Salah devuelve fortuna a sus orígenes

Las únicas superficies verdes que se observan desde las alturas de Basioun en Egipto son los campos de cebada y trigo que rodean el perímetro de una de las ciudades que emergen de la ribera del Nilo. Escuelas y mezquitas proliferan a simple vista desde la aplicación Google Earth en el lugar de nacimiento de Mohamed Salah.

En ese lugar no se vislumbra un campo de futbol, alguna cancha o espacio de recreación, porque en ese país el 70% de su población es rural. Pero, es lugar de origen del jugador del Liverpool designado como el mejor futbolista africano de 2017.

Mohamed nació en 1992, justo el año que su país organizó la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, y comenzó a implementar políticas públicas que ayudaron a reducir la mortalidad infantil de 85 muertes por cada 1,000 nacimientos, a sólo 28, en un periodo de 10 años.

El delantero quien actualmente es mejor goleador de la Premier League con 13 goles, nació en una regiones con “escasa población, donde algunas comunidades carecen de acceso a las escuelas, la atención de la salud y el agua, por lo que presentan una alta incidencia de desnutrición, retraso en el crecimiento e infecciones del tracto urinario, tres enfermedades que se pueden evitar con medidas básicas preventivas de salud”, describió el documento Los derechos de la infancia en Egipto.

El futbol fue su escaparate y con El Mokawloon debutó en un equipo de Primera División a los 18 años, aunque desde años atrás ya representaba a la selección egipcia en torneos internacionales.

Debido a la suspensión del futbol en Egipto por la tragedia de Port Said, donde murieron 74 personas en un enfrentamiento entre aficionados de Al Ahly y Al Masry, su transferencia al futbol europeo se agilizó, aunque ya había anotado 11 goles en 38 partidos en la liga de su país.

El FC Basel lo vio en una gira del combinado nacional egipcio juvenil en Suiza y lo invitó a probarse con el equipo. Al cabo de una semana, se quedó y firmó un contrato por cuatro años, por un monto de 2.5 millones de euros por el fichaje.

Ahí comenzó la proyección y compromiso social de Salah, porque con el aumento de sus ingresos, emprendió proyectos de desarrollo en Egipto, sobre todo enfocados en educación y salud. También, desde aquella época, se traslada al menos un par de días de vacaciones a su ciudad natal, donde es una celebridad desde su juventud, y cada que puede publica fotos en su perfil de Twitter.

Entre donaciones propias y recursos de premios deportivos que le ha otorgado la clase política de Egipto, el jugador pide sean destinadas a proyectos de desarrollo. Donó los cinco millones de libras egipcias del premio por el subcampeonato de la Copa Africana del 2017 al proyecto Larga Vida en Egipto, destinado a la niñez.

Medios egipcios indican que ha donado un par de millones de euros en construcciones de guarderías, templos religiosos y orfanatos, pero el gestó con el que se ganó la simpatía de su país fue cuando en su paso por la Fiorentina, adoptó el número 74, en honor al número de víctimas que fallecieron en la tragedia de Port Said.

Su talento lo llevó a Chelsea por 16.5 millones de euros, aunque las pocas oportunidades lo obligaron a salir del equipo inglés, para llegar al Calcio de Italia, donde explotó todo su talento en apenas dos temporadas y media, donde marcó 34 goles en 65 partidos, motivos por el que Liverpool pagó 42 millones de euros a Roma por su traspaso, la cifra más alta que se haya pagado por un futbolista egipcio.

En su perfil de Twitter, Salah se ha manifestado por la igualdad de las mujeres en la cultura de su país; las donaciones y compromiso social es reconocido en Egipto, en donde se ha reunido hasta con el presidente de su país. La figura más importante del futbol africano es el mejor goleador de Inglaterra.