso e inoperante que dejará en la indefensión a millones de mexicanos, que no fomenta la inversión y que crea una gran inseguridad jurídica.

Aunado a lo anterior, la 4t y su Titanic, el segundo piso, hacen oídos sordos de lo que necesita la empresa privada, nacional y extranjera, que garanticen que sus inversiones tendrán buen puerto. Y, para acabarla de amolar, la falta de una política razonable en materia energética hace dudar mucho a la industria de si debe o no invertir para luego no tener energía con que mover sus maquinas y empresas productivas. Esa es uno de los peores icebergs que se ciernen contra la 4t.

Y, por último, el discurso frente a EUA. Enfrentar un socio como Trump, no se resuelve en mañaneras y cantando el himno nacional. Se resuelve con astucia y con discreción. No puede ser parte del discurso cotidiano, de cara a la nación.

Vamos a decir que ya entendimos lo que quiere la 4t y su segundo piso, de la manera en que lo están haciendo no sólo es indeseable, errático, y tonto, sino que va en sentido radicalmente opuesto a lo deseado por el plan México. Nada más, pero nada menos, también.

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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