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¿Hacia un mundo distópico? II. Resistencias

Lucía Melgar | Transmutaciones
Ante un presente lacerado por desigualdades crecientes, la crisis ecológica, el ascenso de los autoritarismos, la persistencia de guerras y conflictos armados, el declive de la ética en los medios y la precarización de la educación en muchos países, imaginar vías de cambio, trazar caminos hacia un futuro mejor parece difícil, si no imposible. No obstante, si la historia puede leerse como una historia de dominación (política, económica, cultural), también puede mirarse desde las múltiples formas de resistencia que han impulsado la igualdad, la justicia y las libertades o impedido un deslizamiento lineal hacia el vacío ético.
La resistencia no surge espontáneamente; se enraiza en convicciones individuales, se expande y fortalece desde las comunidades; vive en el poder como acción colectiva basada en el diálogo, concepto arendtiano que se contrapone al poder como dominación. La lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, el reconocimiento de los derechos humanos después de la segunda guerra mundial, el surgimiento de movimientos anticoloniales, la formación de organizaciones ecologistas, o los movimientos feministas son ejemplos de resistencia efectiva, aun cuando sus logros nunca puedan considerarse definitivos. La resistencia implica trabajo constante, organización, persistencia y claridad. Como lo demuestran los movimientos feministas, la tarea nunca puede darse por terminada. El sentido de realidad, la persistencia, las redes de acción y solidaridad, la apertura a la pluralidad en pos de un objetivo común son cruciales para lograr cambios a largo plazo.
Así, en el contexto actual, pese a los signos ominosos del caos que nos acecha si las desigualdades, la violencia y la crisis ecológica continúan su curso, es preciso, y alentador, valorar las formas de resistencia que desde lo local, lo comunitario y la acción transnacional se alzan contra la pendiente distópica impulsada por los poderes dominantes. Dar cuenta de las múltiples resistencias actuales es imposible pero podemos destacar algunas.
Contra la concentración de la riqueza, han surgido en años recientes campañas que impulsan el cobro justo de impuestos a corporaciones e individuos billonarios; en Estados Unidos el grupo “Patriotic Billionaires”, por ejemplo, plantea la obligación de éstos de paga impuestos conforme a su fortuna. Las organizaciones ecologistas, por otra parte, han logrado importantes avances desde la publicación de La primavera silenciosa de Rachel Carson en 1962: científicos y activistas advierten del desastre y proponen cambios indispensables para nuestra supervivencia.
Contra el recrudecimiento del racismo y del discurso de odio, organizaciones y personas en muchos países promueven la tolerancia y ponen el cuerpo contra la violencia excluyente. En México, comunidades indígenas, académicos/as y activistas han demandado –y logrado en algunos casos- igualdad sustantiva y mejores oportunidades reales. Contra la represión de ICE, en Estados Unidos, múltiples organizaciones comunitarias, abogados/as, ciudadanos/as comunes defienden a migrantes encarcelados/as; grupos de voluntarios hacen vigilias en torno al Alcatraz de los Lagartos, infame campo de concentración; diversas comunidades latinas se han organizado para advertir al vecindario de la presencia de ICE y difundir los derechos que tienen las personas vulnerables; como protesta simbólica, chicas jóvenes han adoptado el peinado de trenzas y listones como símbolo de su identidad “latina” en el espacio público; ciudadanos anónimos se han manifestado contra los ataques de agentes de migración y policías militarizados.
Contra la política de la crueldad, también presente en México, las madres buscadoras hacen el trabajo que corresponde al Estado y mantienen vivas la dignidad y la ética entre nosotros; son el ejemplo más significativo de fortaleza y persistencia. Trabajan también contra la indiferencia criminal las organizaciones de derechos humanos, las que denuncian las inhumanas condiciones de las cárceles, las y los periodistas que, pese a la censura y los riesgos crecientes, documentan la realidad y cuestionan al poder.
Incluso en condiciones infernales, personas comunes, profesionistas, activistas en todo el mundo mantienen encendida la esperanza. Estos días, pensemos en ellas, reivindiquemos la capacidad humana de crear algo nuevo, de reimaginar el futuro.

