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Cuchillos Ojeda, 14 generaciones fabricando cuchillos artesanales en el Sur de Jalisco

Los cuchillos de Casa Ojeda son reconocidos y valorados por los chefs de hoteles y restaurantes reconocidos a nivel mundial. Las cachas de estos implementos están hechas de materiales insólitos como fósil de muela de mamut importado de Siberia, cuernos de búfalo, toro o impala y de maderas exóticas.

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Foto EE: Especial

Sayula, Jal. En la región sur de Jalisco, en el municipio de Sayula enclavado en la conocida Ruta Rulfiana -que inspiró al escritor jalisciense Juan Rulfo a escribir sus obras Pedro Páramo y el Llano en Llamas- se asienta la fábrica de cuchillos artesanales más famosa del país y reconocida a nivel internacional: Casa Ojeda.

Herederos de una tradición que suma ya 14 generaciones, en la actualidad, los miembros de la familia Ojeda fabrican cuchillos que se encuentran en las cocinas de restaurantes y hoteles famosos en todo el mundo y son ampliamente valorados por los chefs más reconocidos a escala global.

Durante un recorrido por las instalaciones de la fábrica y tienda de Casa Ojeda, Alma Delia Villalvazo, integrante de la familia, comentó a El Economista que las características que diferencian estos cuchillos con los de otros fabricantes son, principalmente, el talento de cada uno de los artesanos que laboran para esta marca, además de los exclusivos y, en algunos casos, exóticos e inverosímiles materiales que emplean para su elaboración.

Explicó que casi la totalidad de sus insumos son importados, por lo que, a raíz de la pandemia, el costo de sus materias primas como el acero, aumentaron hasta un 70%, aunque el alza no lo han repercutido al consumidor final.

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“Desgraciadamente, los aceros que nosotros trabajamos no hay en México, son importados y, dependiendo del tipo de acero que nosotros vamos a trabajar, es el país que lo fabrica. Los aceros se traen de Japón, Dinamarca, Alemania, Brasil, Las Vegas. Los aceros se manejan en cuanto a contenido de carbón y otros elementos que hacen que un cuchillo sea muy fino en cuanto a la retención de filo”.

Y ahondó: “Aquí en México lo único que tenemos es madera y las astas de ciervo rojo o cuerno de venado; todo lo demás, incluyendo lijas, pastas, todo es importado; algunos de estos insumos son alemanes, pero también traemos muchos materiales de Japón, de Canadá.

Mangos o cachas

Además de su calidad, los cuchillos de Casa Ojeda son famosos por el trabajo artesanal y el tipo de materiales que emplean para los mangos o cachas; entre ellos, destacan algunos exóticos como los cuernos de búfalo, de toro, astas de ciervo rojo o de impala, y algunos otros inverosímiles como el fósil de muela de mamut que es importado de Siberia, así como maderas preciosas.

“Manejamos todos los cuchillos que se puedan imaginar, para restaurantes, chefs, coleccionistas, carniceros, trabajadores del campo, para oficinas”, mencionó Villalvazo.

En cuchillos de cocina, dijo, los hay desde 250 pesos, pero uno de colección puede costar varios cientos de miles de pesos, dependiendo de lo que el cliente solicite y el material que se utilice en su fabricación.

“Los cuchillos que son más caros son los que tienen un grabado a mano, hay algunos con caballos, temas de cacería, hay cuchillos que son grabados totalmente a mano y tienen incrustaciones en oro de 20 kilates y cosas muy especiales”, refirió. Ese tipo de trabajos pueden tardar en elaborarse entre seis meses y un año, dependiendo de la lista de espera que haya para estos cuchillos especiales.

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Aunque por temas de privacidad evitó mencionar sus nombres, Villalvazo destacó que “tenemos muchos clientes muy famosos. Trabajamos para muchos chefs en Los Cabos; los restaurantes o los hoteles premian a los chefs invitados con un cuchillo de nosotros personalizado con su nombre. Hacen festivales y los premian con cuchillos hechos aquí”.

La tradición de la elaboración de los cuchillos en la familia Ojeda data desde la época de la Colonia. El fundador de la empresa, don José Ojeda, tiene en la actualidad 90 años, pero su papá, su abuelo y otros ancestros trabajaban la herrería en la época en que solo los españoles estaban autorizados para aprender y desarrollar esos oficios.

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