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Opinión

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¿Por qué sí abrirles la puerta a los nómadas digitales?

De algunos meses para acá, la narrativa contra los nómadas digitales se ha endurecido con mensajes que rayan en la xenofobia tanto en redes sociales como en carteles en las calles de la Ciudad de México. El reciente anuncio de una alianza del gobierno de la Ciudad de México para promoverla como capital del turismo creativo y el trabajo remoto desató una ola de comentarios cuyo trasfondo trasciende la llegada de trabajadores temporales.

La gentrificación, el alza de precios y la falta de planeación urbanas son áreas que deben ser atendidas con políticas públicas nacidas de acuerdos entre gobierno y sociedad. Pero más importante, es momento de desmitificar muchos de los mensajes de odio, o al menos ver los grises entre el blanco y el negro, en torno a la migración hacia México, particularmente hacia los nómadas digitales.

Alrededor de 50 países en el mundo -entre ellos España, Japón, Portugal, Barbados, y Costa Rica- han creado visas o permisos laborales especiales para los nómadas digitales, pues ven en su regulación un camino hacia mayor innovación, riqueza cultural y de capital. Mientras tanto, en México esta figura migratoria no existe. Por lo tanto, los nómadas digitales entran y salen del país como turistas, hecho que impide su correcta medición. En el país no sabemos con certeza cuántos son o dónde están.

Un primer paso para realmente percibir mayores beneficios de estos flujos migratorios es mantener un registro, que permita de mejor manera entender qué políticas son necesarias. Las métricas sobre inmigración en México deben ser actualizadas a la realidad de un mundo interconectado y que tiende hacia lo digital, esto ayudaría a crear visados de trabajo con beneficios para los inmigrantes y para el país, tales como mayores inversiones, creación de empresas y empleos formales, entre otros.

Existen estudios alrededor del mundo, incluso uno hecho en la Ciudad de México, que demuestran los beneficios de los emprendedores extranjeros en la atracción de capital y generación de empleos. Solamente emprendedores digitales extranjeros en la Ciudad de México han creado más de diez mil empleos en la última década y han atraído más 1.7 mil millones de dólares en capital. En Sillicon Valley, la capital del emprendimiento e innovación, 38% de la población es extranjera y más del 50% de las startups valuadas por arriba de mil millones de dólares son fundadas por migrantes. Hoy, procesos tan sencillos como abrir una cuenta de banco representan una barrera para los inmigrantes, sean trabajadores remotos, nómadas digitales, refugiados, etc. La respuesta, de nuevo, no es pedirles que se vayan, sino que se queden.

Mucho se ha dicho que los nómadas digitales no pagan impuestos en México. Si bien no pagan el Impuesto Sobre la Renta –al igual que más de la mitad de los mexicanos que trabajan en la economía informal– sí pagan todos los impuestos al consumo; i.e. IVA y IEPS. No solo eso, en valor absoluto, pagan muy por encima de la media (por eso la queja del alza de precios). A diferencia de quienes forman parte de la economía formal mexicana, los nómadas no lo pueden deducir. La clave está, nuevamente, en regular y promover su llegada al país.

Por otro lado, el alza de precios es resultado de un principio básico de economía: la ley de la oferta y la demanda. El incremento de precios es una preocupación para quienes participan del lado de la demanda (consumidores), mientras que ese beneficio extra va a manos de los oferentes (mercados, los changarros, los restaurantes, los dueños de viviendas, los proveedores de servicios, etc.). En realidad, se está incrementando el nivel de ingreso de miles de personas.

Cuando los nómadas digitales piden servicios, ¿lo hacen en inglés? Probablemente muchos así lo hacen, pero muchos otros no. México ha sido históricamente un país diverso, cuya cosmovisión es producto del sincretismo de múltiples culturas nativas y foráneas. La diversidad de ideas y culturas enriquece a las sociedades y, además, la multiculturalidad también es fuente de innovación, empleos, y oportunidades. México es un país mundialmente conocido por su calidez humana y su cultura receptiva. El mexicano no le dice al extranjero que se vaya. Así como exigimos respeto con nuestra diáspora al vecino del norte, así debemos de comportarnos aquí. En vez de tener carteles en la calle que digan “New in the city? Working remotely? You’re a fucking plague and locals fucking hate you. Leave.” Por qué no ponemos carteles que digan: “New in the city? Working remotely? Ask for your tacos in Spanish, se dice: ¿Me das dos de pastor con todo? Gracias.” Tenemos que ser propositivos más que reactivos.

Limitar el debate de los nómadas digitales en torno a la gentrificación, nos hace perder de vista muchas de las bondades y beneficios que estas personas pueden sumar a nuestra sociedad. Hay que recordar que menos del 0.8% de la población nacional es nacida en el extranjero: uno de los niveles más bajos en todo el mundo. Además, nos limita a ver el problema en un periodo muy corto de tiempo, lo que deberíamos estar haciendo es justamente facilitar a que los nómadas puedan transitar hacia una mayor permanencia, echar raíces, generar empresas, empleos, y contribuir al erario público. Pero, si de saque decimos: ¡váyanse de aquí!, estaríamos cerrando las puertas a mucha innovación, a mucho talento, a mucha inversión y a mucho capital en el amplio sentido de la palabra. 

Hay que acompañarlo de políticas públicas adecuadas para no lastimar a nuestra población local: SÍ, sin duda. Pero por ningún motivo deberíamos ser una sociedad xenófoba con un discurso que corre a los migrantes. Así no somos los mexicanos. 

Pedro Casas Alatriste es director de Investigación y Políticas Públicas de la US-Mexico Foundation.

Twitter: @PedroCasas

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