Regalo de Navidad para acaudalados

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, desafió a los escépticos que pensaban que no llegaría a poner sobre el escritorio del presidente Trump la reforma fiscal para Navidad. La clave, dijo, fue unir a los republicanos detrás de un plan común desde el principio, y confiar en que los republicanos harían lo que les parece natural: recortar los impuestos.

Ese recorte ha sido un sueño largamente acariciado y perseguido por los líderes republicanos en el Congreso, especialmente por Ryan, quien durante la celebración convocada en los jardines de la Rosaleda de la Casa Blanca, se deshizo en elogios hacia el mandatario, y calificó su liderazgo presidencial en esta materia de “exquisito”.

La reforma fiscal era una de las exigencias de los grandes donantes republicanos. “Mis donantes básicamente me decían: ‘Apruébenla o no me llames nunca más’”, explicó con inusual franqueza recientemente el congresista Chris Collins.

Para los demócratas, que en ambas cámaras votaron en contra, la ley es un regalo de Navidad... pero para los más ricos y las empresas.

“Recuerden este día”, dijo Nancy Pelosi, líder de la bancada demócrata en la Cámara Baja, que considera a la reforma como “un robo puro y duro a la clase media”.

“El Partido Republicano ha traicionado a las familias trabajadoras. Este engaño fiscal se lleva miles de millones de la clase media y se los entrega a los donantes de los republicanos y a las corporaciones adineradas”, indicó Tom Pérez, presidente del Comité Nacional Demócrata.

Desde el punto de vista de la oposición, los demócratas podrían sacarle partido a esta reforma perjudicial en las próximas elecciones legislativas y presidenciales ya que estos recortes presentan serios riesgos de disparar el déficit.