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La mentalidad que necesitas para construir patrimonio

Un patrimonio sólido se construye con el tiempo. Durante muchos años. No se obtiene de la noche ala mañana. La buena noticia es que todos podemos crear uno, pero sólo si tenemos la mentalidad adecuada.
Lamentablemente, muchísima gente no la tiene.
¿Qué es la mentalidad?
Podemos pensar en ella como los lentes a través de los cuales vemos al mundo. Cualquier par de lentes altera ligeramente la manera como vemos (y en este caso, también la forma como pensamos y por consiguiente actuamos).
La mentalidad está compuesta de creencias, percepciones y actitudes que inciden en nuestros pensamientos y decisiones.
Muchas veces esas creencias nos limitan. Mucha gente piensa que no es posible crear un patrimonio y por eso ni lo intentan. Otros creen que “merecen” cosas lindas y la única manera de obtenerlas es a través del crédito, por eso se endeudan (y se alejan cada vez más de la posibilidad de construir riqueza). También he visto a quienes lo han perdido todo en una mala inversión (persiguen rendimientos, se olvidan de controlar el riesgo).
Así de importante es la mentalidad. De hecho, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Purdue, muchos de nuestros hábitos financieros están formados antes de la edad de 7 años. Eso significa que nuestros sentimientos sobre el dinero están ampliamente influidos por cómo la gente alrededor de nosotros habla de dinero o se comporta sobre él. Cuando uno crece con falta de recursos, en una familia que vive al día (o con deudas), uno puede pensar que eso es lo “normal” y que sólo unos pocos están destinados a tener un patrimonio. Cuando uno se compara con compañeros que aparentemente tienen más, uno puede desarrollar en su vida adulta el deseo de tener más cosas (que no es lo mismo que tener dinero).
Tener sentimientos y pensamientos negativos es normal. Todos los días, todas las personas los tenemos. Si no aprendemos a filtrarlos, los hacemos parte de nosotros (nos los empezamos a creer). Eventualmente esto puede llevarnos a desarrollar una mentalidad de escasez, que nos lleva a acciones y decisiones en ese sentido.
Aprender a filtrar esos pensamientos y emociones negativas significa saber utilizarlos como combustible para emprender acciones y decisiones positivas, que eventualmente nos lleven a una mentalidad de abundancia.
He resaltado dos palabras: acciones y decisiones, porque son indispensables para cambiar la mentalidad. Requiere de mucho trabajo, de un esfuerzo constante. La mentalidad no se cambia simplemente con hacer “decretos” o “manifestaciones de abundancia que atraigan riqueza” como a mucha gente se le ha hecho pensar.
Me viene a la mente una historia que he contado antes en este espacio, sobre una pareja que me pidió una revisión de su situación financiera. Ambos de orígenes muy modestos: él era conserje y ella empleada de limpieza. Tenían casa propia, lograron que su hijo estudiara toda su vida en buenas escuelas (estaba terminando la prepa en el Tec de Monterrey) y además contaban con una cantidad ahorrada para su retiro que estaba en camino de garantizarles, al menos, continuar con su nivel de vida durante el resto de sus días.
¿Cómo lo hicieron? Con mucho trabajo, constancia, disciplina, la mirada puesta en sus objetivos y la mentalidad adecuada. Desde que se conocieron entendieron que eso era lo que querían lograr y vieron la forma de lograrlo. Vivían de forma muy modesta, toda su vida ahorraron 10% de lo que ganaban y aprendieron a invertir ese dinero (claro, cometieron errores pero aprendieron de ellos).
Además de su trabajo, ella cocinaba muy bien y generaba ingresos extras vendiendo alimentos y comida preparada en la colonia (y a veces a sus compañeras de trabajo).
Cuando su hijo estaba por empezar la secundaria, él encontró la manera de entrar a trabajar a una escuela de prestigio. Ahí se dio cuenta que los empleados muchas veces tenían un descuento importante en la colegiatura. Pero no lo necesitó: el chico pasó muy bien el examen de admisión y sus buenas calificaciones le aseguraron una beca casi completa.
Un par de años después ella pensó en buscar trabajo en el Tec de Monterrey, para que su hijo pudiera estudiar ahí y lo logró.
La mentalidad adecuada hace toda la diferencia. Ellos no se vieron limitados por sus orígenes o por sus ingresos. Buscaron la manera de hacer más y les costó muchísimo esfuerzo. Pero rindió sus frutos.
De acuerdo a un estudio de la Universidad de Purdue, muchos de nuestros hábitos financieros están formados antes de la edad de 7 años. Eso significa que nuestros sentimientos sobre el dinero están ampliamente influidos por cómo la gente alrededor de nosotros habla de dinero o se comporta sobre él.

