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¿Es la clausura de gasolineras el remedio al alza de precios de combustibles?
Los mercados de petrolíferos en todo el orbe atraviesan una difícil situación, debido al conflicto bélico en la región del Mar Negro. A los incrementos en los precios del petróleo, se han sucedido aumentos en los precios de los distintos tipos de gasolinas y diésel. El mercado mexicano no escapa al fenómeno, por lo cual el gobierno comprensiblemente ha tomado diversas acciones para evitar que se presenten alzas de precios que disminuyan el poder adquisitivo de la población.
Sin embargo, me parece que después de tantos de estudiar y discutir los problemas de los mercados de combustibles, subsiste una falta de entendimiento de la dinámica de su funcionamiento. Para exponer mi punto, parto de una situación que se presentó días atrás y recibió una importante atención mediática en la Ciudad de México, por la clausura de una estación de servicio que expendía el litro de gasolina en alrededor de 30 pesos.
La teoría económica establece que, en un mercado competitivo, los participantes, empresas y consumidores, son tomadores de precios, es decir, carecen de la capacidad unilateral para incidir en la oferta y precio del producto en cuestión. En los mercados de oligopolio, en cambio, las empresas saben que sus acciones son capaces de afectar los beneficios de sus competidores y saben también que las acciones de esos competidores las afectarán.
De acuerdo con información de enero de 2022, reportada por Petrointelligence, en la Ciudad de México hay 380 permisos de expendio de petrolíferos. Debido a su extensión, en la Ciudad de México hay una alta concentración de gasolineras, pues hay una por cada 4 kilómetros de superficie. La ciudad capital es, por mucho, la entidad de mayor presencia de gasolineras, seguida por el Estado de México, que cuenta con una gasolinera por cada 19 kilómetros cuadrados. Sin embargo, la situación es distinta, si se observa desde la perspectiva de la población atendida en promedio por cada estación de servicio. En ese caso, la Ciudad de México es la entidad con mayor carencia, pues por cada gasolinera hay 24,237 habitantes. En el Estado de México, corresponden 14,725 habitantes por estación; en Nuevo León, 8,287; y en Jalisco, 8,797.
Ignoro si un mercado de 380 gasolineras puede ser considerado un mercado cercano a la competencia perfecta. Sin embargo, me parece que se necesitaría una explicación robusta, para concluir que, en ese contexto, la elevación unilateral de precios de un competidor representa un riesgo para la competencia. Habría que tener una idea clara de por qué, la acción de competidores y consumidores sería insuficiente para contrarrestar la acción de ese competidor.
Ahora bien, si esa gasolinera mantuviera su decisión de vender en 30 pesos, y tuviera éxito, ello indicaría la existencia de un problema en el mercado, del cual la empresa no sería responsable. Si una empresa puede vender persistentemente entre 25 y 30 por ciento del precio de los demás competidores, y el mercado no tiene características de monopolio natural, hay que revisar las condiciones de entrada y en caso de que existan barreras, hay que eliminarlas.
Las señales de precios son, en resumidas cuentas, el mecanismo que atrae o repele las inversiones en los mercados. Si alguien puede vender a precio elevado, eso será visto por otros agentes que serán atraídos e ingresarán a ese mercado. Así, la venta a precios elevados es una situación temporal, que se resuelve si no existen barreras a la entrada.
La manera de atender circunstancias como la expuesta no es mediante clausuras, que en realidad reducen las alternativas para los consumidores y empeoran la situación, sino identificando y suprimiendo aquellas limitantes que las autoridades locales establecen y que impiden el funcionamiento eficiente de los mercados.
*El autor es socio Director de Ockham Economic Consulting, especializado en competencia económica y regulación y profesor universitario.
Twitter: @javiernunezmel

